No es intención personalizar ni atribuirse
méritos hasta la exaltación. Vaya por delante.
Ocurre que desde el pasado mes de febrero en
la comparecencia semanal que hacemos en Teidevisión-Canal
6, nos propusimos reivindicar, cada viernes, la apertura de la nueva
biblioteca pública mientras permaneciera cerrada. Y así lo hemos hecho desde
entonces, sin otra interrupción que las dos noches en que el programa La Luna no fue emitido.
Nos parecía que transcurría demasiado tiempo
entre la finalización de las obras y la apertura. Y que era demasiado visible
el abandono (la nueva dotación está en la calle Puerto Viejo, una de las más
transitadas de la ciudad). Y que la necesidad de los usuarios y de los estudiantes
era cada vez más apremiante. Y que es difícil sostener que la ciudad tenga
aspiraciones de progreso y de nuevas infraestructuras cuando no es capaz de
abrir una nueva biblioteca. Como se ve, poderosas razones para una causa en la
que también se afanaron Juventudes Socialistas, por cierto, junto a otras
organizaciones que se sumaron a sus convocatorias.
El caso es que después de muchos viernes es
la propia concejala de Cultura del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, Verónica
Rodríguez González, la que nos ‘mensajea’ para anunciar que ya dispone de
recursos para proveer a la biblioteca del mobiliario necesario. Que su área
lleva trabajando varias semanas para proceder al equipamiento cuanto antes.
“Gracias y un saludo”, termina la concejala, a la que personalmente
correspondemos con un reconocimiento a sus desvelos para acabar con la penosa y
desconcertante situación. Ya dijimos, en alguna de las apariciones televisivas,
que seguro existían dificultades administrativas para la puesta en
funcionamiento, pero que era necesario acreditar voluntad política para
desbloquear las trabas. Así es como ha ocurrido. La receptividad y la
tolerancia de la edil son acreedoras de tal reconocimiento.
Es una buena noticia, es un hecho positivo
para el interés general. Por fin, biblioteca. Razón para congratularse. Lo
otro, reivindicaciones incluidas, no son más que episodios de la pequeña
historia que ha envuelto la apertura de la dotación.
Ojalá suceda algo igual, por cierto, con las
inacabadas obras de ampliación del Jardín Botánico. Ahí están, paralizadas,
suponemos para que desesperante desconsuelo de Manuel Fernández Galván, el
celoso y diligente director general, el primer preocupado en culminar ese
proyecto que explicó en centenares de ocasiones a quienes quisieron escucharle.
En la importancia del Jardín, en su condición
de recurso científico-turístico, no es necesario insistir. Sí habrá que hacerlo
con la reanudación de las obras. A riesgo de resultar pesados, reiterando cada
viernes el análisis crítico de una paralización que, siendo tan notable en la
misma entrada de la ciudad, por una de las carreteras más transitadas de la
isla, requiere de cirugía urgente por quien corresponda.
En esa causa estaremos. Sin búsqueda de
medallas. Solo por amor a la ciudad. Y por ganas de portuense.
Por fin una buena y gran noticia. Pero es cierto, como decimos muchas veces, hasta que no lo veo no me lo creo.
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