Una
nueva entrega de Cuatro
lunas, esa
iniciativa de la Brigada del Arte, una plataforma cultural del Puerto
de la Cruz que pretende acercar el arte al gran público, dinamizarlo
desde recintos abiertos al exterior, otorgando a los creadores la
posibilidad de explicar su obra en un diálogo abierto y sin
formalismos.
La
‘ruta lunática’ tenía esta vez una estación en el Castillo San
Felipe donde quedó se inauguraba -ni un solo miembro de la cen
orporación municipal presente, por cierto- la exposición “Collige,
virgo, rosas”, un tributo artístico a la belleza femenina, en
particular a su juventud. Las sensaciones y las sugestiones se
multiplican -sin importar el orden de los factores para obtener un
admirable producto- para poner de relieve la sin igual naturaleza de
la mujer, sus cualidades, su versatilidad, su misterio, su lozanía…
Lorena
Martín, comisaria de la exposición, lo plasmó de manera muy
elocuente: “Sus creadoras comparten así, en lienzo y carne, el
común denominador de haber parido, y casi sin dolor, pura poesía
visual”. En la planta superior del recinto, tres ilustradoras,
Lucilla Bellini, Ana Martín y Silvia Watercolor, que componen un
‘collage’ pleno de atractivos. Y abajo, Paola Rivero, Émili
Bermúdez, Mimí Mitsou y Unbekannten, con sus imágenes de técnicas
combinadas entre fotografías e ilustraciones digitales, hablando “de
melancolía, de un mundo onírico, del ensueño, de romanticismo y de
misterio; pero también de fuerza, ligereza y frescura, de femineidad
sin juicios ni tapujos”, según atinada descripción la fotografía
de la propia comisaria.
La
exposición tiene un complemento sobresaliente en las dos salas de
acceso al Castillo donde se puede contemplar las obras de Nati de la
Croix y Zebenzui Armas, ganadores de la segunda edición del proyecto
Ponle
cara, incluido
en Cuatro
lunas, los
artistas mejor puntuados que reciben como premio la exhibición de
sus trabajos en esta convocatoria.
Una
alusión obligada a Lucilla Bellini, autora del cartel anunciador,
tan lleno de matices, una obra más en la amplia colección; y a
Naira González, creadora de una original y espinada señalética en
algunos cuadros, concebida como arte sobre papel para quebrar tópicos
e invitar a completar la visualización.
“Collige,
virgo, rosas” es el fruto, bajo las raíces de un tópico
literario, de siete miradas femeninas sobre un poema visual, al que
no falta la simbología de pétalos y espinas de rosas que adornan el
suelo del recinto, acaso el esplendor y la caducidad de la belleza
femenina, un carpe
diem para
contrastar que la poesía visual existe.
Esta
es la prueba.
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