Titular un texto periodístico tiene su
complicación. Síntesis de ideas, podría ser una adecuada definición. Un mensaje
en pocas palabras, sería otra. Condensar en un titular los elementos esenciales
para atraer o impactar la atención del lector es, desde luego, un ejercicio
meritorio.
Alfonso
García-Ramos, cuando nos iniciábamos en La
Tarde, pedía concreción y términos adecuados mientras revisaba o corregía.
Incluso la sección de deportes. En Diario
de Avisos, Leopoldo Fernández quiso siempre una titulación ajustada, aunque
a veces pareciera monótona o carente de garra.
En
la memoria personal quedan algunos titulares que, por llamativos, sirvieron para
despertar interés, sugerir una sonrisa o motivar cierta admiración hacia los
autores. Por ejemplo, durante una primavera en Venezuela, la primera página de Últimas Noticias era escalofriante: “La
maté y fui a comulgar”. El Gráfico, de
Buenos Aires, puede presumir de una titulación siempre original, proclive incluso
a los juegos de palabras. En cierta ocasión, después de una crisis de
resultados con seis jornadas sin ganar, encabezó una crónica de la siguiente
manera: “2-1. River ya cree en Dios pero aún no sabe rezar”. En el mismo
semanario, después que un lanzador de faltas anotara desde fuera del área, el
título de la foto, a gran tamaño, era: “Una paloma entró por el ángulo”. En Diario de Avisos, Norberto Chijeb asimiló de forma osada un título
de película para una derrota del Canarias de baloncesto: “Nadie voló sobre el
nido de Kukoc”. En el mismo periódico, después de una moción de censura al
presidente del Gobierno autonómico, Jerónimo Saavedra, se abría la primera
plana así, según la idea de Carmen Ruano: “Abril amanecerá Hermoso”. Y también
del Diario, una redactora en
prácticas con dificultades para cuadrar la tipografía sobre las perseidas,
terminó aceptando la sugerencia que sí
cabía: “Lágrimas de San Lorenzo”.
Está
claro, pues, que el titular representa uno de los elementos sobresalientes de
una información o de un artículo. Enrique Bullido, redactor-jefe de Europa
Press y profesor asociado de la Universidad Carlos III de Madrid, escribe al
respecto que “escribir un gran titular que atraiga, informe, sintetice,
impacte, sea ingenioso o incluso emocione y sea recordado es muy complicado”. Bullido
insiste en la idea de cuidar, de esmerarse en la elaboración de los titulares
pues “un diario de magníficos textos ofrecerá una imagen penosa si está mal
titulado y apenas resultará atractivo. Por el contrario, un periódico con
textos regulares logrará enganchar al lector si los títulos se han escrito con
ingenio o con gracia. Un mal titular -concluye- destroza una noticia”.
De
lo que se trata, en fin, es de crear expectación. Ello es determinante para adentrarse
en un contenido. Si el porcentaje de esta decisión es alto, se debe, sin duda,
a que el titular o los titulares influyen en la lectura de los textos que
anticipa.
El
profesor Bullido, en su blog La pirámide
invertida, recomienda, para obtener un buen titular, que se cumpla el mayor
número posible de las características que reproducimos a continuación:
- Que sea lo más breve posible. Un
titular con 12-13 palabras empieza a ser muy largo. Pero los titulares
ultracortos (dos palabras) solo son para casos concretos y excepcionales.
Una buena medida puede ser entre 6 y 10 palabras.
- Que centre inmediatamente la idea.
Que de manera muy clara anticipe al lector lo que va a obtener de la
lectura del contenido.
- Que sea inequívoco y concreto. No
debe generar dudas. Es mejor hacer un titular directo. Hay que huir del
recurso fácil de usar títulos de películas, libros, canciones o frases
hechas. También hay que evitar las rimas en el titular.
- Debe ser asequible para todo
tipo de lectores. Sobre todo cuando la información es especializada
(económica, jurídica, etc.)
- Debe ser escueto pero correcto gramatical
y sintácticamente. Es un error suprimir los artículos para que entre
el titular.
- Es preferible utilizar el presente como
tiempo verbal. Hay que elegir verbos activos, plásticos, que transmitan
ideas.
- Mejor utilizar una afirmación que
una negación o una interrogación.
- Los titulares no pueden depender de
antetítulos y de sumarios. El lector fija su mirada primero en los
títulos y después en los antetítulos y los sumarios. Por tanto no se debe
supeditar el título al resto de elementos de la noticia.
- El titular debe hacer una promesa al
lector que se va a cumplir en el contenido. Es decir, lo que
anuncie el titular debe estar contenido en el texto. Las expectativas
generadas en un titular no pueden quedar defraudadas en un texto vacío.
Titulares para inducir, que sean un reclamo, que
persuadan al lector de una lectura, son, en definitiva, determinantes. Sobre
todo, si están dotados de originalidad y rigor consecuente.
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