Algo está cambiando en la política y en la comunicación
política. Al menos, eso es lo que se desprende del formato y de los contenidos
de la primera entrega del programa ‘El objetivo’ (La Sexta TV), con Ana Pastor como abanderada de una idea que
quiere responder, en sí misma, a las demandas de la sociedad que tanto desapego
viene demostrando hacia la política (Aunque lo del desapego es muy relativo si
tenemos en cuenta los resultados de una encuesta de la misma cadena que dan
como ganador al Partido Popular en caso de celebrarse ahora elecciones).
Escribimos nada más terminar la emisión del primer programa
que toma el relevo de ‘Salvados’, conducido por Jordi Evolé, quien recuerda, en
la fase introductoria, que Pastor ya hizo en su día una apuesta con ’59
segundos’ (TVE), formato innovador entonces. La presentadora confiesa que no es
borde, como la han tildado algunos críticos.
Y las primeras impresiones que nos quedan es que estamos ante
otra porfía de Ana Pastor, a la vista de la realidad que envuelve la política y
el entorno mediático. Lo explicita en su declaración de intenciones que es toda
una exposición de motivos: “Explicar lo que está pasando y que todo el mundo lo
entienda”. Quiere apoyarse en los datos y en el rigor de los hechos frente al
discurso hueco, las obviedades e incluso las mentiras. Y a modo de ejemplo
coloca testimonios de Mario Conde, Bill Clinton, Acebes y Felipe González en
determinados momentos de episodios políticos.
La gran novedad, que a su vez es el gran soporte del espacio, es la introducción del
denominado ‘fact-check’ o verificación de datos, utilizada por la CNN y el Washington Post, entre otros, para establecer varios niveles con
los que medir la veracidad de lo que se dice o lo que se expone.
Ana Pastor imprime una agilidad que no es común en los
programas de televisión. Harta ya, seguramente, de respuestas largas y de
soliloquios, de confusiones y de evasivas, de dudas alimentadas por las mismas
contestaciones, prefiere una selección concreta y no numerosa de asuntos para
desgranarla con invitados que deben estar en la misma sintonía del rigor que
alumbra todo el programa. Se trata de mantener la atención del espectador con
preguntas directas y con respuestas que deben corresponderse.
Lo logró, desde luego, en la primera entrega, cuando analizó
la transparencia, el supuesto milagro económico de Aznar, el escándalo de los
ERE de Andalucía, el poder ciudadano y la reforma de la Ley del aborto, los
cinco asuntos escogidos. Periodistas, profesionales y expertos que los han trabajado a fondo han sido su
valiosa y cualificada interlocución. En ellos se apoyó, pero no para recabar su
opinión sino para desmenuzar y contrastar los datos y gráficos reportajeados que
sustanciaban los planteamientos del programa.
‘El objetivo’ puede ser un antes y un después en la manera de
concebir la información política en televisión. En unas fechas en la que está
todo tan revuelto y en la que apremian las exigencias de un comportamiento con
lo público sensiblemente distinto, el espacio debe contribuir a clarificar, a
reconducir, a desnudar las entretelas de un ámbito complicado al que se le
agotó el crédito de las falacias y del oscurantismo. Hasta eso, la videoteca
refrescará la memoria y asistiremos a contradicciones y paradojas. Mal
adversario, desde luego, eligió el pretérito, que va a ser, de mantenerse la
tónica, más imperfecto que nunca.
En el primer programa -y lo decimos sin conocer índices de
audiencia ni reacción alguna- cautivaron y respondieron a las expectativas.
Deben haber sido muy pocos los indiferentes, la verdad. Para el próximo, por
cierto, anunciaron la presencia del ministro de Economía y Competitividad, Luis
de Guindos.
A ver cómo resulta, ya con un político activo presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba su cometario. Sólo se pide respeto