El
servicio de Estudios del BBVA ha dado a conocer un estudio sobre la
evolución del sector turístico en España del que se desprende que
la mitad de los nuevos turistas captados en distintos mercados son
prestados. Atención a este término que puede tener largo recorrido
si se mantienen las circunstancias: los conflictos, la seguridad en
riesgo -incluso de actos terroristas- y la inestabilidad en destinos
competidores. En pleno éxtasis de plusmarcas de afluencia y
ocupación, el informe de la entidad financiera ha venido a
contrastar las impresiones que expertos, profesionales y ejecutivos
han ido atesorando durante los últimos tiempos: crecemos, sí;
batimos récords, también; pero factores exógenos son determinantes
a la hora de encontrar las razones. Cierto que los valores propios y
la singular oferta naturalista de Canarias inciden en los mercados
europeos pero -aunque haya que decirlo sin alegrarse del mal ajeno-
lo que ocurre en territorios del Mediterráneo y Oriente y la misma
Francia es significativo a la hora de interpretar tendencias y
preferencias.
Para
los autores del estudio, los dos archipiélagos españoles, Baleares
y Canarias, han sido las dos comunidades grandes beneficiadas de la
negativa dinámica descrita anteriormente. Calculan que entre los
nuevos visitantes, debería interpretarse como “prestados por los
conflictos de sus competidores internacionales el 63 y el 56%,
respectivamente”. Datos añadidos: por provincias, la más
beneficiada es Las Palmas ya que se considera que el 68,2% de sus
nuevos clientes proceden desde otros destinos inestables. La
provincia de Santa Cruz de Tenerife ocupa un discreto quinto puesto
con un 33%.
En
el análisis del BBVA se consigna, por ejemplo, que Turquía ha
perdido este año un 30% de su turismo; y que Francia, el país más
visitado del mundo, ha visto caer en 2016 hasta un 16% la afluencia
de turistas. Los retrocesos de Grecia, afectada por su conflictividad
social y las procelosas relaciones con los responsables de la Unión
Europea (UE), alcanzan el 8%.
Habrá
que relativizar, por tanto, los discursos triunfalistas sobre el auge
turístico, otro boom, una
segunda época dorada en la que, como hemos escrito, se baila a ritmo
de récords. Esa bonanza mejora la productividad sin duda y llegaría
a niveles de excelencia si la calidad del empleo generado fuese
mayor. Pero el debate estriba en si se está aprovechando esa
coyuntura tan favorable para innovar y cualificar el producto, para
racionalizar la oferta, para incentivar la formación, para mejorar
los servicios y sus respectivas prestaciones... en fin, para
fidelizar la clientela, principalmente para esa mitad que se
considera prestada.
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