Desayuno sabatino con la noticia de la
renuncia de Jaime Coello Bravo a continuar en la política local. O a volver a
ser candidato, para ser exactos. Ejercicio limitado de cargos públicos para el
mejor funcionamiento de la democracia, dejar paso a otras personas, renovar
ilusiones… son las razones esgrimidas. Seguro que hay más, y acaso más
poderosas, pero se respeta su versión que tiene, en todo caso, la voluntad de
no dañar a su misma gente y a su propia formación. La elegancia política, que se
dice.
Coello,
nieto del insigne portuense Telesforo Bravo, decidió entrar en la política
municipal en 2007, figurando como independiente en la candidatura de los
socialistas portuenses. Asumió tareas de portavoz de grupo y concejal-delegado
de Urbanismo y Medio Ambiente, materias de las que tenía estimables
conocimientos teóricos. Lo hizo razonablemente bien, tenía criterio propio pero
acabó siendo expulsado del grupo y encima le llamaron traidor.
No
se arrugó, pese a todo. Agotó el mandato, tenía proyecto político y puso en
marcha una nueva formación política, VecinosxelPuerto que, sorprendentemente, cosechó un
resultado que dejaba abiertas las puertas para un futuro emprendedor: dos
concejales, él y Yaiza González. En el mandato que se agota, Coello se tomó muy
en serio las tareas de oposición desde el principio. Fue forjando un liderazgo
hasta constituir una obligada referencia de la fiscalización al gobierno local
y de la aportación de alternativas. Por si fuera poco, encabezó algunos
movimientos populares que, como el de evitar la destrucción del muro de San
Telmo o urgir soluciones a la empresa concesionaria del servicio de agua,
sensibilizaron a los portuenses -no en gran número, es verdad- con su
patrimonio y con el funcionamiento de los servicios públicos.
El
único que hace oposición (en referencia a su quehacer político), fue una frase
que se extendió a medida que el plácido mandato 2011-15 (lo de plácido es
porque, pese a que han ocurrido incumplimientos y hechos muy gruesos y
reprobables, el ambiente político y mediático -salvo excepciones- ha sido
confortable y llevadero), el mandato -decíamos-
iba avanzando con más pena que gloria. Así fue tratado con vilipendio
por el mismo gobierno municipal y tuvo que soportar, sin descomponerse, feroces
e inmisericordes críticas de quienes, además de manipular y deformar sin pudor,
abusan de la impunidad.
Fueron
tres años intensos los de Jaime Coello, una voz política discrepante que,
paradójicamente, se fue apagando cuando se aproximaba el tiempo de dar el salto
y consolidar su liderazgo. Por eso decimos que en el intríngulis de la decisión
de no seguir hay algo más que él y solo él conoce. Si no lo quiere hacer
público, se respeta.
Ahora
hay que agradecerle el que durante este período haya demostrado amor a su
pueblo, compromiso político, voluntad de ser útil y una actuación consecuente
con lo que predicaba en tiempos de campaña.
Buena
suerte.
Me da oena. Un hombre trabajador y comprometido. De buena Ley.
ResponderEliminarMuy buen análisis.
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