“Este es un periodismo
epidérmico, sincopado y tartamudo”, define Luz Sánchez-Mellado en El País.
Y claro, nos vamos a las
conclusiones de la última investigación del Centro de Iniciativas Sociológicas
(CIS) sobre “Calidad de la democracia”, realizada por la politóloga Irene
Palacios, y solo tenemos que reafirmar la preocupación ya expresada: los
españoles suspenden el papel que desempeñan los medios de comunicación en la
democracia.
En una escala de 0 a 1, en
efecto, la sociedad española encuestada por el CIS otorga una valoración de
0,48. El estudio también concluye que, al hacer una valoración global de la
calidad del sistema democrático, el dato (0,46) no difiere mucho de aquel
parcial o concreto referido a los medios.
El estudio, basado en dos
encuestas realizadas en 2007 y 2009, recoge las siguientes cuestiones:
-¿Reflejan los medios la
pluralidad de opiniones existe en la sociedad?
-¿Reflejan los medios la
capacidad para frenar abusos de poder por el Gobierno?
-¿Ofrecen la televisión
pública nacional y los canales autonómicos una información imparcial?
Al respecto, los ciudadanos
encuestados valoran con un 0,49 la pluralidad de los medios; aprueban con un
0,61 la capacidad de los medios ante el poder y califican con un 0,43 y un 0,39
la imparcialidad de la televisión pública (TVE) y las cadenas autonómicas,
respectivamente.
Un dato llamativamente
coincidente: en la encuesta de 2007 también se interrogaba por la capacidad de
los medios frente al Gobierno y el resultado era idéntico, 0,61.
En definitiva, los medios no
están contribuyendo a mejorar la calidad democrática del país, algo de lo que
se habla con frecuencia, incluso de forma recurrente, sin que ni siquiera su
papel o su función estén contribuyendo a un objetivo primordial como es el de
hacer que madure y perfeccione el propio sistema.
Claro, si lo que se hace es
“periodismo epidérmico, sincopado y tartamudo”, tampoco es para esperar
milagros.
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