Ética periodística: tiempo de exigencias, es el título de la comunicación que presentamos hace unas fechas en el curso de un seminario convocado por los alumnos de tercer curso del grado de Periodismo en la Facultad de Ciencias Sociales, Políticas y de la Comunicación de la Universidad de La Laguna. La reproducimos en dos entregas, hoy y mañana.
“Agradezco
a los promotores de este seminario la oportunidad de intervenir y de
compartir estas consideraciones, fraguadas al calor de un sentimiento
vocacional y de una experiencia profesional que desemboca en el
objetivo de querer un mejor periodismo y de ambicionar, sanamente, un
digno ejercicio profesional que se corresponda con las exigencias de
la sociedad de nuestros días.
“Estos
tiempos de crisis en el sector necesitan, más que nunca, de
periodistas bien preparados, lúcidos y honrados. La libertad para
escribir en democracia y sin censura, pero también para iluminar
sombras, denunciar injusticias y delitos de los poderosos, quebrar
los tabúes, evitar el sectarismo, no caer en la trampa de servirse
de la página editorial como arma arrojadiza para intereses que no
son los del lector, para ventilar disputas personales. La respuesta
está en el rigor, el vigor, la firmeza y la humildad. La prensa
tiene mala prensa entre amplios sectores de ciudadanos a los que no
les parece que cumpla con su deber”.
Estas
son palabras del ganador del III Premio Internacional de Periodismo
“Cátedra Manu Leguineche” y autor del libro “Deontología
periodística”, Roger Jiménez. Nos parecen bastante ilustrativas
para condensar el diagnóstico de los males que nos aquejan y los
ideales o principios de quienes han escogido este camino para
realizarse profesionalmente. Fíjense que habla de rigor, vigor,
firmeza y humildad, sin duda cualidades muy preciadas para ejercer
con solvencia. Preparación, lucidez y honradez, dice el profesor
Jiménez más arriba, virtudes no menos relevantes. Seguro que
haremos referencia a todas ellas en el curso de la presente
exposición.
Porque
se trata de informar mejor, de opinar con sólidos fundamentos y de
ejercer, en definitiva, con espíritu de superación para ser mejores
periodistas y para especializarse de forma cabal y consecuente. Hay
que romper esa apreciación bastante extendida de la mala prensa que
tiene la prensa. Claro que no es fácil pero tampoco hay que
arrugarse. El propio Jiménez, citando al célebre periodista
italiano Indro Montanelli, afirma que solo es posible combatir la
tendencia abrazando los principios éticos, procurando que los
profesionales del periodismo hagan bien su trabajo: “Que no pierdan
-dice- su conciencia crítica, que no la sustituyan por la conciencia
empresarial o por la de los poderosos que pugnan para que ciertas
noticias no salgan a la luz. La independencia de un periodista
depende únicamente del periodista”. El pensamiento de Montanelli
es revelador: “Quien quiere hacerse respetar puede hacerse
respetar. Son contados los editores de medios, privados o públicos,
que se atreven a enzarzarse en una guerra con un periodista de
carácter y que goce de un cierto crédito ante la opinión pública.
Esta es la verdadera garantía de su independencia, no este o aquel
aspecto empresarial de la editora”.
Abrazar
principios éticos para desempeñar el cometido con solvencia.
Quedémonos con esta idea para dimensionar el papel del informador o
del periodista. Porque para Roger Jiménez, quien fuera director
adjunto de La Vanguardia y presidente de la Asociación de la Prensa
de Barcelona, “parece como si los periodistas hubieran perdido el
rumbo de su oficio y la orientación acerca del papel que les
corresponde en el gran teatro del mundo”. Claro que no quiere
mostrarse pesimista “porque estoy persuadido -revela- de que
todavía quedan profesionales románticos, conscientes de su cometido
de servicio al público y plenamente dedicados a la tarea de intentar
llevarlo a la práctica en beneficio de la sociedad, que debe
implicarse cada vez más en esta tarea “cómplice” de exigencia
deontológica”.
Hablemos
de esta exigencia. Debemos consignar que la Federación de
Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), en la que están
integradas las de Tenerife y Las Palmas, ha aprobado y dispone de un
Código Deontológico cuyo preámbulo nos permitimos reproducir
porque es una premisa bastante significativa:
“En
el marco de las libertades civiles consagradas en la Constitución,
que constituyen la referencia necesaria para una sociedad plenamente
democrática, el ejercicio profesional del Periodismo representa un
importante compromiso social, para que se haga realidad para todos
los ciudadanos el libre y eficaz desarrollo de los derechos
fundamentales sobre la libre información y expresión de las ideas.
“Como
su sujeto e instrumento de la libertad de expresión, los periodistas
reconocen y garantizan que su ejercicio profesional es el cauce de
manifestación de una opinión pública libre dentro del pluralismo
de un Estado democrático y social de Derecho.
“Pero
los periodistas, también, consideran que su ejercicio profesional en
el uso y disfrute de sus derechos constitucionales a la libertad de
expresión y al derecho a la información, está sometido a los
límites que impidan la vulneración de otros derechos fundamentales.
“Por
ello, a la hora de asumir estos compromisos, y como verdadera
garantía que ofrece a la sociedad española, a la que sirve, la
profesión periodística entiende que le corresponde mantener,
colectiva e individualmente, una intachable conducta en cuanto se
refiere a la ética y la deontología de la información. Los
periodistas, integrados en la Federación de Asociaciones de la
Prensa de España, se comprometen con la sociedad a mantener en el
ejercicio de su profesión los principios éticos y deontológicos
que le son propios”.
Vayamos
desmenuzando algunos conceptos de este preámbulo. Habla del sistema
de libertades civiles y del ejercicio del periodismo como un
importante compromiso social, sostén del desarrollo de derechos
fundamentales relativos a la libre información y expresión de las
ideas. Da por hecho que canaliza una opinión pública en el marco de
las características del Estado consagrado en el artículo 1 de la
Constitución de 1978. Advierte que hay límites pues no se puede
vulnerar otros derechos fundamentales, y concluye que la profesión
debe velar por el mantenimiento, individual y colectivo, de una
intachable conducta en lo concerniente a la ética y la deontología
de la información.
El
Código de la FAPE está dividido en tres partes. En la primera se
recogen los denominados Principios
generales.
La segunda está dedicada al Estatuto
y
la tercera incluye los Principios
de actuación.
Es
menester detenerse en algunas ideas básicas que ayudan a valorar la
importancia de una herramienta de esta naturaleza. Para informar,
para escribir y para opinar, hay que saber manejarla. Y la destreza
se consigue no solo con los conocimientos teóricos sino a base de
oficio.
Por
ejemplo: el primer compromiso ético del periodista es el respeto a
la verdad. Eso significa que hay que defender la necesidad de la
libertad de investigar para luego difundir con honestidad tanto la
información como la libertad del comentario y de la crítica.
Algo
en lo que hay que insistir las veces que haga falta pues abundan los
incumplimientos que, a su vez, degeneran en errores, falacias y
distorsiones: el periodista respetará el derecho de las personas a
su propia identidad e imagen, de modo que tenga muy presente los
siguientes considerandos:
a)
Solo la defensa del interés público justifica las intromisiones o
indagaciones sobre la vida privada de una persona sin su previo
consentimiento.
b)
En el tratamiento informativo de los asuntos en que medien elementos
de dolor o aflicción en las personas afectadas, el periodista
evitará la intromisión gratuita y las especulaciones innecesarias
sobre sus sentimientos y circunstancias.
c)
Las restricciones sobre intromisiones en la intimidad deberán
observarse con especial cuidado cuando se trate de personas
ingresadas en Centros hospitalarios o en instituciones similares.
d)
Se prestará especial atención al tratamiento de asuntos que afecten
a la infancia y a la juventud y se respetará el derecho a la
intimidad de los menores.
El
periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente
mientras no se demuestre lo contrario, principalmente cuando los
contenidos informativos estén sometidos al conocimiento de los
tribunales de justicia. No es lo mismo un acusado que un condenado;
no es lo mismo un reo que un delincuente. El término
presunto/presunta se convierte pues en una referencia primordial.
Pide
el Código que se extreme el celo profesional “en el respeto a los
derechos de los más débiles y los discriminados”. En este
sentido, es taxativo cuando expresa que:
a)
Debe, por ello, abstenerse de aludir, de modo despectivo o con
prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una
persona o cualquier enfermedad o minusvalía física o mental que
padezca.
b)
Debe también abstenerse de publicar tales datos, salvo que guarden
relación directa con la información publicada.
c)
Debe, finalmente, y con carácter general, evitar expresiones o
testimonios vejatorios o lesivos para la condición personal de los
individuos y su integridad física y moral.
El
ejercicio de la profesión periodística debe estar amparado en unos
derechos y deberes que darían carta de naturaleza a un Estatuto
profesional para garantizar su independencia y equidad en el
desempeño de dicha profesión. Por ello debe estar amparado, en su
empresa o por las organizaciones asociativas o corporativas, para
mantener el secreto profesional o vigilar el cumplimiento por parte
de las administraciones e institucionales públicas de su obligación
de transparencia informativa. No menos importante es que respete y
haga respetar los derechos de autor que se derivan de toda actividad
creativa.
Los
Principios
de actuación establecidos
en el Código Deontológico de la FAPE orientan el desempeño
profesional más adecuado. Habría que tomárselos con un sentido de
mayor autoexigencia. Recordemos que hay un compromiso con la verdad,
luego no hay que falsificar documentos ni omitir informaciones
esenciales ni tampoco publicar material informativo falso, engañoso
o deformado.
Se
alude en esta tercera parte del Código a dos situaciones poco
frecuentes en el ejercicio cotidiano. Por una parte, la oportunidad
de replicar: sin necesidad de que los afectados acudan a la vía
judicial, el periodista deberá facilitar a las personas físicas o
jurídicas la adecuada oportunidad de replicar a las inexactitudes. Y
por otra, el escrupuloso respeto al método off
the record, “cuando
haya sido expresamente invocado o se deduzca que tal fue la voluntad
del informante”.
Una
apreciación importante dentro de este apartado. Se señala que “el
periodista establecerá siempre
una clara e inequívoca distinción entre los hechos que narra y lo
que puedan ser opiniones, interpretaciones o conjeturas, aunque en el
ejercicio de su actividad profesional no está obligado a ser
neutral”. Y nada de primas ya que “no aceptará, ni directa ni
indirectamente, retribuciones o gratificaciones de terceros, por
promover, orientar, influir o haber publicado informaciones u
opiniones de cualquier naturaleza”.
(continuará mañana).
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