Es el décimo libro de los
presentados en lo que va de año en el hotel Marte, del Puerto de la Cruz. Lo que esconden las olas (Plaza y Janés
Editores), de Emma Lira (Madrid, 1971), es la recreación de la historia de
un naufragio ocurrido en el Mediterráneo en 1906. Presentó Enrique González y
la autora desgranó con mesurada pasión las claves de su narración, dominadora
del escenario, no en vano su anterior entrega, Búscame donde nacen los dragos (Plaza y Janés Editores, 2013), es
una sólida ambientación de la isla, de los sentimientos y de los afanes de los
personajes para profundizar en la cultura ancestral.
Ahora indaga en las incógnitas de un terrible suceso, el
naufragio del trasatlántico italiano ‘El Sirio’, ocurrido a tres millas de la
costa española. Había zarpado de Génova. La autora se apoyó en un breve
documental para explicar cómo confluyen todos los ingredientes de la intriga
que predomina en su texto. Es, según la autora, una novela coral, es decir,
desmenuzada desde varios ángulos, sobre un hecho que no debió ocurrir. Los
sueños de tantas personas a bordo quebraron; los de los personajes creados por
Lira tuvieron un inesperado y abrupto final.
¿Qué ocurrió? ¿Por qué encalló El Sirio? ¿Cómo aquel
experimentado y ducho capitán, Giuseppe Picone, pudo cometer errores de
principiante? ¿Por qué huye? ¿Por qué aparece una caja fuerte vacía? ¿Cuántos
niños viajaban en Tercera clase? ¿Cuántos inmigrantes? ¿Cuántas paradas clandestinas?
Emma Lira fue planteando estas y más preguntas para condensar las fases de su
relato, desde el momento en que sucedieron los hechos hasta los actos y los
testimonios de la centenaria conmemoración, en Cabo de Palos, donde se concluye
que lo peor de la historia es el capitán Picone (“el gran villano”, definió) y
quienes abandonaron a su suerte a los desesperados e impotentes pasajeros. Y lo
mejor, el espíritu solidario y activo de pescadores y personas que
intervinieron en aquel improvisado rescate, el mayor, sin duda, de los hasta
entonces conocidos.
La autora hace una radiografía de la sociedad de la época. La
sutil y exquisita sensibilidad de la que hizo gala en la sencilla pero
sustanciosa presentación quedó de manifiesto
al enfatizar sobre la personalidad del capitán cuando leyó un breve
fragmento de su texto, válido para entender o interpretar lo inextricable de
todos esos elementos que nutren la intriga contenida en la novela. Esa
cualidad, por cierto, es la que más distinguen los críticos de sus creaciones
literarias.
“En Tenerife, donde los dragos, descubrí que la historia
estaba viva. Y ahora, entre olas escondidas, es el pasado el que llama al
presente”, concluyó la autora. Toda una invitación para adentrarnos en su
capacidad fabuladora.
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