No cuadran las
cuentas. O cuadran solo a gusto del Gobierno. No más que pequeñas divergencias,
según fuentes del partido gubernamental, con quienes han de certificar la
contabilidad.
Se trata del déficit
público del pasado año. Pasa del 6.74% del Producto Interior Bruto (PIB) al
6,98%. La agencia estadística europea, Eurostat, considera que el ejecutivo de
Mariano Rajoy estaba aplicando de forma equivocada las reglas de cálculo y
eleva el porcentaje que el Gobierno justifica con un cambio metodológico de la
agencia. Una portavoz de la Comisión Europea lo ha negado. Y lo que es más:
reveló que el método descubierto por España para llegar a ese porcentaje es
incorrecto. O sea, pequeñas fullerías.
En este caso, parece
ser que basadas en el cómputo de los ingresos y pagos fiscales que se hace
durante el ejercicio en que se genera el derecho, independientemente del
momento en que los perciba o abone, en forma de devoluciones, el ministerio de
Hacienda. Éste basó su decisión en que las devoluciones las detraía solo al
desembolsarlas porque a veces, según puede leerse en el diario El País, el fisco descubre que el
contribuyente no tenía derecho a esa deducción y por tanto no llega a abonarla.
Con
la enmienda de Eurostat, señala el periódico, el Ejecutivo deberá descontar en
el ejercicio correspondiente todas las devoluciones que solicite el ciudadano y
si más tarde no le corresponden, las volverá a anotar en la caja pública.
Pequeñas divergencias o pequeñas
fullerías, lo cierto es que con las cuentas públicas no se juega. Está en juego
la credibilidad de sus responsables. Algo tendrá que decir el ministro de
Hacienda y Administraciones Públicas, especialmente en sede parlamentaria,
donde no ha tenido empacho de criticar métodos y resultados de gobiernos
anteriores, de advertir a las comunidades autónomas sobre el cumplimiento de
sus previsiones y límites y hasta de poner en entredicho el comportamiento
fiscal de actores y partidos políticos.
Métodos de cálculo hay y hasta creíbles
terminan resultando. Pero cuando son corregidos a conveniencia, porque se
desvían de lo pactado para todos, malo para quien lo practica, para quien
emplea pequeñas fullerías. Ese es el problema.
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