miércoles, 2 de septiembre de 2009

'PINEO', EL ETERNO SUPLENTE

El sábado envió a un amigo suyo a casa con la caja de duraznos. Cumplió. Vaya que sí. De manera que ahora, aún aturdido por la noticia de su fallecimiento, es el motivo de la despedida que nunca hubiésemos querido escribir.

Los duraznos, la broma recurrente de cada año. Los que, puntualmente, cada verano, traía desde San Juan de la Rambla para una selección de amigos. Hace unos pocos días, en la clínica, la última vez que hablamos, volvió el sarcasmo afrutado en la peculiar forma de su declinante trabalenguas:

-Espero comerme pronto esos duraznos, ¿eh?

Apenas tardó cuarenta y ocho horas en cumplir con lo que ya era un ritual del estío. Pero, evidentemente, ahora, los frutos no sabrán igual, han quedado amargos con el fallecimiento de quien los proporcionaba: Justiniano González Alvarez, más conocido por ‘Pineo’ (hay quien también le identificaba como ‘Guti’), un portuense de pro, futbolista, empleado ya jubilado del servicio eléctrico municipal y militante activo del Partido Socialista Obrero Español.

Esposo y padre ejemplar, era una personalidad sin par la suya. Receloso, irónico, cascarrabias pero menos, mordaz, atento, servicial, informado a su manera… En el fondo, un personaje popular del Puerto de la Cruz que será recordado por su paso, siquiera de eterna suplencia, en el equipo de fútbol representativo, al que había accedido desde el juvenil Juventud Portuense.

Era portero. Y fue componente de aquel célebre equipo que conquistó el ascenso a la primera categoría de entonces, bajo la dirección de Ramón Mesa Fariña, años después llamado el “pequeño Real Madrid”. ‘Pineo’ siempre fue suplente: tuvo la mala suerte de tener delante a ‘Tito’ Rodríguez Mesa, titular indiscutible hasta su lamentable lesión. En las fotos de la época, siempre con El Peñón al fondo, puede verse a ‘Pineo’, en un lateral, con su cara de bonachón, con su suéter de pico y las rodilleras, inequívocas señales de los cancerberos de los años sesenta.

Célebre es la anécdota que protagonizó en San Andrés, cuando Mesa le encargó la defensa de la portería. El balón caía con demasiada frecuencia a la zona de playa y era rápidamente sustituido. En esto, que lo lanzan sobre el área de Puerto Cruz y sale ‘Pineo’ a despejar de puños. Pero también envían el que había caído a la playa y el singular portero aleja éste precisamente, en medio de la rechifla general. Mesa casi le desintegra. El meta nunca, pero nunca, aclaró si el árbitro dio por válido el gol que había encajado. Hace unos meses, por cierto, se encontró en la plaza del Charco con Nené, arquero valiente que fuera del San Andrés y del Tenerife. Habían cumplido juntos el servicio militar y no se habían vuelto a ver desde entonces.

La plaza, el muelle, San Telmo, Las Cabezas, El Peñón… eran sus sitios preferidos. Allí bromeaba y se enfadaba. Allí vendía lotería y aguantaba todo tipo de dichos, ciertos o no. Como los que coleccionaba jugando al dominó. Y como los que administraba a la espera de una resolución sobre la interpretación de un convenio colectivo. ‘Pineo’ encabezó la acción judicial solventada a favor de los trabajadores.

Muy pocos como él para sobrellevar una campaña electoral. Allí estaba, en cada acto, para montar el tinglado y ultimar la instalación eléctrica. Una noticia o un comentario desfavorable eran encajados como una contrariedad. Aún recuerdo sus lágrimas en la noche de la derrota histórica del 2003. Su socialismo era de convicción ideológica a toda prueba. Cabal y consecuente.

Descanse en paz un buen amigo, el eterno suplente: ‘Pineo’.

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