Asistimos días
pasados, en el cada vez menos utilizado pabellón de congresos del Taoro, al
acto de presentación del Plan de márquetin (o promoción) del Puerto de la Cruz.
Aprovecharon para hacer entrega de dos distinciones empresariales y dar a
conocer el proyecto del puerto, pomposamente adjetivado (como si se tratara de
garantizar los futuros usos) como comercial-deportivo-pesquero y turístico. Los
ejecutivos de Turismo de Tenerife, la gerencia del Consorcio para la
Rehabilitación Turística y los técnicos que han intervenido en la redacción del
citado proyecto se esforzaron para dar sensación de solidez y argumentación
persuasiva. No estaba el alcalde y la presencia del empresariado local y
agentes sociales pareció menor que la de otras convocatorias. En cambio, sí
hubo más representación de otras localidades, o eso indicaban tantos rostros
menos conocidos. En una sesión anterior en el mismo recinto, en la que se
produjo una consulta interactiva para pulsar el estado de ánimo y tratar de
fijar un sustrato de preferencias o prioridades, se respiraba de otra manera y
las sensaciones -así lo escribimos- fueron más positivas.
Lamentamos decir que esta vez no
salimos plenamente satisfechos. Puede que el tono y el contenido de esta
entrada disgusten a los promotores pero albergamos impresiones que se encuadran
en coordenadas críticas. Constructivas, por supuesto. Fíjense que estamos reconociendo esfuerzos pero nos
parecieron insuficientes para alcanzar el objetivo de crear las adecuadas
condiciones para proyectar el destino turístico, tal como se dijo,
reposicionarlo en el mercado. Con franqueza: a estas alturas, esperábamos más.
Incluso diríamos algo más original, con más empaque. Algunos elementos,
expuestos e interconectados de forma deslavazada, parecieron desfasados y, si
nos apuran, repetidos. Quizá cuando estén definitivamente ultimados los
soportes del Plan de márquetin, el asunto enganche. Y cuando se desarrolle o
aplique, ya se verá.
Pero ahora -ojalá nos equivoquemos-
estamos poco convencidos. Se nota a la legua que Turismo de Tenerife ha tomado
el mando de las operaciones, es decir, muy parca la aportación, el sello local, a cargo del Ayuntamiento. La carencia de un modelo de ciudad, un análisis de lo
que se quiere hacer y proyectar al futuro, después de las dudas, los vacíos y
la inhibición de los últimos años, propicia que la iniciativa para promocionar
-se supone que con eficiencia y rigor- quede en manos de Turismo de Tenerife.
Se nos dirá que han menudeado las transferencias de conocimiento con los
responsables municipales y que se quiere hacer valer los principios de
coordinación y cooperación interinstitucional. Y puede que así sea. Pero no se
nota. Como que falta algo, el algo que deben implementar esos responsables...
si dispusieran de elementos sustantivos.
En ese sentido, además de reiterar el
reconocimiento a los esfuerzos de la sociedad Turismo de Tenerife y a la
sensibilización que quiere extender el Consorcio, que evitan una progresiva
pérdida de identidad de la oferta que debe hacer el Puerto de la Cruz para
optimizar las derivadas de una coyuntura favorable y recobrar peso específico
en el cada vez más complejo mercado turístico, nacional y extranjero, habrá que
pulir algunos contenidos del Plan, especialmente aquéllos que ya fueron
anticipados a principios del presente siglo (Puerto acogedor, Crisol de
contrastes, Ciudad Jardín...) si es que se pretende, como se deduce, tener una
oferta turística diferenciada y alumbrar los nuevos rumbos por donde discurra
el destino. Pero, claro, la pregunta es inevitable: ¿cuál es el modelo?
Hay que insistir en el cuidado de los
valores y los recursos propios cuando se habla de servicios turísticos. Ahora
parece que han descubierto Mueca (y
nos reservamos apreciaciones de matiz político, para no agriar las
consideraciones que expresamos), el turismo deportivo, la innovación tecnológica con el uso de Internet, la
implicación de la población nativa y la amalgama de actividades que es posible
desarrollar para fabricar reclamos. Y no está mal pero si ahora, con este Plan,
se intenta modernizar, justo es consignar entonces que hay unos cuantos años
perdidos. Acaso ese sea el problema y ahora se ponga manos a la obra, a
sabiendas de que hay un déficit notable en materia de infraestructuras y
dotaciones.
Entonces, cuestión de concretar el
modelo, sin olvidar que hay que despejar algunas incógnitas. Por ejemplo: el porvenir del Consorcio. ¿Tiene futuro sin la participación de la Administración
General del Estado?
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