Estamos en puertas de la
implantación de un segundo dividendo digital en el universo de la
Televisión Digital Terrestre (TDT). Es cierto que hasta junio del
próximo año -mes en que el Gobierno de España debe presentar ante
los organismos competentes de Bruselas su hoja de ruta, con un
calendario específico- parece quedar aún mucho tiempo, pero no es
menos cierto que el silencio que mantiene el Ministerio de Energía,
Turismo y Agenda Digital desconcierta al sector audiovisual que teme
zozobrar si no se conocen los planes y se ponen en marcha los
preparativos correspondientes. Se habla de un nuevo apagón y hasta
de una bomba de relojería en caso de carecer de bases firmes y
directrices concretas. Por supuesto, no es solo la reordenación y el
salto tecnológico sino los millones que significará y el volumen de
negocio que está en juego. Esto interesa a todos, consumidores por
supuesto.
¿Qué
es el dividendo digital? De acuerdo con tratados técnicos, pues el
conjunto de frecuencias que han quedado disponibles en la banda de
frecuencias tradicionalmente utilizada para la emisión de la
televisión, gracias a la migración de la televisión analógica a
la digital. Para que los ciudadanos puedan disfrutar de este
dividendo en forma de nuevos servicios de banda ancha inalámbrica,
es necesario disponer de un conjunto de frecuencias contiguo. En
Europa se determinó que este conjunto de frecuencias sería la banda
de 800 MHz (790-862 MHz). En España, las frecuencias del Dividendo
Digital, estaban esparcidas, y la banda de frecuencias de 800 MHz
estaba ocupada, en parte, por algunos canales de la TDT (canales 61
al 69 de UHF). La liberación del Dividendo Digital fue el proceso de
reordenación de frecuencias necesario para que la banda 800 MHz
quedara disponible en toda Europa. Tras la liberación, el pasado 31
de marzo, la banda de 800 MHz dejó de utilizarse para la transmisión
de la TDT y se ha asignado a los operadores de telefonía móvil para
prestar nuevos servicios de banda ancha de cuarta generación (4G).
Este
segundo dividendo digital, siguiendo las mismas fuentes técnicas,
acarreará una nueva reorganización de canales que pasa por la
liberación de la banda de 700 MHz del espectro radioeléctrico a
favor de los servicios de telefonía móvil 5G. España, para
ejecutarlo, tiene que llevar a cabo un nuevo proceso de antenización
similar al del primer dividendo digital, cuando hubo que dejar
espacio a los móviles de 4G. Según un primer estudio elaborado por
la empresa de satélites SES
Astra Ibérica, será
necesario actualizar el 87% de los receptores de televisión.
Recuerden que el segundo apagón de la TDT producido en nuestro país
en los primeros días del presente mes de abril, ya hubo hasta diez
mil edificios que se quedaron en negro a la espera de la nueva
resintonización.
El
problema estriba en que en otros países europeos ya se han puesto a
trabajar y los operadores españoles temen ir a remolque. La Comisión
Europea (CE) ha cuantificado en ochocientos noventa millones de euros
el coste de la adaptación de las redes TDT. Otra cifra mareante:
está previsto recaudar de los operadores once mil millones de euros
en las obligadas subastas de frecuencia. Las compañías de
telecomunicaciones (popularmente conocidas como telecos)
serían
las grandes beneficiadas en caso de que se dilaten los procesos y los
plazos establecidos por Europa, allá para 2020.
Y
mientras, el Gobierno guarda silencio, no se sabe muy bien por qué.
O quizás sí: temor a una nueva sanción al no cumplir las
sentencias que declararon fuera de la ley las ayudas a la TDT
-elevadas a doscientos sesenta millones de euros- por no respetar el
principio de neutralidad tecnológica. Tiene que ser un negocio...
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