Para
quienes aún no conozcan el significado y el papel de los troles,
sepan que se trata de aquellas personas que, sobre todo en Internet,
redes sociales, foros de discusión o chats, publican mensajes
provocadores con la intención de molestar, distorsionar o producir
una respuesta negativa e interesada con distinta finalidad, incluida
la de enfrentar a los participantes. Sobra decir que, amparados
posiblemente en una identidad falsa, emplean términos ofensivos y
expresiones soeces que pueden resultar insultantes, vejatorios o
denigrantes (En Wikipedia se
recomienda “no alimentar al trol, por favor”, se sugiere que no
debe reaccionarse ante un trol, que no deben usarse enfoques
parecidos que redunden en discusiones inconducentes e interminables).
Convendría
precisar también otro concepto, la posverdad (también identificada
como mentira emotiva), palabra del año 2016 para el Diccionario
Oxford que la admite como un neologismo cuyo significado “denota
circunstancias en que los hechos subjetivos influyen menos en la
formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción
y la creencia personal”. Un editorial de la revista The
Economist, al relacionar el
concepto con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump,
señala que la política posverdad es “una confianza en
afirmaciones que 'se sienten verdad' pero no se apoyan en la
realidad”.
Con
estas dos premisas, planteadas simplemente para poner en situación a
los lectores, acerquémonos a la iniciativa de un periódico noruego,
NKRbeta, que desde
hace unas semanas ha introducido una exigencia a sus lectores
interesados en comentar alguno de los artículos publicados: antes de
hacerlo, habrán de responder a tres sencillas preguntas. El
director, Stale Grut, ha explicado: “Teníamos que hacer algo para
que todo el mundo estuviese en el mismo lugar antes de comentar y
tuviese claro qué es lo que el artículo dice y lo que el artículo
no dice”.
La medida es llamativa. Es
decir, responder para verificar la lectura y luego opinar. Hay que
leer el artículo completo y discernir, disponer de elementos de
juicio propios. Es un precedente propenso a convertirse en fórmula
metódica que puede frenar a los troles e impedir el crecimiento de
la posverdad. Antes de expresarse de forma inapropiada, hay que
demostrar, mediante las respuestas requeridas, que se ha leído la
información o el texto. Ya se verá hasta dónde llega el
planteamiento del medio noruego y si es capaz de resistir las
esquivas de los internautas que, seguro, buscarán.
Una primera valoración
señala que los comentarios pueden ser tremendamente positivos pues
es posible que surjan expertos que enriquezcan las informaciones o
lectores que, simplemente, manifiesten dudas sobre algo que no ha
quedado claro o expresen su opinión de forma cabal y respetuosa. Se
trataría, como valor añadido, de evitar que la sección de
comentarios se convierta en un vaivén de insultos y
descalificaciones entre troles.
El editor del periódico
noruego, Marius Arnesen, señaló que con las tres preguntas, “nos
aseguramos que la discusión se inicia con una base de conocimiento
común”, una manera de moderar el debate y también de acabar con
reacciones incendiarias no deseadas que terminan ahuyentando a los
usuarios y visitantes del medio.
Aún
es pronto para evaluar la experiencia pero, frente a otros periódicos
que ya han decidido suprimir los espacios dedicados a comentarios,
otros medios de postín como The New York Times, The
Guardian o el ya citado The
Economist, están haciendo
probaturas para encontrar soportes que tengan una doble utilidad:
acabar con los comentarios insolentes e inadecuados y reclamar la
atención de lectores capaces de hacer buen uso de su intelecto.
Troles y posverdad, pues,
ya lo saben. Se les acota el margen.
Muy acertado Salvador
ResponderEliminarA ver, sin llegar superar al inventor de la tortilla de papas, la idea es buena.
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