Le
conocimos en el viejo campo El Charcón, de La Cuesta, cuando alguien le trajo
una silla para que, desde el exterior del vestuario arbitral, pudiera seguir el
juego más cómodamente. Él sabía de todas las tribulaciones e inconvenientes
para informar sobre fútbol regional: inclemencias meteorológicas, reproches de
aficionados intransigentes, entrenadores y asimilados maleducados hasta negarse
a facilitar una alineación, imponderables de todo tipo para la recopilación de
resultados, carreras contra reloj para la obtención de los mismos y cerrar las
páginas, actualizar manualmente las clasificaciones de prácticamente todas las
categorías…
A pesar de todo ello, Álvaro Castañeda
estaba allí, observador, atento, con un sentido del celo informativo fuera de
lo común que le valió el respeto y el reconocimiento del universo balompédico
de su etapa activa. Castañeda fue cronista puntual del Real Unión de Tenerife
pero también cubrió durante muchas temporadas la trayectoria del Club Deportivo
Tenerife, sin olvidarse de sus afinidades palmeras con la Sociedad Deportiva
Tenisca.
Lo hizo en el inolvidable Aire
Libre, de Julio Fernández, junto a Domingo Rodríguez. Y en El Día y
en Jornada Deportiva, en cuyas páginas aparecieron, con su firma,
infinidad de crónicas, entrevistas e informaciones que reflejaban un incesante
quehacer que mantuvo encendida la llama del interés por las categorías de base.
Cuando la dirección le confió una página diaria que tituló en El Día 'Actualidad
del fútbol regional', se propuso que todo lo noticiable, desde la Preferente a
los infantiles, quedara plasmado allí.
Lo logró. Y así le fue entregado el premio 'Domingo Rodríguez', instituido por
la Federación Tinerfeña de Fútbol.
Lo hizo, igualmente, en Radio Popular
de Tenerife (COPE), donde su director, José Siverio Pérez, le confió la sección
deportiva. Hizo, durante algunos años, el programa 'Radio Deportes', que se
emitía a las dos y media de la tarde. Nos pasó el testigo, allá por 1976, en
una etapa inolvidable para quien suscribe. Castañeda siguió vinculado a la
emisora y no solo seguía interviniendo en el mencionado programa sino que lo
hacía desde el pequeño palco de prensa del estadio 'Heliodoro Rodríguez López'
cada vez que jugaba el Tenerife, a través de un antediluviano teléfono de
órdenes. Desde allí hicimos nuestras primeras transmisiones, junto a César
Fernández-Trujillo, con quien compartimos uno de los fosos a ras de cancha, y
los enviados especiales de las emisoras hermanas a las que Radio Popular
prestaba asistencia (A propósito: Álvaro fue de los primeros en elogiar nuestra
tarea desde aquella ubicación, “pues me cuesta aceptar que desde aquí se pueda
narrar el juego con la precisión que ustedes lo hacen”).
Por si fueran pocas sus ocupaciones,
ejerció como corresponsal del rotativo madrileño As y de las agencias de
noticias Mencheta y Pyresa. Habría que preguntarse cómo se las
arreglaba para atender todos los frentes pero siempre cumplía. Los sábados o
los días de partido en el estadio eran intensos. Era quien echaba el cierre de
la redacción, en busca de un güisqui reparador. Solo ya en la fase final de su
trayectoria activa fue delegando algunas de esas multifunciones mediáticas en
otros compañeros.
Fue servicial y generoso. Poco amigo de
los conflictos, su estilo academicista, llano y escueto, sustanció su
credibilidad y avaló su cobertura, pese a que algunos deportistas, con los que
tenía confianza, le gastaban bromas y chanzas a menudo que él toleraba de buen
grado. Solo en una oportunidad nos confesó que “estaba cansado de tanto fútbol”
pero él seguía, erre que erre, coleccionando resultados y tomando crónicas por
teléfono, revisando pruebas y hasta corrigiendo galeradas.
Vivió las alegrías de los ascensos y
las amarguras de las pérdidas de categoría con el mismo celo que caracterizó su
ejercicio profesional. Y cuando ya en democracia llegó el momento de integrarse
en asociaciones, lo hizo con humildad y con excelente predisposición para
aportar su experiencia, labrada en infinidad de citas deportivas
(principalmente futbolísticas) y en multitud de entradas en todos los géneros
periodísticos.
El celo de Álvaro. Memorable.
Bonita semblanza, Salvador. Fui su compañero en las tareas de El Día y Jornada Deportiva y resalto, además, su gran corazón, su compañerismo y su buena disposición para echar una mano en cuanto hiciese falta. Anécdotas, muchísimas. Un gran tipo.
ResponderEliminarSalva, ¿le ha pasado algo al querido Álvaro? ¿Está malo? ¿Se nos fue sin avisar?
ResponderEliminarCuéntame Salva si está enfermo o le ha pasado algo, por favor.
ResponderEliminarPara Paco Pérez:
ResponderEliminarNo ha sucedido nada. Está atendido por su familia en Santa Cruz.