¿Recuerdan el episodio?
Mariano Rajoy y Pablo Manuel Iglesias, ambos candidatos del Partido Popular y Podemos, respectivamente,
se cruzan en algún punto de la inmensidad del universo político (en la recepción del Día
de la Constitución, si no falla la memoria), cuando un micrófono captó la frase
del primero dirigida a Iglesias:
“Vais muy bien”.
A punto de iniciarse la
campaña electoral, en plena efervescencia, ya quedaban pocas dudas del significado
o del contenido del mensaje: con tal de restar al PSOE, el PP dio carta blanca
para que determinados medios potenciaran las opciones, el mensaje, el estilo y
a los rostros visibles de Podemos. Luego, el conocimiento que tendría Rajoy de
la fábrica demoscópica, cocinada y sin cocinar, le impulsó a lanzar aquella
frase de ánimo, o algo más:
“Vais muy bien”.
Todos los acontecimientos
posteriores, incluidos los discursos del miedo puestos en circulación por el
partido gubernamental y los del populismo sin límites que elabora Podemos, la
confluencia de éste con Izquierda Unida y el padrinazgo de Julio Anguita, más
los flecos de algunas movidas en territorios y municipios, hacen vislumbrar que
la pinza ha reaparecido, esto es, unir fuerzas y estrategias -sutilmente, subrepticiamente- desde ambos
extremos para presionar y destrozar al principal adversario. Ya operó en el
pasado, cuando Aznar habitaba entre nosotros y forjó su mayoría absoluta; y
cuando había que desbancar al socialismo de Andalucía y Extremadura. Los
objetivos estratégicos de ahora, eso que llaman ‘sorpasso’, no son fruto de
imaginación descabalada.
“Vais muy bien".
Como que estas pinzas no son
de ensalada.
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