El programa ‘El
Intermedio’ (La SextaTV) insertó en su edición de anoche una encuesta con
estudiantes a los que se preguntaba qué sabían o recordaban del 23-F. Las
respuestas, casi todas, eran desoladoras, reveladoras de una preocupante
ignorancia. Cuando una interrogada dijo que le parecía que Antonio Tejero era
un actor (y no lo dijo con segundas, evidentemente), y otro creía recordar que
Franco tuvo que tomar medidas, ya se rompen todos los esquemas. Curioso: el
reportaje se emitía después de una entrevista con un periodista que aportaba un
testimonio novedoso sobre aquel insólito suceso que pudo haber dado otro vuelco
a la historia de España: su tesis es que Gutiérrez Mellado fue el único que se percató de la
desigual vestimenta de los guardias civiles actuantes, probable razón de una
recluta (o similar) precipitada y de una obediencia a quienes no eran sus
mandos naturales, a los de la unidad a la que teóricamente pertenecían. Es
decir, frente a la ignorancia (y la indolencia), otra nueva prueba de que aquel
infausto hecho aún tiene pliegues que descubrir.
Pero, bueno, grave
problema el de una sociedad desmemoriada. No es de extrañar que se conduzca de
ciertas maneras cuando desconoce hasta su pasado más reciente. Los estudiantes
se suman a un fenómeno inquietante, ya saben, los pueblos condenados a
repetirlo.
Por eso, aunque
parezca de una pesadez infinita, hay que reeditar cosas y ediciones, hay que
evocar, hay que repasar y acudir a las fuentes para no ser insensibles y para
tener claro que hay acontecimientos que obligatoriamente tienen que ser
conocidos, desvestidos, analizados y procesados. De la forma que sea, en clase,
en exámenes, en ejercicios prácticos o en tertulias, vaya. El desinterés, en
este caso, es reprochable desde todos los puntos de vista.
Muy poca conciencia
histórica acreditan los españoles más jóvenes. Y hasta los propios medios de
comunicación deben reflexionar sobre el particular cuando sus producciones y
artículos de consumo informativo están pasando tan inadvertidos. ¿Es de extrañar, entonces,
que las leyes de memoria histórica, que el rescate o traslado de archivos
documentales y las iniciativas o las investigaciones sobre acontecimientos
pretéritos, pasen tan inadvertidos?
Lo dicho: un intento
de golpe de Estado, ya en los años ochenta, con prensa libre, en plena
expansión de medios audiovisuales, no puede ni debe ser ignorado o desconocido
de forma tan clamorosa. Se diría que la encuesta podría estar manipulada, que
publicitaron todas las respuestas de ese tenor, pero no parecía, ¿eh? La
impresión es que si ese hecho, el intento de golpe, ha dejado tan escasa huella
intelectual, cómo será con otros casos.
Pensar que hubo un
tiempo en que había que memorizar la lista de los reyes godos…
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