En
la letra de uno de los más célebres corridos mejicanos dedicado a Joaquín
Murrieta, puede leerse:
“A los ricos
avarientos
yo les quité su dinero,
con los humildes y pobres
yo me quité mi sombrero.
Ay qué leyes tan injustas
por llamarme bandolero”
yo les quité su dinero,
con los humildes y pobres
yo me quité mi sombrero.
Ay qué leyes tan injustas
por llamarme bandolero”
Vaya por delante que no hay intención alguna de comparar
la legendaria figura con el ex banquero español Mario Conde. Todo lo más: la
utilización parcial del título de la obra de Pablo Neruda para introducir esta
entrada, alusiva a una nueva detención de aquél tras haber cumplido una condena
de once años de prisión.
Rescoldos de entonces, de aquella trama de irregularidades
en las aventuras financieras incontroladas de los años ochenta, o aparición de
nuevas presuntas comisiones delictivas, como es el blanqueo de capitales, a
partir de su repatriación, lo cierto es que la figura de Mario Conde ha
terminado de desmoronarse. Algunos aún le ponderaban en pantallas amigas, pese
a que la falta de escrúpulos era más que evidente. ¿Qué dirán ahora? Sobre
todo, si se repasan las lecciones (¿lecciones?) de ética y moral que impartía
en aquéllas, para gozo de sus interlocutores y defensores.
Hemos leído que la doctora en letras hispanas, Yanira Paz,
en un ensayo dedicado a Neruda e Isabel Allende, contradice la figura épica
tradicional de Murrieta hasta considerarle un “anti-héroe, un personaje del que
hay que liberarse”.
Va quedando poco del dudoso fulgor de Mario Conde en su
actuación bancario-empresarial-profesional. La nueva detención, a la espera de
las consecuencias judiciales, confirma que el personaje no era de fiar, por
mucho victimismo del que hiciera gala. Los hechos que ahora han motivado esta
nueva detención confirman que llevaba mucho tiempo engañando a la justicia y
que su falta de escrúpulos en esto del manejo del capital es evidente. No se
conformó con hundir Banesto -de consecuencias perniciosas para clientes,
sistema y sociedad en general- sino que ahora hacía circular fondos de
procedencia ilícita. Una joya, desde luego. Además quería entrar en política.
¡Si te coge!
Lo dicho por Yanira Paz: hay que liberarse del personaje.
Tanta inteligencia para conducirse así…
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