La última hoja del
almanaque y todas esas cosas que acaban con el año que recordaremos como el de
la fractura social y el de las alegrías colectivas por los logros deportivos.
Le decimos adiós a 2012,
el año del retroceso, como se encarga de hacernos ver Televisión Española no
importa que siga quedándose atrás en sus registros de audiencia.
El año de las dos huelgas
generales y de las mareas blanca, verde y negra, colores que identifican las
protestas de la sanidad, la educación y la industria (minera). Es probable que
en el ministerio de Trabajo hayan hecho un recuento para saber qué sector
productivo no protestó en la calle o no paró para decir que ya está bien, que
no se puede exprimir más.
2012 pasará la historia,
entre otras cosas, por los rescates, por los desahucios, por las
privatizaciones, por las protestas colectivas y por una actuación policial
desproporcionada en algunos casos de modo que ha propiciado una disminución de
su valoración.
En todo eso hubo una gran
perjudicada, la ciudadanía, que dice adiós deseándolo, sin remordimiento
alguno.
Y a escala local, donde se
entona un adiós desde TVE con actuaciones en el Lago tras las campanadas que
lleguen desde la Peña de Francia, un suponer, la cosa no ha pintado mejor.
Salvo para quien se llevó el premio Gordo de la lotería.
2012 fue el año del
Consorcio de Rehabilitación Turística, abriéndose paso entre la incredulidad de
los agentes sociales y la necesidad de probar su utilidad. En cualquier caso,
de las pocas notas positivas en medio de la desidia.
Porque no olvidemos que
hubo cubas para garantizar el suministro de agua de consumo tras varios
episodios de inundaciones. Y que una controversia a cuenta de unas palomas en un
colegio público no tendría que haberse producido. Y que muchos contribuyentes
siguen abonando la tarifa de un servicio que no les prestan.
O sea, que tampoco ha sido
2012 en el Puerto de la Cruz un año de avances. Adiós!
Y que el entrante, pese a
ser impar y de terminación supersticiosa, traiga salud, suerte y venturas. Un
firme y sincero deseo.
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