Sea
larga o corta la legislatura, lo importante es que, a lo largo de la
misma, sea posible afrontar y regular algunos hechos que son básicos
en la convivencia social y política de los españoles. El derecho de
la ciudadanía a la información y la comunicación, por ejemplo,
necesita de un impulso serio y, si nos apuran, de un aldabonazo que
haga ver a los poderes públicos, a las instituciones y a los actores
sociales la importancia que entraña.
Por
distintas razones, no soplan vientos muy favorables para ese derecho,
condicionado o amenazado desde distintos puntos de vista. Bien por
restricciones bien por excesos, ese derecho fundamental y
constitucional requiere un apuntalamiento legal, un marco que fije
las reglas del juego y en el que los medios y la ciudadanía sepan a
qué atenerse.
No
es solo la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana
(popularmente conocida como Ley
Mordaza) lo
que preocupa, aunque se sitúa como uno de los primeros objetivos
para modificarla o revisarla, prácticamente en su totalidad. El
asunto generó mucho espacio en las ofertas programáticas de la
práctica totalidad de los partidos políticos y propició debates en
las pasadas campañas electorales hasta convertirse en una demanda de
organizaciones cívicas y agentes sociales, de modo que los grupos
parlamentarios en la oposición tienen todo un campo que cultivar con
tal de obtener resultados que no solo espanten represalias y
autoritarismos sino que propicien comportamientos sociales maduros y
ajustados a las exigencias de la sociedad de nuestro tiempo. El
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha anticipado en Galicia el
pasado fin de semana, que esta debe ser la legislatura del diálogo.
Pues ahí tiene una materia en la que debe esmerarse.
Ha
sido la Federación de Sindicatos de Periodistas de España (FeSP) la
que ha reivindicado recientemente una Ley General de la Comunicación
que pudiera estar en consonancia con la legislación vigente en la
Unión Europea (UE) y en otros países del mundo. El órgano
ejecutivo de la FeSP ha aprovechado para recordar que no es solo la
Ley
Mordaza lo
que se debe estudiar y debatir. Reclama que en esa norma general
conste la definición de los derechos y deberes de los periodistas
así como el estatus de los colaboradores y periodistas a la pieza.
Llega más lejos la Federación cuando plantea con toda nitidez que
una tercera parte del espacio radioeléctrico quede reservada para
emisoras de radio y televisión del Tercer Sector sin ánimo de
lucro.
Y
ya que estamos, se debería afrontar la reforma de Radiotelevisión
Española (RTVE), tan cuestionada en su modelo y en la tendenciosidad
de algunos tratamientos informativos de sus espacios que han generado
una considerable pérdida de credibilidad y capacidad competitiva. Si
hay voluntad política (cabe dudarlo) sería bueno reconsiderar el
sistema de elección del presidente, aunque es más relevante que se
remarque el papel de servicio público cualificado y que disponga de
financiación suficiente. Para que vuelva a apreciarse el pluralismo
y la independencia del Gobierno, hay que trabajar y cambiar mucho la
filosofía.
No
es imposible, claro; pero a ver cómo lo aceptan el Gobierno y los
grupos que lo sustentan. Ya de dijo: algo más que voluntad política.
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