No es que parezca, es que son testimonios nuevos de una
memoria que querrían enterrar o negarse a cultivarla, pretextando mil disculpas
con tal de hacer tabla rasa de los horrores y de las secuelas de los horrores,
de hacer que se ignore algo sobre lo que si existe una sola probabilidad entre
un millón de que se repita, hay que conocerlo. Las islas también padecieron el
encono de la contienda, los odios viscerales, las penalidades, las
(in)consecuencias de la represión y los honores o las prebendas unilaterales de
los vencedores. ¿Qué menos que acercarse a las entrañas de todo eso?
Pero hacerlo,
además, a través del arte y proyectar una mirada y una sensibilidad que, sin
perder rigor histórico, sin sesgar ni remarcar, dan vida a una conceptuación
innovadora en el tratamiento de aquel conflicto incivil: la arqueología
artística. En ese sentido, “Memorias de contrabando” (La Recova, Santa Cruz de
Tenerife, hasta el próximo 2 de noviembre) no es una exposición más sino una
mirada valiente y distinta que sus comisarios, el artista Alexis W. y el
documentalista Dailo Barco, han querido proyectar con ánimo de descubrir
enfoques e interpretaciones cuyos soportes en la bibliografía, la escritura, la
música, la escultura, la pintura y hasta el cine aparecen muy bien ensamblados
y distribuidos para constituir por sí mismos un reclamo.
Aquí es como
si se quisiera penetrar y sentir el contexto de la memoria histórica con una
sensibilidad artística que propicie un nuevo ángulo de conocimiento y debate
pero también una suerte de recuperación de la memoria personal o familiar de
quienes padecieron las calamidades de la tragedia y hasta una cierta reparación
moral. Ese es el rasgo distintivo de esta colección, más allá, como pretenden
sus comisarios, del perfil historicista.
No se trata
de reabrir heridas ni de alimentar el rencor sino de propiciar la sensibilización
de los ciudadanos canarios con hechos que les conciernen, que forman parte de
su acervo, de su patrimonio colectivo, de su historia injustamente relegada al
olvido. “El olvido de la represión forma parte de la represión, por lo que el
testigo de la memoria es una necesidad que se transfiere de generación en
generación”, dicen Alexis W. y Dailo Barco, empeñados en la perspectiva
cultural y la difusión de la investigación en el pensamiento contemporáneo de
un hecho que continúa despertando vertientes que parecían insondables.
Iniciativas como la que nos ocupa prueban que aún queda por hacer, que aún son
posibles descubrimientos como los testimonios de los artistas canarios cuya
conjunción intergeneracional es admirable.
Estas
“Memorias de contrabando” contribuyen a ese nada sencillo objetivo de labrar el
proceso memorístico del pasado como un factor de identidad social. Quienes
seguimos creyendo en que es posible una causa cívica de memoria contra olvido,
hemos encontrado en la exposición otra fuente, una novedosa aportación
metodológica y una perspectiva atrayente. Asociaciones, estudiosos e
investigadores pueden proseguir su trabajo, el que dice Dailo, gráficamente,
que no tiene desenlace.
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