Pues habrá que ir pensando ya
en un acuarelista consumado, a la vista de las cuarenta obras que expone en La
Ranilla Espacio Cultural (calle Mequinez), Pedro González (Pegonza), una nueva
entrega de la serie que vuelve a titular Pinceladas.
Se notan los progresos de este artista autodidacta, alumno
de Clorinda Padrón y seguidor del francés Bernard Romain. Lo que empezó o sigue
siendo un hobby, deviene en un estilo
esmerado que consolida en un género exigente. En efecto, más solidez en los colores
y mejor concepción acuarelística a partir de sus visualizaciones en ciudades y
países de varios continentes. La condición de viajero también influye en la
apertura y en la riqueza del universo pictórico de González.
Y es que las interpretaciones de su paisajística, observada
directamente y sustanciada en soportes fotográficos, revelan la policromía que
gana enteros. Es como si el artista, en cada trazo, en cada aplicación, en cada
pincelada, hubiera avanzado con firmeza, ávido de una legítima superación que
se plasma allí, en cada acuarela. Si en su primera entrega, allá por 2008, en
el Liceo Taoro, hablamos de la perseverancia como virtud indispensable de quien
había decidido exponer públicamente sus inquietudes creativas, ahora la ha
acreditado suficientemente.
El memorialista Melecio Hernández presentó la colección, con
una inevitable alusión a Bonnín, el gran maestro del género, y con una atinada
descripción estilística de la plasticidad del autor. El local estaba lleno en
el primer sábado del año, hecho que hay que agradecer cuando de enriquecer y
apreciar la oferta cultural en el municipio se trata.
De modo que la frescura de las acuarelas de Pedro González,
sus nuevas Pinceladas, van tornándose en una tónica que vigoriza sus
enfoques. Puede que su afición siga siendo una utopía, una utopía sin
horizontes concretos, pero, como advirtiera Eduardo Galeano, sirve para
caminar. Y en el camino, para buscar y para encontrar, para perfeccionar
métodos y plasmar capacidades que siempre estuvieron ahí. Cuando han aflorado,
son objeto de admiración.
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