A vueltas con las pensiones.
Será que la jubilación se echa encima o que las informaciones van revelando la
fragilidad del sistema, sustrato de la inestabilidad, razones para volver a
ocuparse de ellas. O que va calando el
mensaje intimidador como única alternativa: un plan de pensiones o de
previsiones asegurado… y privado. Nada que oponer a quienes -si pueden y
quieren- ya lo han asumido, independientemente de que estén garantizados los
resultados. Pero hay que perseverar en la defensa y en la viabilidad de un
sistema de pensiones públicas digno y sostenible. Después de tantos años de
trabajo, después de haber cotizado y contribuido al mantenimiento de la
Seguridad Social, los ciudadanos deben ser conscientes y luchar para que las
pensiones no se reduzcan, no vean disminuidas sus cuantías hasta términos
lastimeros. Contra la voracidad financiera previsiblemente desatada, una
pensión digna. Sencillamente. Por encima de ideologías o posiciones
partidistas, las pensiones, en medio de un proceso ocupacional y vitalista, son
un derecho ciudadano. El derecho a una vejez digna.
Ya sabemos que el capitalismo o el liberalismo no entienden
de estas cosas. Pero eso no significa que hay que resignarse. Fíjense que ni
siquiera se arrugó con el Pacto de Toledo. Cierto que el factor demográfico
incide directamente en la estructura del sistema y que las empresas aportan
alrededor de un 23% para estas cotizaciones y los trabajadores, un 5% de su
salario. Pero no es menos cierto que el envejecimiento de la población -España,
junto a Eslovenia y Japón, es la sociedad que encabeza esa clasificación-
repercute en una notable reducción de
personas trabajadoras que han de aportar lo que les corresponde a la cotización
mediante la cual será sufragada la pensión de los jubilados.
En medio de toda esa incertidumbre, ha surgido el denominado
‘factor de sostenibilidad’, una medida concebida para timonear la difícil
situación que consiste en ponderar el cómputo de años que se cobrará la pensión
y fijar un cociente con la proyección de la esperanza de vida para poder
estimar a cuánto asciende lo que se percibirá en total de jubilación. Curiosamente,
a medida que se conoce la rentabilidad de los fondos de pensiones privados de
los últimos quince años, un 1,58%, comisiones y gastos de mantenimiento aparte,
se descubre que el negocio es floreciente, tal es así que alguna investigación
señala que las entidades bancarias tienen unos noventa mil millones de euros de
fondos cautivos.
Claro, se dirá que contra ese gigante (que no duda en
solicitar subvenciones estatales o reducir gastos sociales, para ir
equilibrando, ya saben) no hay quien pueda. Pero está en juego la pensión,
luego hay que luchar.
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