El compañero que presidía la Asociación de la Prensa de Granada, en un acto público, se levantó de su asiento, se despojó del cinturón e intentó agredir a dos mujeres que protestaban y proferían gritos a favor de la causa palestina. No estaba bien lo que hacían pero mucho menos la reacción del periodista que, avergonzado, ha presentado casi de inmediato la renuncia a su cargo. Ha tenido la decencia de dimitir. No tenía otra salida pero es encomiable su decisión y la prontitud.
Ahora es fácil hablar pero pudo haberlas dejado desahogar y aguantar hasta que se cansaran.
Pero la cultura del respeto y la tolerancia brillan por su ausencia en una sociedad cada vez más desigual e influenciada por sugerencias y prácticas radicales. Y este episodio, en vísperas del Día Internacional de la Mujer, lamentable desde todos los ángulos, da pie a pensar que es necesario insuflar valores cívicos que impidan su reedición.
Unos gritos improcedentes, un intento de agresión y una tan rápida como consecuente dimisión.
País.
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