Hay que empeñarse en la calidad, turísticamente hablando.
Está encima la temporada veraniega y para conquistar mercados no basta con los
activos ni los voluntarismos, ni siquiera con la experiencia de gestión o la
buena fama de una marca o producto: los niveles de exigencia y las heterogéneas tendencias obligan a mejorar la
calidad de la oferta. El sector ha entendido, además, que ese factor es
primordial para la competitividad, sobre todo después de haber contrastado que
los recursos públicos para las promociones han ido menguando considerablemente
en los últimos años.
Entonces,
habrá que estar muy atentos a iniciativas como la anunciada por el Instituto
para la Calidad Turística Española (ICTE) para difundir la ‘Q’ distintiva de
ese concepto. Nueve comunidades autónomas -entre las que no figura Canarias,
por cierto; a la espera, suponemos, de valoraciones más pormenorizadas- han
decidido participar. Se espera que también lo hagan instituciones locales y
nuevas empresas para completar o materializar el entendimiento público-privado
que ponga en valor una acción que tiene un lema significativo: “Experiencias
que dejan marQa”, o sea, jugando también como reclamo, desde el origen, con
letras o palabras.
La
iniciativa, a la que también se ha sumado la Secretaría de Estado de Turismo, está
orientada al mercado nacional y pretende promocionar la calidad turística en
nuestro país así como sensibilizar a los viajeros para que exijan mejores
servicios y prestaciones más cualificadas. La marca ‘Q’ identifica ya a más de
dos mil empresas, lo que demuestra que el sector privado está dando una buena
respuesta, a la espera de que los primeros resultados dinamicen una progresiva
incorporación.
Y es que la
pugna por el mercado nacional es ya una prioridad en varios destinos
turísticos. Aún resuena aquella frase de muchos profesionales: “El turismo
nacional ha salvado la temporada”, dicha cuando las nubes de la recesión en
polos emisores empezaban a inquietar sobremanera. Hoy habría que agradecer a
los promotores más veteranos la apertura que significaron acciones como la
“Ibéricas”, auténticas pioneras de las que hoy se llevan a cabo. Si sirvieron
para dar a conocer valores y atractivos, y también para incursionar o explorar
mercados que tenían a Canarias como un punto alejado, distante y de difícil
accesibilidad, el recorrido hay que darlo por bien empleado.
Ahora se
entra en otra fase en la que, conociendo preferencias de clientes y usuarios,
es indispensable ofertar calidad y diferenciación, de modo que el título de esta
iniciativa es toda una invitación a procurar la satisfacción de aquéllos. No
basta con imagen: hay que hacerlo con hechos palpables que propicien esas
experiencias que van a dejar huella. El sector tiene que ser muy consciente: su
fortaleza y su madurez son derivados de su capacidad de involucrarse y no
depender exclusivamente de lo que hagan o aporten las instituciones públicas.
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