Eduardo Zalba González se ha
convertido en un historiador de la arquitectura. Miren por donde ha encontrado
en ella una interesantísima fuente de investigación que luego traduce en
fecundas exposiciones y amenas conferencias que nos acercan a la producción de
destacados profesionales que, por distintas razones, no fueron muy conocidos.
La última entrega de Zalba,
en el marco de un llamativo programa cultural de las Fiestas de Julio -tan
atractivo que, frente a la sota, caballo y rey del resto de la oferta, queda
como lo más granado-, ha consistido en una aportación bien documentada sobre el
arquitecto palmero Pelayo López y Martín-Romero, suplementada por una charla
interactiva que ofreció, también en el Instituto de Estudios Hispánicos de
Canarias (IEHC), el doctor arquitecto
Juan Julio Fernández, amigo personal y gran conocedor de la vida de Pelayo
López. “Pelayo López y Martín-Romero / Hombre y arquitecto”, es el título de la
iniciativa.
Los soportes de la
intervención de Eduardo Zalba son modestos. Pero valiosísimos. Ya vimos de lo
que fue capaz con Gulde y Agustín Portillo, otros dos personajes relevantes en
el panorama artístico y arquitectónico de Canarias. Un panel a modo de
biografía sirve para situar al espectador: Pelayo López y Martín-Romero gana el
concurso para la remodelación del gran salón del Gabinete Literario de Las
Palmas de Gran Canaria. Dice Zalba que fue “su gran carta de presentación”, no
en vano investigó hasta que trascendiera su autoría, casi como estreno de su
titulación universitaria.
La reforma de la Casa Kábana,
actual sede la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Santa
Cruz de la Palma, una suerte de antecedente del sentimiento regionalista en la
arquitectura de las islas; y el gran proyecto de pabellón para la Exposición
Iberoamericana de Sevilla de 1929, con una formidable solución plástica, son
aspectos de la obra de López muy bien explicados por este estudioso portuense
de la arquitectura que dedica la última parte de su intervención a la filantropía
del autor, desglosada con testimonios gráficos de su estancia en Madrid, donde
asistió en numerosas ocasiones a los homenajes tributados a Pérez Galdós.
Una clara prueba de esa
generosidad y de su desprendimiento la tenemos en la cesión de unos terrenos de
su propiedad en la antigua barriada de La Victoria, en Santa Cruz de Tenerife,
con el fin de que infantiles y juveniles tuvieran un espacio donde jugar al
fútbol en inolvidables tardes de sábado y mañanas dominicales. Allí jugamos y
escribimos las primeras crónicas y fraguamos la incorporación a Radio Popular
de Tenerife. El campo, el popular campo, llevaba el nombre de ‘Don Pelayo’.
Independientemente de su
dedicación a instituciones y organismos de ámbitos regional y nacional, el
sello de Pelayo López y Martín-Romero quedó también en dos proyectos
identificados en el Puerto de la Cruz: uno de una planta de central eléctrica;
y otro de edificación de unos grupos escolares, justo en la planta superior de
la sede del IEHC, tras el incendio del convento de las hermanas catalinas.
Habrá que reconocer el
trabajo investigador de Eduardo Zalba González. Como está suficientemente
motivado, no es necesario estimularle para que prosiga con esas tareas que nos
permiten descubrir y conocer mejor la personalidad y la obra de de destacados
profesionales de las artes. Las esperamos, sencillamente.
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