Y otro poquito de sensibilidad, claro. Para cuidar nuestras cosas, para apreciarlas, para hacer que luzcan. Tiene la ciudad algunas realidades de abandono que es como para echarse a llorar. Pero eso no basta o no arregla el problema: la resignación no es la mejor terapia para superar esos monumentos que se deterioran, ese patrimonio que envejece sin una mísera mano humana que se apiade, esos rincones tan visibles, por transitados, que ofrecen un aspecto deprimente.
En algunos casos, cierto que el mejor cuidado empieza por la ciudadanía misma. El respeto y el adecuado uso de los recursos naturales, paisajísticos o patrimoniales son factores determinantes para que la personalidad urbanística de un municipio se distinga y se consolide… porque los habitantes se identifican y se esmeran en el mantenimiento de su estado. Es una de las pruebas del civismo que hay que reivindicar a la vista de cómo están algunas referencias de la geografía urbana, visitadas en estos días de tan altas y molestas temperaturas, alterados o animados por la suerte futbolística.
Pero, desgraciadamente, ya saben que no ocurre así. A veces, son los propios portuenses los primeros en desgastar o en comportarse de forma que, más pronto que tarde, se hace palpable la escasa voluntad de respetar y colaborar o se contrasta la desidia, rematada por la carencia de mantenimiento de quien corresponde, esto es, la administración local.
Por ejemplo, días después de la celebración de San Juan, playa Jardín aún tiene zonas intransitables o llenas de desperdicios. Los jardines de las inmediaciones dejan mucho de estar atrayentes. Hay numerosos desperfectos en los paseos interiores que llegan hasta Punta Brava. En algunas avenidas de las cercanías, los rótulos están dañados desde hace meses.
Hacia el centro, es como si algunos monumentos o bustos hubieran sido castigados por alguna plaga que hasta desnaturaliza su color. Por el este, muchos transeúntes ya se quejan del progresivo deterioro que en pocas fechas ha sufrido la remodelación de una céntrica avenida, aunque esa queja nada se compara con la que se expresa cada vez que se pasa en torno al edificio ‘Iders’, que parece condenado, no sólo judicialmente, a sufrir la cadena perpetua de la incomprensión, de la discordia y de la especulación ilimitada.
Y miren, ya puestos, que hagan algo por el Lago. Nos cuesta aceptar que un concejal, un funcionario, un encargado, un operario o un policía, no se han detenido, siquiera a contemplarlos, en los desperfectos en las esculturas, que empiezan a ser graves. Tenemos la impresión de que hace años que los soportes de madera no se tratan con productos protectores y antipolilla y se está dejando quemar la madera. Al ‘Monumento al mar’ le han puesto un parche y ¡lo han pintado de blanco con la pintura del lago! La escultura móvil de la entrada (Barlovento) está totalmente oxidada.
Desde luego, con estos ejemplos y con otros muchos que serían apreciados con un recorrido más detenido, sería deseable que desde el Ayuntamiento, porque se le ocurra a alguien, bien desde la oposición bien desde el gobierno, se emprendiera una tarea mínimamente planificada conducente al mantenimiento de estos lugares públicos que tanto impacto negativo despiertan entre los visitantes cuando es fácilmente comprobable su abandono.
Porque éstas también son, no se olvide, señales de decadencia.
... fruto del propósito de contar cosas y comunicar, de seguir ejerciendo el oficio, de estar en contacto con la gente.
viernes, 29 de junio de 2012
jueves, 28 de junio de 2012
LA LENTA AGONÍA DE LA ESCRITURA
No escribimos. O cada vez menos usamos menos lápiz, bolígrafo o pluma. Las nuevas tecnologías que todo lo invaden y todo lo pueden hacen que la escritura manual sea cosa del pasado. Utilizamos los teclados de cualquier artilugio, por reducido que sea. La caligrafía ¿se acuerdan? pasa a mejor vida.
(Los que tenemos unos cuantos años en el oficio recordamos cómo algunos periodistas o escritores llevaban sus columnas manuscritas a las redacciones. Y había que transcribirlas, claro. El caso más reciente era el de Luis Alemany, flamante premio Canarias de Literatura, quien utilizaba las páginas de El País para redactar su texto. A eso de las nueve o diez de la noche aparecía en la sede de Diario de Avisos y los hombres de cierre lo transcribíamos, a veces dictado por él mismo).
Un periódico alemán, Bild, con más de tres millones de ejemplares de tirada, reivindica la escritura. Ante esa agonía que parece imparable, publicó ayer una portada escrita enteramente a mano, con un titular bien visible y de obligada lectura: "¡Alarma! La escritura manuel se extingue". Los datos en que se apoya no pueden ser más demoledores: uno de cada tres adultos no ha escrito nada en los últimos seis meses, según estudio de reciente elaboración. La mayoría de las personas en Alemania se comuniuca a través de SMS y correos electrónicos. Ni las postales, tan recurrentes en términos de vacaciones o viajes, que servían para escribir seis o siete líneas, son ya utilizadas.
La información de Bild recoge también las impresiones de Manfred Spitzer, director de una importante clínica siquiátrica. La escritura -viene a decir- es fundamental para fomentar la coordinación y las habilidades manuales y que su ejercicio periódico es básico para la actividad cerebral.
Pero nos hemos empeñado en no llevar bolígrafo, en utilizar la pluma solo para la firma de documentos. Qué tiempos aquéllos en los que se empleaba el lápiz para hacer los crucigramas. O en disponer de un bolígrafo de color rojo para revisar y corregir los textos antes de que fueran definitivos.
La escritura manual agoniza. El tabloide germano la reivindica con una portada para la historia y un mensaje llamativo. Contrastes de nuestro tiempo.
lunes, 25 de junio de 2012
RECORTAR HASTA LOS DEBATES
La cosa empezó mal, ¿recuerdan?, cuando la convocatoria en
que dio a conocer la composición de su gabinete. Se limitó a leer los nombres y
apellidos de los ministros y ministras y sus respectivas carteras. Estábamos esa
tarde decembrina en plena tertulia radiofónica de esta casa, interrumpida para
tan importante trance informativo -ni más ni menos que el nuevo Gobierno salido
de las urnas- cuando aquel lacónico anuncio, sin explicaciones ni preguntas ni
nada, se saldó entre el estupor y el precipitado análisis de cada quien según
el grado de conocimiento de los miembros del ejecutivo. Ojalá no sea esta
comunicación, fulminantemente despachada, la tónica de la legislatura, dijimos
con asentimiento de los demás intervinientes.
La cosa
siguió peor, ¿recuerdan?, cuando aquella espantada del presidente del Gobierno
por los garajes del Senado, huyendo literalmente de los periodistas que
aspiraban a un mensaje de tranquilidad cuando los escenarios
económico-financieros empeoraban por horas. El deseo se iba desvaneciendo.
Y así, entre
escapismo y evasivas, apenas compensadas con algunas declaraciones en el
extranjero, alguna parca e insuficiente nota oficial y aquella americanizada
comparecencia dominical de mediodía en La Moncloa, ha continuado ese afán del
presidente Rajoy por eludir al periodismo -nada que ver con sus frecuentes
apariciones antes de serlo-, tiñendo de incertidumbre lo que de por sí la
realidad y los acontecimientos entrañaban. No es exceso de prudencia o cautela,
sino de silencio. Esa actitud ha favorecido ganarse a pulso la condición de
ausente o ajeno, de huidizo o escondido, como si la cosa no fuera con él, hasta
el punto de convertirse en un problema: no tiene un enemigo o un hándicap el
presidente con las hemerotecas, que también; ni que se haga mofa y befa de sus
dichos y contradicciones, sino que tal actitud está generando malestar entre
sus propios correligionarios y no digamos en cierto fuego periodístico amigo
que, sin traicionar las esencias, ve cada vez más insostenible defender lo indefendible.
Ya le han enviado un par de avisos.
Pero el
problema se ha complicado con la cancelación del debate sobre el estado de la
Nación, víctima también del bisturí político, o lo que es igual, de los
recortes de un ejecutivo que hace mal en saltarse algunos métodos, más o menos
intocables, de la praxis democrática. Si en algún momento ese debate puede
interesar, es el actual. Rehuir la tribuna del Parlamento en una situación como
la que vive el país es exponerse a una crítica inmisericorde. Unas incógnitas
como las que suscita el rescate de parte de la banca, por no mencionar el
desempleo o la minería, el copago o el desprestigio de la justicia, en
definitiva, la crisis de institucionalidad que se atraviesa, bien que merecen
una comparecencia -y si fuera a petición propia, mejor- en el marco adecuado,
que son las Cortes representativas de la voluntad popular que está quedándose
huérfana ante las elusiones y el desdén con que la “obsequia” el jefe del
ejecutivo.
No es
exageración decir que España se debate en una preocupante y delicada coyuntura
histórica. Eso exige gobernantes que estén a la altura, que informen, que
comuniquen, que digan lo que se quiere o se puede hacer. No es lo que está
sucediendo. Pero hay tácticas que no se pueden usar toda la vida. Y Rajoy lo
sabe: los avisos -más que los mensajes- recibidos son todo un síntoma.
FRUSTRACIÓN DEPORTIVA
Se queda el Tenerife en Segunda B. Pero, independientemente de la suerte que corra en el futuro, no son exclusivamente balompédicas las penurias deportivas tinerfeñas. Baste un breve repaso a lo que ocurre en otras disciplinas: se quedó el Canarias sin su plaza en la ACB, no se sabe si resistirá el Voleibol Aguere, qué habrá sido del Tenerife Marichal, tampoco hay opciones de competir con los grandes del balonmano, del hockey, del waterpolo… Quedan los Marlins en el más que minoritario béisbol. A saber cuánto durarán.
El panorama es desolador, francamente. La crisis se llevó por delante a clubes. Antes, unos cuantos dirigentes tuvieron que decir adiós. A algunos les costó la vida, por cierto. El deporte tinerfeño, ahora mismo está sumido en uno de sus momentos más atribulados. Lo peor es que el porvenir se escribe con las letras de incertidumbre y con las pesimistas que ustedes quieran añadir: el Gobierno ha anunciado restricciones en las ayudas para los desplazamientos, por lo que las opciones de ser competitivos, en cualquier disciplina y en el plano colectivo, se reducen al máximo. Los deportistas individuales también tendrán que redoblar sus esfuerzos para mantenerse y codearse con los grandes.
Todos tendrán que nutrirse de la cantera, como primera medida de adaptación a la realidad, pero sus progresos y el espíritu de superación que debe distinguirles será difícil contrastarlos en ámbitos insulares o exclusivamente autonómicos. Se trata de un trabajo arduo, duradero, que requiere paciencia… hasta que cuaje una generación o un bloque que favorezca un salto cualitativo.
Queda el consuelo de las aficiones, de su constancia, de su fidelidad. La respuesta del mediodía de ayer en el Heliodoro, mientras unos descerebrados arrojaban botellas y objetos, otros coreaban el nombre del equipo o de algún jugador y hasta le sacaban a hombros, es significativa a del ansia que se tiene para codearse, hasta en los gestos y en las formas, con el ambiente de las categorías más altas. Habrá que esperar.
Lo cierto es que la frustración deportiva se suma a la social. Más descontento, más malestar. Ese desahogo y ese escapismo que es el fútbol, principalmente, se complican cuando los fracasos culminan los proyectos y echan por tierra los trabajos de los despachos. Dicen que de los fiascos hay que aprender pero las supuestas enseñanzas hacen todavía más dura la realidad.
La frustración deportiva vive en las canchas y en las sedes sociales de las entidades tinerfeñas. Y se contagia a decenas, a miles de seguidores que han vivido un año horroroso que ni el más optimista de los decepcionados es capaz de mitigar pensando en el futuro
El panorama es desolador, francamente. La crisis se llevó por delante a clubes. Antes, unos cuantos dirigentes tuvieron que decir adiós. A algunos les costó la vida, por cierto. El deporte tinerfeño, ahora mismo está sumido en uno de sus momentos más atribulados. Lo peor es que el porvenir se escribe con las letras de incertidumbre y con las pesimistas que ustedes quieran añadir: el Gobierno ha anunciado restricciones en las ayudas para los desplazamientos, por lo que las opciones de ser competitivos, en cualquier disciplina y en el plano colectivo, se reducen al máximo. Los deportistas individuales también tendrán que redoblar sus esfuerzos para mantenerse y codearse con los grandes.
Todos tendrán que nutrirse de la cantera, como primera medida de adaptación a la realidad, pero sus progresos y el espíritu de superación que debe distinguirles será difícil contrastarlos en ámbitos insulares o exclusivamente autonómicos. Se trata de un trabajo arduo, duradero, que requiere paciencia… hasta que cuaje una generación o un bloque que favorezca un salto cualitativo.
Queda el consuelo de las aficiones, de su constancia, de su fidelidad. La respuesta del mediodía de ayer en el Heliodoro, mientras unos descerebrados arrojaban botellas y objetos, otros coreaban el nombre del equipo o de algún jugador y hasta le sacaban a hombros, es significativa a del ansia que se tiene para codearse, hasta en los gestos y en las formas, con el ambiente de las categorías más altas. Habrá que esperar.
Lo cierto es que la frustración deportiva se suma a la social. Más descontento, más malestar. Ese desahogo y ese escapismo que es el fútbol, principalmente, se complican cuando los fracasos culminan los proyectos y echan por tierra los trabajos de los despachos. Dicen que de los fiascos hay que aprender pero las supuestas enseñanzas hacen todavía más dura la realidad.
La frustración deportiva vive en las canchas y en las sedes sociales de las entidades tinerfeñas. Y se contagia a decenas, a miles de seguidores que han vivido un año horroroso que ni el más optimista de los decepcionados es capaz de mitigar pensando en el futuro
sábado, 23 de junio de 2012
MEMORABLE ACTUACIÓN DE ESTELA RAVAL Y LOS CINCO LATINOS
Nos alertó Evaristo Fuentes, siempre tan
atento a los acontecimientos y a los personajes que, de alguna manera, han
proyectado el nombre del Puerto de la Cruz y del valle de La Orotava. Hace unas
semanas que falleció en una clínica de Buenos Aires Estela Raval, la enorme
vocalista de aquel famoso grupo músico-vocal denominado “Los Cinco Latinos”.
La recordábamos desde la adolescencia,
cuando buscábamos sus discos y cuando actuó en el portuense hotel “Las Vegas”,
desde donde se emitió una larga temporada -en blanco y negro, por supuesto-
aquel espacio presentado por el inigualable Raúl Matas y titulado “Musical 14.05” . Evaristo hace una
descripción del ambiente de la época: “Las Vegas” fue ejemplo de lujo y
confort; eran pocos los turistas, un par de miles, pero eran la crea y nata, la
‘high society’, la ‘jet set’ de la Europa occidental”.
¡Quién nos iba a decir que al cabo de los
años tendríamos oportunidad de presentar a Estela Raval y “Los Cinco Latinos”! Fue
en el verano de 1982, en la sala “Andrómeda” de la “Isla del Lago”, en el marco
de las inolvidables Galas OTA que patrocinaba Club de Vacaciones.
El grupo se había reunido después de haberse
disuelto y de seguir caminos profesionales separados. En ocasión del Campeonato Mundial
de Fútbol de 1982 en España, iniciaron una exitosa gira. Aquella fue una noche
especial, sin una butaca libre en aquel espacio sofisticado e incomparable.
Hasta pocos minutos de empezar, estuvieron haciendo pruebas con una iluminación
especial para la grabación televisiva de la actuación. Ricardo Romero ,
esposo de la cantante, verificaba una y otra vez esas pruebas, casi hasta
incomodarse. Estela, en los camerinos, se mostró algo asombrada con la juventud
del presentador. Y al final, en el intercambio de felicitaciones, comentó: “Se
nota que tienes tablas y que eres de radio”. Fue una noche con licencia para la nostalgia. El
público pidió bises… hasta que se agotó el repertorio.
Después de la actuación, publicamos en Diario de Avisos, edición de 13 de
agosto, una reseña, con dos fotos de Enrique Serrano, titulada de la siguiente
manera:
Estela
Raval, inigualable
“Los Cinco Latinos”: Cualquier tiempo
presente es mejor
“Ricardo, ‘mirá’: No importa que haya
problemas con la luminotecnia reforzada para la grabación televisiva. El show
quedó igual de guapo porque donde hubo profesionalidad, entrega y talento,
siempre queda. Y es que “Los Cinco Latinos” nunca mueren. ¿Por qué? Muy
sencillo. Porque hay un estilo, un sello propio y se conserva el toque
inconfundible de una inigualable Estela Raval. Una Estela que merece un párrafo
aparte.
“Estela,
‘chapeau’. Todos comprendimos el porqué de esa confesión franca de encontrarte
en el momento álgido de tu carrera. Y hay que inclinarse ante la sencillez, el
equilibrio, el ajuste vocal. Estela se halla justo en el centro de un
espectáculo que es, además de un canto a la nostalgia, el éxito redivivo de un
conjunto que hace doce años se disolvía para ahora regresar con un éxito
superior al de entonces.
“Y
no hay más secretos que el de combinar melodías encadenadas -convenientemente
ambientadas, pese a que las luces no gustaran a Ricardo Romero, uno de los
fundadores del grupo- con temas estándar de plena vigencia. Hasta se agradecen
esos minutos que tras “La balada de la trompeta” se toman Estela y Ricardo para
“reposar”, hacer memoria y enternecer al respetable que goza, se entrega y
disfruta hasta corear con brillantez el “Buenos días, brillo de estrellas”.
“Más
de hora y media duró la actuación de “Los Cinco Latinos”, dos de cuyos
componentes son nuevos en relación con la formación original. Los de aquella
generación se divirtieron, vaya que sí. Rememorando, tarareando. Pero las
canciones de antes son éxitos de siempre y por eso los más jóvenes también se
identificaron con ese viaje por el pasado.
“El
nivel del show culmina con un “Don Quijote” que cabalgó por la sala “Andrómeda”
con toda la fuerza y toda la personalidad de una Estela Raval que, otra vez con
“Los Cinco Latinos”, comprueba que donde hubo siempre queda”.
En
efecto, dotada de una voz singular, fue considerada una auténtica reina de la
balada y de la interpretación melódica. En junio de 2011 aún cantaba en
destacados escenarios argentinos. Estela Raval falleció en una clínica
bonaerense, a los 83 años, luchando contra un cáncer de mama.
miércoles, 20 de junio de 2012
AÚN REGALANDO INFORMACIÓN
Un suceso que nunca dejará de regalar información. Lo dice Bob Woodward, uno de los dos periodistas que lo investigaron hasta el tuétano. Se han cumplido cuarenta años del Watergate, que sigue siendo una suerte de mito para el periodismo universal. Aquel robo perpetrado en la sede del Partido Demócrata propició un escándalo sin precedentes que costó meses después la presidencia a Richard Nixon y sumió a la sociedad norteamericana en una profunda crisis ética, tal es así que aún hoy vive con la sospecha de que aquello puede reditarse en cualquier momento.
Para los del oficio, Watergate es una palabra casi mágica, que dice un montón de cosas a la vez, una referencia obligada para entender, sobre todo, el periodismo de investigación. No es que Woodward y su compañero Carl Bernstein suplieran a la policía o a quienes tenían que asumir ese cometido pero sí dieron un paso decisivo de cómo contribuir al esclarecimiento de hechos que directamente incidían en la vida política y en el funcionamiento mismo de la democracia. Los frutos de su trabajo, publicados en el periódico The Washington Post, y en el célebre libro Todos los hombres del presidente, que inspiró la no menos célebre película de Alan Pakula, con el mismo título, son un ejemplo de riesgo, de tenacidad, de rigor, del valor de las fuentes, de lucha sin cuartel contra las presiones, de perseverancia… En definitiva, un ejemplo superior.
Quizás por todo eso el mito continúa. Es una historia de interés político y social, de poderes y contrapoderes, de corrupción y de vulneración de libertades. Incontables conexiones y ramificaciones. Con la perspectiva del tiempo, puede que con alguna clave aún por aflorar o despejar, con un aura enquistado de misterio, entre audacia, pericia y suspense, lo que prima, lo que ha prevalecido es el periodismo, el trabajo de Woodward y Bernstein, la labor incesante apoyada en la “garganta profunda”, expresión que inmortalizó la principal de las fuentes nutrientes del inmenso caudal de información que circuló hasta plasmarse en los textos publicados en el Post que hoy se debate, como tantos otros, en medio de la crisis del sector.
Los dos periodistas ganaron el Pulitzer, claro que sí, y se convirtieron en leyenda viva del periodismo universal pero lo que de verdad ocurrió fue que elevaron el papel de la prensa libre. El periodismo de investigación, tan de moda en nuestro país en determinados episodios, tiene en su profesionalidad y en su compromiso una referencia primordial.
Al cabo de cuatro décadas, el singular suceso, desde luego, sigue regalando información.
Para los del oficio, Watergate es una palabra casi mágica, que dice un montón de cosas a la vez, una referencia obligada para entender, sobre todo, el periodismo de investigación. No es que Woodward y su compañero Carl Bernstein suplieran a la policía o a quienes tenían que asumir ese cometido pero sí dieron un paso decisivo de cómo contribuir al esclarecimiento de hechos que directamente incidían en la vida política y en el funcionamiento mismo de la democracia. Los frutos de su trabajo, publicados en el periódico The Washington Post, y en el célebre libro Todos los hombres del presidente, que inspiró la no menos célebre película de Alan Pakula, con el mismo título, son un ejemplo de riesgo, de tenacidad, de rigor, del valor de las fuentes, de lucha sin cuartel contra las presiones, de perseverancia… En definitiva, un ejemplo superior.
Quizás por todo eso el mito continúa. Es una historia de interés político y social, de poderes y contrapoderes, de corrupción y de vulneración de libertades. Incontables conexiones y ramificaciones. Con la perspectiva del tiempo, puede que con alguna clave aún por aflorar o despejar, con un aura enquistado de misterio, entre audacia, pericia y suspense, lo que prima, lo que ha prevalecido es el periodismo, el trabajo de Woodward y Bernstein, la labor incesante apoyada en la “garganta profunda”, expresión que inmortalizó la principal de las fuentes nutrientes del inmenso caudal de información que circuló hasta plasmarse en los textos publicados en el Post que hoy se debate, como tantos otros, en medio de la crisis del sector.
Los dos periodistas ganaron el Pulitzer, claro que sí, y se convirtieron en leyenda viva del periodismo universal pero lo que de verdad ocurrió fue que elevaron el papel de la prensa libre. El periodismo de investigación, tan de moda en nuestro país en determinados episodios, tiene en su profesionalidad y en su compromiso una referencia primordial.
Al cabo de cuatro décadas, el singular suceso, desde luego, sigue regalando información.
martes, 19 de junio de 2012
SOMBRAS DE LA AMNISTÍA FISCAL
El gobierno de la ‘neolengua’, el mismo empeñado en los eufemismos orientados a la suavización de los hechos o los delitos, como para restar entidad o importancia y señalar que se legisla sobre problemas domésticos y cotidianos, llama “Programa especial de regularización de activos ocultos” a lo que es una amnistía fiscal con todas las vocales y consonantes.
Con la orden ya publicada en el Boletín Oficial del Estado, el Gobierno espera recaudar unos dos mil quinientos millones de euros. A partir del próximo mes de diciembre, se sabrá si los cálculos se han quedado tan pequeños como la cantidad citada pues la declaración tributaria especial para los implicados, que tiene carácter reservado, se tendrá que hacer antes del próximo 30 de noviembre. No será necesario demostrar la antigüedad del dinero que se consigne y bastará con que el contribuyente/defraudador ingrese el importe en una cuenta correspondiente para regularizarlo y acogerse, de ese modo, a la amnistía fiscal.
La norma, a simple vista, favorece nítidamente el blanqueo de dinero negro en metálico, incluido el procedente de delitos y permite que no se conozca el origen del dinero en efectivo ni el momento en que fue obtenido. No es por exagerar pero parece “barra libre” para quienes se han aprovechado de estas opacas, ilícitas y fraudulentas operaciones. Es inevitable que el asunto termine dirimiéndose en los tribunales de justicia.
El Gobierno, para curarse en salud, prevé, en este contexto, una medida razonable: que no se pueda realizar pagos en metálico por una cuantía superior a dos mil quinientos euros. No estaba previsto -como tantas otras cosas- en la oferta programática del Partido Popular pero, quizá acordándose de la referencia expresada por Pérez Rubalcaba en la campaña electoral, cifrada en tres mil euros, terminó fijando la cantidad citada.
Cabe dudar de las alforjas para el viaje gubernamental porque si la previsión es recaudar dos mil quinientos millones de euros, este total es menos de la cuarta parte de lo que recaudó el ejecutivo socialista en sus dos últimos años de gobierno al aplicar su Plan de lucha y prevención del fraude fiscal. Recordemos que los resultados de este Plan, entre 2006 y 2011, crecientes cada año, propiciaron un ingreso total en las arcas públicas superior a los cincuenta y seis mil millones de euros.
Es llamativo que hayan sido los propios componentes del sindicato mayoritario de los técnicos del Ministerio de Hacienda quienes hayan advertido que la amnistía fiscal invita al fraude y que en la medida, en sí misma, es un agravio comparativo con los contribuyentes que sí cumplen con sus compromisos fiscales. En ese sentido, es comprensible que salten las dudas sobre la seguridad jurídica de quienes decidan acogerse a la medida que aguardarán, un suponer, un nítido establecimiento de las reglas del juego si quieren que las sombras, tributaria y penal, no produzcan otros sobresaltos.
Porque las sombras, desde luego, repasando las mareantes cifras del dinero que salió del país en los últimos meses, siguen existiendo.
lunes, 18 de junio de 2012
AUTONOMÍA MUNICIPAL
Todo da a entender que el ámbito de lo local será un nuevo escenario de la pugna política entre los dos principales partidos políticos del país. El gubernamental, desde la secretaría de estado para las Administraciones Públicas, ya ha avanzado intenciones que no gustan a los socialistas en la oposición: está en juego la autonomía municipal, o lo que es igual, un retroceso que alcanza, según las primeras interpretaciones, la mismísima intervención de los ayuntamientos.
El problema no es sencillo pero hay que abordarlo en un contexto de recesiones y dificultades que obligan a un proceso de revisión del papel de las administraciones públicas, cada vez más condicionadas -por sus limitadas fuentes de ingresos- en la prestación de los servicios, básicos y complementarios, y en su propia capacidad inversora. Sería bueno y deseable que la pretendida reforma de lo local se asentara en un sistema de financiación sólido y estable pero no parece que haya muchos elementos de acuerdo, pese a que las circunstancias sean similares en corporaciones de distinto signo político.
En cualquier caso, los municipalistas deben saber que están ante un paso determinante para afrontar el porvenir. Puede darse por concluido un ciclo en el que, más allá de los liderazgos personales de los alcaldes, las cosas se han venido haciendo de una manera que ya se hace insostenible. Si al final del proceso, por ejemplo, se materializa una redimensión de competencias, si prospera, como se espera, la externalización de servicios, no harán falta, seguro, tantos concejales con dedicación exclusiva. El malestar de la ciudadanía, reactivo de sus exigencias de austeridad y contención del gasto, es otro factor de presión que los partidos políticos deben tener en cuenta no ya para ver cómo sortean la elaboración de las próximas candidaturas sino para persuadir con esquemas de funcionamiento operativos y ajustados a los tiempos que corren, en los que hay que seguir dando respuestas a la ciudadanía.
Claro que ese es un terreno también peligroso pues a la reducción o supresión de competencias hay que sumar la perdida de autonomía que se traduciría, ineluctablemente, en configurar los ayuntamientos como meros instrumentos administrativos. Y entonces podría ser peor el remedio, porque hay que dar respuesta a cuestiones pendientes como la proporcionalidad poblacional representativa en los consistorios, las alternativas a la fusión o desaparición de municipios en forma de mancomunidades de servicios, la idoneidad del régimen electoral específico (incluyendo elección de alcaldes y censura) y los corsés derivados de la estabilidad presupuestaria.
Ni alcaldes ni ediles, seguro, quieren ver disminuido el papel institucional. Ni elementales instrumentos de gestión administrativa ni administraciones de segunda. Si los planteamientos en la propuesta del Gobierno propenden en esa dirección, no sólo se estaría dando otro paso en el desmantelamiento de los servicios públicos sino que se acentuarían los fantasmas de la tutela propios de otra época.
Si esa es la modernidad…
sábado, 16 de junio de 2012
DE UNAS CASETAS Y DE UN PRETENDIDO DERRIBO
Sin
otro ánimo que el de aclarar y evitar que una afirmación se dé por hecha cuando
no es cierta, escribimos hoy a propósito de una información publicada en Diario
de Avisos (miércoles 13 de junio), relativa a las instalaciones edificadas al
final de la avenida Colón, junto a la playa Martiánez, parte de la cual
reproducimos:
“Lo mejor
sería tirar las casetas de Martiánez”. Así de claro se mostró ayer el alcalde
portuense, Marcos Brito, durante una rueda de prensa celebrada en el
consistorio durante la cual manifestó su parecer sobre la utilidad de estas
instalaciones.
Además,
indicó que “ya se ha pedido el permiso a la Dirección General de Sostenibilidad
de la Costa y el Mar y cuando lo tengamos veremos cómo buscar los recursos para
derribarlos, aunque para algunos será una barbaridad”.
Estas
construcciones, levantadas durante el Gobierno de Salvador García (PSOE), han
estado siempre en el debate debido a su supuesta utilidad, rentabilidad e
impacto medioambiental, y siempre han enfrentado al gobierno y a la
oposición…”.
Hemos
de negarlo. Al acceder a la alcaldía, en 1999, ya estaban edificadas, formando
parte de un proyecto de acondicionamiento del dominio público
marítimo-terrestre, financiado con fondos del Estado desde los mandatos
anteriores. Estaban adscritas al objeto social de la sociedad Pamarsa, que las
explotaba.
Desde
las primeras semanas de aquel mandato (1999-2003), ya había opiniones que eran
partidarias de derruir las construcciones y se escucharon voces del sector
turístico con soluciones alternativas. Nos negamos, no sólo respetando la
solución arquitectónica dada, sino tratando de reactivar, desde Pamarsa, el
funcionamiento de las instalaciones, pues entendía que una actuación ejecutada
con fondos públicos no podía ser derribada tan alegremente por apreciaciones
estéticas a poco de ser materializada.
Y
en eso fue lo que nos aplicamos. En acondicionar las instalaciones y
prepararlas para su funcionamiento. Recordamos que en las primeras semanas de
aquel mandato, cuando ya en el lenguaje popular portuense se iban imponiendo
las expresiones ‘búnker’ o ‘gañanías’ para identificarlas, nos reunimos con
empresarios y agentes turísticos, uno de los cuales se mostró claramente partidario
del derribo y su sustitución por una caseta de tipología canaria. En ese
momento y en una rueda de prensa posterior, dijimos con toda claridad que no
nos parecía ético ni consecuente afrontar, por discrepancias estéticas, la
destrucción de una obra recién concluida realizada, además, con fondos
públicos. Y que había que esmerarse en la puesta en funcionamiento para
comprobar si se generaba una actividad que rompiera con las malas vibraciones
que el impacto producía.
Los
técnicos, los responsables de Pamarsa y otros colaboradores se afanaron pero
las características de la localización y la propia distribución interna de las
instalaciones no ayudaban. Mientras los extranjeros parecían sentirse más o
menos a gusto, la población local no las aceptaba, de modo que los atractivos
fueron mermando, principalmente en época invernal.
Y
éste es la historia. Siempre hemos asumido nuestras responsabilidades pero, sin
ánimo de polemizar, hemos de desmentir los hechos que se nos atribuyen que en
este caso no son ciertos ni exactos.
Es
curioso que el actual alcalde diga que tal derribo “será para algunos una
barbaridad”. Lo dejamos ahí.
jueves, 14 de junio de 2012
CRISIS DE INSTITUCIONALIDAD
Demos por liquidado el Estado del bienestar. Sus pilares, los pocos resistentes, se siguen desmoronando. Ya nada volverá a ser lo que era, salvo en forma de utopía que aparecerá en los programas electorales de las organizaciones políticas, una suerte de recurso para imprimir ideología o filosofía política, un clavo al que asirse para luchar.
Lo peor no es que las políticas restrictivas y los reajustes de todo tipo hayan ido resquebrajando unas cuantas conquistas de derechos y prestaciones, sino que lo ocurrido en los últimos tiempos en algunas instituciones nos sitúa ante otra crisis de envergadura que ha acentuado el escepticismo de la gente y ha agravado la carencia de ideas y soluciones. Si el desempleo, si la pérdida de poder adquisitivo, si los recortes en sanidad y educación, si los agujeros insondables y en su mayoría impunes de las entidades financieras, por citar unos aspectos concretos y cotidianos, anulan tantas cosas, hasta las ganas de incursionar un nuevo modelo productivo, la trascendencia de algunos hechos han debilitado considerablemente la credibilidad de referencias institucionales que se tenían en nuestro país como muy serias, casi intocables, hasta el punto de agradecer su existencia y funcionamiento en medio de tanta zozobra.
Pero si nos fijamos bien, es como si se hubiera producido una conjunción de factores que incidieron en la pérdida de sensatez o de raciocinio. Y los españoles, en redes sociales, en hogares, en foros habituales o en medios de comunicación, se han cansado y empiezan a no perdonar. Bastante dañada estaba -y está- la imagen de la política y de los políticos como para que encima se juegue también con el dinero de clientes y ahorradores, con la opacidad de una máxima autoridad judicial en el desempeño de sus funciones y con miembros de la familia real metidos en asuntos turbios. Hasta la monarquía sale mal parada, quién lo iba a decir, con consecuencias futuras imprevisibles.
Estamos, pues, ante una crisis de institucionalidad que añadir a la económico-financiera. Esos diques de estructuras fundamentales para la convivencia social y política también se han resentido. No se extrañe, por tanto, que la ciudadanía se ponga brava después de lo ocurrido con Iñaki Urdangarín, increíblemente metido en presuntos manejos indebidos de fondos públicos que conducen a pelotazos y cosas por el estilo. Ya se verá por dónde fluye la vía judicial, pero todo da a entender que tiene mala pinta.
Para colmo, su suegro va y se lesiona en una cacería de elefantes en un país africano. Su Majestad pidió perdón y reconoció su error, un hecho insólito que le honra, pero las voces críticas no han callado.
Y luego, los otros dos sucesos que enervan a la ciudadanía, que la indignan y la retuercen. Grave es, desde luego, todo lo ocurrido con Bankia: ya hasta importa poco que la gestión de esta crisis concreta remarque negativamente la percepción que se tiene, en Europa y en todo el mundo, del modo de proceder del Gobierno y del propio sistema bancario español. Hasta es natural que sean pocos quienes se revuelvan al ver al partido gubernamental metido en afanes nacionalizadores de una entidad bancaria. Pero son veinticuatro mil millones de euros, procedentes de fondos públicos, los que se precisan para salir del trance. Lean la cifra de nuevo, igual se modifica al alza. Elevada, ¿verdad? En el maremágnum de circunstancias, dimensión europea incluida, la carencia de claridad, saber a ciencia cierta qué ha pasado, quiénes han sido los responsables y cómo en definitiva, se va a arreglar el desaguisado, contribuye también al desconcierto y al malestar de la población.
No menos grave, segundo suceso, lo del presidente del Tribunal Supremo y el empleo de fondos públicos para sufragar parcialmente viajes y estancias en un destino turístico del sur de España los fines de semana. Sus explicaciones, independientemente de la oportunidad, serán más o menos convincentes. Pero el daño ya estaba hecho. Y el ‘justishow’ de sus señorías, unos a favor/otros en contra, más las miles de peticiones de dimisión que circularon por redes sociales y que se añadían a las formuladas por otros jueces, ha sido de los que hacen época, casi a la altura de lo sucedido con Baltasar Garzón. ¿Para qué hablar de corporativismo otra vez? Lo importante es el nuevo desgarro causado a la Justicia.
Y lo malo, esta crisis de institucionalidad. Que es tan preocupante para una sociedad desvertebrada como las señales claras de fractura de la cohesión social que crecen y circulan cuando más necesidades sociales apremian. Esto es lo inquietante. Y si encima, las instituciones, por determinados comportamientos reprobables, se quebrantan, menos confianza. Vaya panorama
(Publicado en Tangentes, número 47, junio 2012)
Lo peor no es que las políticas restrictivas y los reajustes de todo tipo hayan ido resquebrajando unas cuantas conquistas de derechos y prestaciones, sino que lo ocurrido en los últimos tiempos en algunas instituciones nos sitúa ante otra crisis de envergadura que ha acentuado el escepticismo de la gente y ha agravado la carencia de ideas y soluciones. Si el desempleo, si la pérdida de poder adquisitivo, si los recortes en sanidad y educación, si los agujeros insondables y en su mayoría impunes de las entidades financieras, por citar unos aspectos concretos y cotidianos, anulan tantas cosas, hasta las ganas de incursionar un nuevo modelo productivo, la trascendencia de algunos hechos han debilitado considerablemente la credibilidad de referencias institucionales que se tenían en nuestro país como muy serias, casi intocables, hasta el punto de agradecer su existencia y funcionamiento en medio de tanta zozobra.
Pero si nos fijamos bien, es como si se hubiera producido una conjunción de factores que incidieron en la pérdida de sensatez o de raciocinio. Y los españoles, en redes sociales, en hogares, en foros habituales o en medios de comunicación, se han cansado y empiezan a no perdonar. Bastante dañada estaba -y está- la imagen de la política y de los políticos como para que encima se juegue también con el dinero de clientes y ahorradores, con la opacidad de una máxima autoridad judicial en el desempeño de sus funciones y con miembros de la familia real metidos en asuntos turbios. Hasta la monarquía sale mal parada, quién lo iba a decir, con consecuencias futuras imprevisibles.
Estamos, pues, ante una crisis de institucionalidad que añadir a la económico-financiera. Esos diques de estructuras fundamentales para la convivencia social y política también se han resentido. No se extrañe, por tanto, que la ciudadanía se ponga brava después de lo ocurrido con Iñaki Urdangarín, increíblemente metido en presuntos manejos indebidos de fondos públicos que conducen a pelotazos y cosas por el estilo. Ya se verá por dónde fluye la vía judicial, pero todo da a entender que tiene mala pinta.
Para colmo, su suegro va y se lesiona en una cacería de elefantes en un país africano. Su Majestad pidió perdón y reconoció su error, un hecho insólito que le honra, pero las voces críticas no han callado.
Y luego, los otros dos sucesos que enervan a la ciudadanía, que la indignan y la retuercen. Grave es, desde luego, todo lo ocurrido con Bankia: ya hasta importa poco que la gestión de esta crisis concreta remarque negativamente la percepción que se tiene, en Europa y en todo el mundo, del modo de proceder del Gobierno y del propio sistema bancario español. Hasta es natural que sean pocos quienes se revuelvan al ver al partido gubernamental metido en afanes nacionalizadores de una entidad bancaria. Pero son veinticuatro mil millones de euros, procedentes de fondos públicos, los que se precisan para salir del trance. Lean la cifra de nuevo, igual se modifica al alza. Elevada, ¿verdad? En el maremágnum de circunstancias, dimensión europea incluida, la carencia de claridad, saber a ciencia cierta qué ha pasado, quiénes han sido los responsables y cómo en definitiva, se va a arreglar el desaguisado, contribuye también al desconcierto y al malestar de la población.
No menos grave, segundo suceso, lo del presidente del Tribunal Supremo y el empleo de fondos públicos para sufragar parcialmente viajes y estancias en un destino turístico del sur de España los fines de semana. Sus explicaciones, independientemente de la oportunidad, serán más o menos convincentes. Pero el daño ya estaba hecho. Y el ‘justishow’ de sus señorías, unos a favor/otros en contra, más las miles de peticiones de dimisión que circularon por redes sociales y que se añadían a las formuladas por otros jueces, ha sido de los que hacen época, casi a la altura de lo sucedido con Baltasar Garzón. ¿Para qué hablar de corporativismo otra vez? Lo importante es el nuevo desgarro causado a la Justicia.
Y lo malo, esta crisis de institucionalidad. Que es tan preocupante para una sociedad desvertebrada como las señales claras de fractura de la cohesión social que crecen y circulan cuando más necesidades sociales apremian. Esto es lo inquietante. Y si encima, las instituciones, por determinados comportamientos reprobables, se quebrantan, menos confianza. Vaya panorama
(Publicado en Tangentes, número 47, junio 2012)
martes, 12 de junio de 2012
RETROCESO EN RTVE
Como somos un país de frágil memoria, apenas se recordará que en 2006 el Gobierno que entonces presidía José Luis Rodríguez Zapatero aprobó un modelo de radio y televisión pública que significaba una sustancial modificación de los esquemas hasta entonces conocidos y era un paso decisivo para lograr la independencia política y gubernamental de RadioTelevisión Española (RTVE) así como el pluralismo informativo.
Era la búsqueda de una televisión libre e independiente, asentada en el principio de que fue el Congreso de los Diputados el que, con dos tercios de los votos, eligiese al presidente de la corporación RTVE. Era una prueba democrática que se tradujo, pocos años después, en un sistema de financiación (en cierto modo favorecedor de las cadenas privadas) que incluía la desaparición de los anuncios o comerciales.
En cuanto a contenidos, garantizado el pluralismo (sin más protestas del Partido Popular que las abanderadas por María Dolores de Cospedal a medida que se aproximaban las elecciones), la calidad, la credibilidad, la neutralidad y la profesionalidad quedaron suficientemente acreditados con los galardones que a escala internacional cosecharon los espacios informativos que, de ese modo, se situaron por delante de la oferta de otras importantes cadenas del extranjero.
Seis años después de aquel paso decisivo para la consecución de un nuevo modelo de radiotelevisión pública, asistimos a un retroceso evidente. Es una marcha atrás sustentada en una mayoría parlamentaria. Han quebrado principios democráticos y las reglas del juego establecidas porque el Gobierno que preside Mariano Rajoy ha decidido modificar la Ley de manera que sea la mayoría parlamentaria del partido gubernamental la que decida, la que imponga, la que nombre, por ejemplo, al nuevo presidente de la corporación, un abogado del Estado, por cierto, de escasa experiencia en el mundo audiovisual. Sencillamente, ya no hay pluralidad en la elección del primer responsable ni en la de los consejeros que han de acompañarle.
Los socialistas han fijado posición política y han decidido, alegando no querer ser cómplices del quebranto institucional causado, no participar en la operación renunciando a dos de los tres lugares que les corresponden en el consejo de administración de la corporación. Se les ha acusado de dejación aunque aseguran seguir defendiendo el modelo en la comisión de control de RTVE así como la libertad, la independencia y la profesionalidad de los empleados de la corporación.
Es un aspecto muy concreto de la nueva situación y sólo el tiempo dirá si resultó acertada la medida pensando en fiscalizar, por ejemplo, la gestión de los nuevos gestores o fue un recurso táctico para escenificar la disconformidad.
Es tiempo también lo que pedirán éstos para que trabajo pueda ser contrastado. Pero que sepan que arranca con una tarjeta de déficit democrático y que mucho habrán de esforzarse para liberarse de ataduras políticas y tintes gubernamentales.
Era la búsqueda de una televisión libre e independiente, asentada en el principio de que fue el Congreso de los Diputados el que, con dos tercios de los votos, eligiese al presidente de la corporación RTVE. Era una prueba democrática que se tradujo, pocos años después, en un sistema de financiación (en cierto modo favorecedor de las cadenas privadas) que incluía la desaparición de los anuncios o comerciales.
En cuanto a contenidos, garantizado el pluralismo (sin más protestas del Partido Popular que las abanderadas por María Dolores de Cospedal a medida que se aproximaban las elecciones), la calidad, la credibilidad, la neutralidad y la profesionalidad quedaron suficientemente acreditados con los galardones que a escala internacional cosecharon los espacios informativos que, de ese modo, se situaron por delante de la oferta de otras importantes cadenas del extranjero.
Seis años después de aquel paso decisivo para la consecución de un nuevo modelo de radiotelevisión pública, asistimos a un retroceso evidente. Es una marcha atrás sustentada en una mayoría parlamentaria. Han quebrado principios democráticos y las reglas del juego establecidas porque el Gobierno que preside Mariano Rajoy ha decidido modificar la Ley de manera que sea la mayoría parlamentaria del partido gubernamental la que decida, la que imponga, la que nombre, por ejemplo, al nuevo presidente de la corporación, un abogado del Estado, por cierto, de escasa experiencia en el mundo audiovisual. Sencillamente, ya no hay pluralidad en la elección del primer responsable ni en la de los consejeros que han de acompañarle.
Los socialistas han fijado posición política y han decidido, alegando no querer ser cómplices del quebranto institucional causado, no participar en la operación renunciando a dos de los tres lugares que les corresponden en el consejo de administración de la corporación. Se les ha acusado de dejación aunque aseguran seguir defendiendo el modelo en la comisión de control de RTVE así como la libertad, la independencia y la profesionalidad de los empleados de la corporación.
Es un aspecto muy concreto de la nueva situación y sólo el tiempo dirá si resultó acertada la medida pensando en fiscalizar, por ejemplo, la gestión de los nuevos gestores o fue un recurso táctico para escenificar la disconformidad.
Es tiempo también lo que pedirán éstos para que trabajo pueda ser contrastado. Pero que sepan que arranca con una tarjeta de déficit democrático y que mucho habrán de esforzarse para liberarse de ataduras políticas y tintes gubernamentales.
lunes, 11 de junio de 2012
CLIENTELA TURÍSTICA
Ahora resulta que los turistas ricos y pobres -¿dónde estarán aquellos de alto poder adquisitivo, recuerdan, cuyo segmento había que captar?- convergen al preferir un modelo de sol y playa. Las conclusiones de un estudio hecho por la consultora IPK, encargado por la feria turística ITB, de Berlín, a la que acuden anualmente instituciones públicas, empresarios y agentes del sector turístico canario por entender que, junto a la de Londres, es la más importante de Europa, un auténtico termómetro de las tendencias de los mercados, las conclusiones -decíamos- señalan que, en la relación entre el nivel de ingresos y los viajes al extranjero, los grupos de ingresos altos y medio-altos realizan el 69% de esos viajes, en tanto que los grupos de ingresos medio-bajos y bajos efectúan el 31%.
El nivel de ingresos, según especifica IPK, se establece a partir del poder de compra en los respectivos países de cada grupo. En tiempos de crisis, los turistas digamos más adinerados siguen viajando igual o más, pero tanto a los ricos como a los pobres les gustan los mismos tipos de vacaciones.
O sea, que tenemos nuevos elementos para ese debate en el que turísticamente nos hemos entretenido durante los últimos tiempos. La tendencia, ya saben, era que, dando por casi agotado el modelo de sol y playa, era necesario encontrar una alternativa, principalmente en aquellos destinos donde las horas de sol podían disminuir o donde la oferta habría de enriquecerse con criterios de especialización y proliferación de actividades.
De acuerdo con el informe de IPK, durante la crisis se ha demostrado que los que aún pueden tomar vacaciones, escogen la fórmula más convencional, es decir, los encantos de una naturaleza generosa.
De ello se deduce que hay que hacer un uso racional e inteligente del litoral. Cuidarlo y preservarlo se convierte en un objetivo irrenunciable, pues con las costas o las playas y las infraestructuras balnearias o parques marítimos el entorno urbano de la planta alojativa resulta ser uno de los elementos de mayor relieve en la experiencia del visitante, sobre todo si piensa en repetir. Y eso no riñe con la búsqueda de una oferta complementaria que ha de contribuir, sobre todo, a diversificar la productividad económica, o lo que es igual, a distribuir el gasto potencial del cliente turístico entre más agentes y en más lugares del territorio.
Otra de las conclusiones del interesante estudio de la consultora que nos ocupa estriba en que las personas que viajan, de clases altas y media-altas, si bien ‘invierten’ más en sus desplazamientos (una media de 930 euros), hay una parte importante, el 38%, que gasta sólo una franja entre 250 y 700 euros. Ello es un indicador de una significante sensibilidad al factor precios que se da entre los turistas con más recursos económicos.
Claro que esas preferencias similares en la búsqueda de lo que realmente quieren y la legítima aspiración de producir un gasto mayor de quienes nos visitan obligan al sector a cuidar los valores de una productividad económica que ha de mejorar su competitividad.
Eso determina o exige tener visión y estratégica y predicar con ejemplos de sostenibilidad para captar segmentos de clientela de toda condición.
El nivel de ingresos, según especifica IPK, se establece a partir del poder de compra en los respectivos países de cada grupo. En tiempos de crisis, los turistas digamos más adinerados siguen viajando igual o más, pero tanto a los ricos como a los pobres les gustan los mismos tipos de vacaciones.
O sea, que tenemos nuevos elementos para ese debate en el que turísticamente nos hemos entretenido durante los últimos tiempos. La tendencia, ya saben, era que, dando por casi agotado el modelo de sol y playa, era necesario encontrar una alternativa, principalmente en aquellos destinos donde las horas de sol podían disminuir o donde la oferta habría de enriquecerse con criterios de especialización y proliferación de actividades.
De acuerdo con el informe de IPK, durante la crisis se ha demostrado que los que aún pueden tomar vacaciones, escogen la fórmula más convencional, es decir, los encantos de una naturaleza generosa.
De ello se deduce que hay que hacer un uso racional e inteligente del litoral. Cuidarlo y preservarlo se convierte en un objetivo irrenunciable, pues con las costas o las playas y las infraestructuras balnearias o parques marítimos el entorno urbano de la planta alojativa resulta ser uno de los elementos de mayor relieve en la experiencia del visitante, sobre todo si piensa en repetir. Y eso no riñe con la búsqueda de una oferta complementaria que ha de contribuir, sobre todo, a diversificar la productividad económica, o lo que es igual, a distribuir el gasto potencial del cliente turístico entre más agentes y en más lugares del territorio.
Otra de las conclusiones del interesante estudio de la consultora que nos ocupa estriba en que las personas que viajan, de clases altas y media-altas, si bien ‘invierten’ más en sus desplazamientos (una media de 930 euros), hay una parte importante, el 38%, que gasta sólo una franja entre 250 y 700 euros. Ello es un indicador de una significante sensibilidad al factor precios que se da entre los turistas con más recursos económicos.
Claro que esas preferencias similares en la búsqueda de lo que realmente quieren y la legítima aspiración de producir un gasto mayor de quienes nos visitan obligan al sector a cuidar los valores de una productividad económica que ha de mejorar su competitividad.
Eso determina o exige tener visión y estratégica y predicar con ejemplos de sostenibilidad para captar segmentos de clientela de toda condición.
sábado, 9 de junio de 2012
SALVEMOS EL LAGO
Habíamos dado por cerrada la serie sobre la realidad del
complejo turístico ‘Costa Martiánez’ pero la controversia suscitada tras la
finalización de la relación contractual con la cooperativa ‘Cosmar’ y la
situación en que quedan las instalaciones, propensa al deterioro y nada
favorecedora de la proyección de la principal empresa turística del
Ayuntamiento, hacen que sigamos analizando esa realidad con el mismo ánimo
constructivo de aportar alternativas e impulsar soluciones. Tranquiliza
comprobar, en ese sentido, que hasta hora, nuestros criterios son respetados y
no refutados.
El caso es
que cuatro días después de haber destapado el asunto en el espacio de opinión
que gentilmente nos ha ofrecido Teidevisión, y cuando ya las señales de
desconcierto y de funcionamiento anómalo eran evidentes, el gobierno local
compareció ante los medios para explicar el proceso seguido ante la caducidad
de la concesión administrativa. En la explicación, revela los pasos dados hasta
producirse la ruptura con la cooperativa contra la que arremete por sus
incumplimientos y sus pretensiones. El relato del gobierno es muy respetable y
coherente. Falta conocer la versión de ‘Cosmar’ cuyos responsables, un suponer,
estarán haciendo acopio de argumentos en sentido contrario, más que nada para
justificar algo y salvar los muebles.
Pero ésta,
aunque inacabada, es la vertiente técnico-jurídica del contencioso que
probablemente aflorará. Hay otra que acaso pueda considerarse como la cuestión
de fondo y es el aspecto real que ofrezcan las instalaciones. El riesgo de
deterioro es evidente; las molestias pueden incrementarse; las reclamaciones seguro
que irán en aumento; las posibilidades de que alguien se sienta defraudado al
acceder subirán; la merma de calidad en los servicios y prestaciones es un
hecho evidente; el descontrol en las entradas y salidas, en las prestaciones
interiores y en el abuso de los hechos no autorizados -como por ejemplo, llevar
calderos de comida o utilizar aparatos de música- serán factores perjudiciales
que coadyuven a proyectar una imagen negativa del complejo, la joya de la
Corona, como hemos escrito en reiteradas ocasiones.
Esto es lo
que debe preocupar prioritariamente a los responsables del gobierno local que,
en estos, por cierto, deben tener competencias compartidas. La situación
presente es bien sencilla: estamos ya, prácticamente, en temporada veraniega;
el lunes próximo podrán ser utilizados nuevamente el Lago y aledaños,
concluidas las tareas de mantenimiento -¿habrán sido suficientes, por cierto-;
y los servicios que estaban a cargo de ‘Cosmar’ seguirán cerrados y sin
funcionar, o lo que es igual, en una situación poco edificante desde el punto
de vista estético y poco productiva para usuarios y para el propio
Ayuntamiento.
Algunos de
los clientes habituales hablan de abandono y nos transmiten su preocupación
porque palpan -algunos, a diario- el progresivo deterioro de las instalaciones
que puede empeorar, sin duda. Tengamos presente que el Lago es la principal
empresa turística del Ayuntamiento. Por tanto, el gobierno local -incluida el
área de Turismo- no sólo debe ser sensible sino que está obligado a esmerarse
que, en este caso, dadas las circunstancias reseñadas, equivale a operar
diligentes medidas correctoras. Si también el complejo va a entrar en un
proceso de desgaste -difícilmente recuperable-, si algunas provisionalidades
van a chocar con parámetros de calidad y se van a prolongar, el coste va a ser
altísimo para una ciudad que intenta superar, con grandes penalidades, su tránsito
de decadencia.
Salvemos el
Lago. No es una exageración ni un timbre de alarma: es un deber de todos.
jueves, 7 de junio de 2012
EL PERIODISTA DE CASTA
Coincidimos en la sede de ‘La Tarde’, en la calle Suárez
Guerra, a principios de los setenta del pasado siglo. Hacíamos información
deportiva. No le gustaba mucho el fútbol, así que se aplicó en otras
disciplinas, principalmente tenis de mesa, del que fue un experimentado
practicante, junto a Manolo Darias, a quien animaría de forma entusiasta para
proyectar el universo del ‘cómic’, especialmente en DIARIO DE AVISOS a cuya
nueva andadura, en la redacción de Santa Rosalía, acudimos al unísono con toda
la ilusión de quienes, habiendo abrazado la vocación, ya empezábamos a hacer
del periodismo un medio de vida.
Hemos
recorrido juntos, pues, una buena parte del camino. Hemos compartido afanes y
hemos aprendido al calor de la experiencia labrada sobre el terreno, la
adquirida bajo sabias enseñanzas de Alfonso y Leopoldo y como activos y
privilegiados testigos de trances históricos, dispuestos a informar, a narrar,
a contar y a vivir desde dentro el valor de la información.
Manuel Iglesias, Manolo, era un
periodista de casta, hecho a sí mismo, el profesional autodidacta que se
convierte en el todoterreno que sortea todos los obstáculos para acabar siendo
consultado a la hora de titular, de dar el adecuado relieve a una información,
de levantar otra en situación de urgencia, de escoger la foto más ilustrativa,
de atender una inserción publicitaria in
extremis, de pasar las páginas y de aguantar la edición hasta el límite con
tal de completarla.
Repasábamos y corregíamos originales,
apurábamos a redactores y colaboradores, contrastábamos fuentes, llamábamos a
cargos públicos a horas intempestivas, aguardábamos por una entrevista
exclusiva, resultados de votaciones de plenos o de elecciones de reina… Eran
los tiempos de estar en la calle, en las instituciones, en los aeropuertos,
en los hoteles: tiempos de papel y
bolígrafo o de casetes, tiempos de regresar a toda prisa y a veces sin
material. Manolo Iglesias conocía muy bien el tráfago de una redacción y, lo
que es más, se integró de lleno en el proceso de producción de un periódico. No
es de extrañar que fuera saltando en el escalafón hasta llegar a ser director
provisional y director adjunto del decano, donde permaneció durante treinta y
seis años. Un recíproco respeto caracterizó nuestra relación personal y profesional.
Se metió de lleno en la información
local y hasta llegó a ser corresponsal de El País. Pero no se conformó y fiel a
su ánimo emprendedor se especializó en la crítica gastronómica. Fue Premio
Nacional de Gastronomía a la mejor labor periodística y miembro de la Real
Academia Española. A Iglesias se le debe la convocatoria de los Premios anuales
que concede este periódico. Nos encargó personalmente la presentación del acto
de entrega en dos ocasiones y en varias ediciones debatíamos sobre las
propuestas de las que disponía para su materialización. Presidió habitualmente
el jurado. Luego, porque quería proyectar la originalidad y las bondades
culinarias, dedicó muchos empeños al Plan de Gastronomía del Cabildo Insular
que coordinó con solvencia. Ya con cubiertos de experto, naturalmente.
Atento intérprete de la realidad,
cultivó también el género de opinión. Gustaba de someter sus columnas al
parecer del director. Medios audiovisuales solicitaban a menudo su criterio. Le
gustaba viajar y recorrió varios países, donde lucía su tinerfeñismo. El
periodista de casta que fue lo acreditó en numerosas ocasiones, ejerciendo el
oficio con seriedad. Claro que le recordaremos siempre.
miércoles, 6 de junio de 2012
NO ESCAMPA
A estas alturas, se duda, cada vez más, sobre qué es peor: si los silencios o las contradicciones, si el oscurantismo o la imposición mayoritaria y esperar a que escampe. El país empieza a ser un sinvivir, un síncope continuado, un sindiós, del que se pueden salvar, eso sí, los defraudadores, que ese debió ser, otro acuerdo preelectoral de los que no van al programa, claro.
A qué precio se está pagando la mayoría absoluta de aquel aún cercano 20-N. Liquidado el Estado del bienestar, se trata de sobrevivir mientras las espadas de Damocles de los mercados y de los poderes económicos penden inexorables, con sus amenazas y sus primas de riesgo. Ministros que han desaparecido -o los han desaparecido para evitar más controversia- y comunidades autónomas que no llegan a fin de mes. La quiebra de la institucionalidad, palpable. La fractura de la cohesión social, en cuarto creciente.
Y no, no es un problema de comunicación, ni del Gobierno ni del partido gubernamental, donde bastante hay con batirse a remolque y a la defensiva. Incluso, desde dentro, ya se cuestionan capacidades. Pero es otro cantar. Si ya es difícil argumentar, ante la que está cayendo, imagínense persuadir. ¿Persuadir de qué? Ni con la involución de la radiotelevisión pública se arregla esto. Es un problema que desborda, a la espera de los resultados del fútbol para contrastar que no es crisis todo lo que reluce.
Miren por dónde aquel verso de Víctor Manuel recobra vigencia: “Un país que anda descubriendo cómo es/ aunque sabe muy bien lo que no quiere ser”. Ya no se sabe qué es peor, por mucho que se niegue el precipicio. El caso es que no escampa y el escepticismo se acentúa.
¿Resistir, vencer? No están los tiempos para ciertos ejercicios…
A qué precio se está pagando la mayoría absoluta de aquel aún cercano 20-N. Liquidado el Estado del bienestar, se trata de sobrevivir mientras las espadas de Damocles de los mercados y de los poderes económicos penden inexorables, con sus amenazas y sus primas de riesgo. Ministros que han desaparecido -o los han desaparecido para evitar más controversia- y comunidades autónomas que no llegan a fin de mes. La quiebra de la institucionalidad, palpable. La fractura de la cohesión social, en cuarto creciente.
Y no, no es un problema de comunicación, ni del Gobierno ni del partido gubernamental, donde bastante hay con batirse a remolque y a la defensiva. Incluso, desde dentro, ya se cuestionan capacidades. Pero es otro cantar. Si ya es difícil argumentar, ante la que está cayendo, imagínense persuadir. ¿Persuadir de qué? Ni con la involución de la radiotelevisión pública se arregla esto. Es un problema que desborda, a la espera de los resultados del fútbol para contrastar que no es crisis todo lo que reluce.
Miren por dónde aquel verso de Víctor Manuel recobra vigencia: “Un país que anda descubriendo cómo es/ aunque sabe muy bien lo que no quiere ser”. Ya no se sabe qué es peor, por mucho que se niegue el precipicio. El caso es que no escampa y el escepticismo se acentúa.
¿Resistir, vencer? No están los tiempos para ciertos ejercicios…
martes, 5 de junio de 2012
LA AUTOCRÍTICA COMO EJERCICIO SALUDABLE
Hace bien Carmen del Riego, primera presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, al reivindicar la autocrítica para los periodistas. Se la hemos pedido a políticos, a sindicalistas, a cargos públicos pero nos hemos olvidado de practicar ese ejercicio nosotros mismos. Claro que alguna parte de culpa tendremos en la crisis que se ha llevado por delante empresas, medios, programas y profesionales.
Alude del Riego de una postura acomodaticia, que es tanto como plegarse a los propios adelantos tecnológicos y a las supuestas ventajas de la inmediatez. Con tal de hacer el trabajo más fácil y más llevadero, hemos ido contribuyendo, sin darnos cuenta, a una cierta degradación. O lo que es igual: el celo de otrora, el contraste de las fuentes, acudir al núcleo de la noticia y el rigor de las exigencias de los jefes, han sido sustituidos, en pleno clima de indispensables previsiones, por una mayor ligereza, por un tratamiento más llevadero, por informar u opinar casi a distancia y por el apremio del cierre de ediciones o del número de palabras o del tiempo medido casi en décimas de segundo. Así han salido tantas cosas.
Hay una crisis -dice Carmen del Riego- que es producto de la aparición de las nuevas tecnologías. Vale. Y de las servidumbres que han generado en los métodos de trabajo, añadimos. Ahí es donde sitúa la necesidad de la autocrítica para reconocer nuestra responsabilidad y valorar, por ejemplo, cómo hemos sustituido las fuentes por Google y cómo nos hemos resignado a comunicados -a menudo, “fusilados”- que sustituían la tarea de la redacción propia y a grabaciones audiovisuales con la parte, el mensaje, que más interesa “colocar” a los emisores. Hay que preguntarse, dice la presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, hasta qué punto somos responsables de todos esos hechos que han desvirtuado, de alguna manera, la función esencial del periodista o del informador.
Es completamente cierto que, en los tiempos que corren, con todos los vientos en contra, poco margen queda para reflexionar sobre nuestro modus operandi. Hasta se puede admitir que cuando lo que importa es salvar el puesto de trabajo, queden estas cosas para los teóricos que tan fácil lo ven.
Sin embargo, pese a las circunstancias, hay que plantearlas en abierto para corregir ciertos hábitos y para quebrar esa comodidad que no juegan a favor de la calidad periodística. En pleno proceso de destrucción de empleo y de cambios sustanciales en el mundo de la comunicación, los profesionales, si quieren mantener los fundamentos y la dignidad, si quieren seguir ejerciendo conforme a los principios deontológicos, han de tener muy presente la necesidad de revisar sus propios comportamientos. Es saludable.
Por un mejor periodismo. Por un mayor respeto a los destinatarios de su trabajo.
Alude del Riego de una postura acomodaticia, que es tanto como plegarse a los propios adelantos tecnológicos y a las supuestas ventajas de la inmediatez. Con tal de hacer el trabajo más fácil y más llevadero, hemos ido contribuyendo, sin darnos cuenta, a una cierta degradación. O lo que es igual: el celo de otrora, el contraste de las fuentes, acudir al núcleo de la noticia y el rigor de las exigencias de los jefes, han sido sustituidos, en pleno clima de indispensables previsiones, por una mayor ligereza, por un tratamiento más llevadero, por informar u opinar casi a distancia y por el apremio del cierre de ediciones o del número de palabras o del tiempo medido casi en décimas de segundo. Así han salido tantas cosas.
Hay una crisis -dice Carmen del Riego- que es producto de la aparición de las nuevas tecnologías. Vale. Y de las servidumbres que han generado en los métodos de trabajo, añadimos. Ahí es donde sitúa la necesidad de la autocrítica para reconocer nuestra responsabilidad y valorar, por ejemplo, cómo hemos sustituido las fuentes por Google y cómo nos hemos resignado a comunicados -a menudo, “fusilados”- que sustituían la tarea de la redacción propia y a grabaciones audiovisuales con la parte, el mensaje, que más interesa “colocar” a los emisores. Hay que preguntarse, dice la presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, hasta qué punto somos responsables de todos esos hechos que han desvirtuado, de alguna manera, la función esencial del periodista o del informador.
Es completamente cierto que, en los tiempos que corren, con todos los vientos en contra, poco margen queda para reflexionar sobre nuestro modus operandi. Hasta se puede admitir que cuando lo que importa es salvar el puesto de trabajo, queden estas cosas para los teóricos que tan fácil lo ven.
Sin embargo, pese a las circunstancias, hay que plantearlas en abierto para corregir ciertos hábitos y para quebrar esa comodidad que no juegan a favor de la calidad periodística. En pleno proceso de destrucción de empleo y de cambios sustanciales en el mundo de la comunicación, los profesionales, si quieren mantener los fundamentos y la dignidad, si quieren seguir ejerciendo conforme a los principios deontológicos, han de tener muy presente la necesidad de revisar sus propios comportamientos. Es saludable.
Por un mejor periodismo. Por un mayor respeto a los destinatarios de su trabajo.
lunes, 4 de junio de 2012
OTRO PLAN, OTRO INTENTO
Se empecina el Partido Popular, ahora con una Proposición no de Ley aprobada en el Congreso, en un Plan Integral del Turismo. El ministro Soria ha dicho que antes de terminar el presente mes estará listo. Los objetivos son claros: generar empleo de calidad y aumentar el número de visitantes y pernoctaciones. Claro que para ello es primordial poner en marcha políticas transversales de los ministerios implicados en la promoción del sector y eso ya es más complicado: sin entrar en profundidades, con la de restricciones que el Gobierno ha repartido, más que suficiente. Más aspiraciones del Plan: eliminar cargas (¿qué cargas?), revalorizar la marca España (pues no hay que hacer esfuerzos ni nada, con todas las tribulaciones que circulan) y apoyar a los emprendedores mediante políticas de crédito y líneas de préstamo, contando, por supuesto, con el respaldo de las comunidades autónomas. Especial interés a la formación especializada para mejorar la capacitación de atención y servicio, respeto al medio ambiente y recuperación o modernización de los destinos turísticos maduros son otras metas consignadas en este Plan.
Veremos cuáles son sus frutos. De los propios actores depende: los empresarios tienen el ministerio que querían; son condescendientes con su titular pese a algunas medidas que les han hecho fruncir el ceño de la desconfianza; los trabajadores y optantes saben que las expectativas tienen un horizonte reducido y las instituciones públicas tendrán que seguir a remolque a sabiendas de que las circunstancias obligan a una profunda revisión de los planteamientos estructurales y promocionales. El Plan no aporta especiales novedades sobre las conocidas acciones anteriores pero, al menos, responde a la oferta programática del partido gubernamental y pone a prueba su propia sensibilidad, su misma capacidad promotora y gestora.
Porque el turismo, con sus vaivenes y sus coyunturas, ha resistido los embates de la crisis. Su aportación al Producto Interior Bruto, principalmente en Canarias, sigue siendo significativa y hay que esmerarse, en todos los órdenes, para consolidar los niveles de competitividad que permitan cualificar la oferta y captar flujos de visitantes. En ese sentido, los propósitos deben estar acompañados de hechos: la reducción de hasta un 30% en recursos para turismo advertida en los Presupuestos Generales del Estado, el incremento de las tasas aeroportuarias en una media del 19%, la reducción de un 25% en el programa general del Imserso (determinante para hacer frente a la estacionalidad), la disminución de recursos específicos de promoción, la suspensión del Plan de paradores y la menor inversión en los planes de recualificación de los destinos turísticos maduros son factores que han coadyuvado a crear una cierta desconfianza y a teñir el sector de pesimismo, un estado que le ha caracterizado durante mucho tiempo, incluso cuando los vientos eran más favorables.
Los anuncios y los indicadores, ahora mismo, son inquietantes. Menos turistas, menor volumen de gastos y estancamiento tanto en inversiones públicas como en creación de empleo. De ese Plan Integral hay mucho que esperar y mucho que exigir. Que se sepa.
Veremos cuáles son sus frutos. De los propios actores depende: los empresarios tienen el ministerio que querían; son condescendientes con su titular pese a algunas medidas que les han hecho fruncir el ceño de la desconfianza; los trabajadores y optantes saben que las expectativas tienen un horizonte reducido y las instituciones públicas tendrán que seguir a remolque a sabiendas de que las circunstancias obligan a una profunda revisión de los planteamientos estructurales y promocionales. El Plan no aporta especiales novedades sobre las conocidas acciones anteriores pero, al menos, responde a la oferta programática del partido gubernamental y pone a prueba su propia sensibilidad, su misma capacidad promotora y gestora.
Porque el turismo, con sus vaivenes y sus coyunturas, ha resistido los embates de la crisis. Su aportación al Producto Interior Bruto, principalmente en Canarias, sigue siendo significativa y hay que esmerarse, en todos los órdenes, para consolidar los niveles de competitividad que permitan cualificar la oferta y captar flujos de visitantes. En ese sentido, los propósitos deben estar acompañados de hechos: la reducción de hasta un 30% en recursos para turismo advertida en los Presupuestos Generales del Estado, el incremento de las tasas aeroportuarias en una media del 19%, la reducción de un 25% en el programa general del Imserso (determinante para hacer frente a la estacionalidad), la disminución de recursos específicos de promoción, la suspensión del Plan de paradores y la menor inversión en los planes de recualificación de los destinos turísticos maduros son factores que han coadyuvado a crear una cierta desconfianza y a teñir el sector de pesimismo, un estado que le ha caracterizado durante mucho tiempo, incluso cuando los vientos eran más favorables.
Los anuncios y los indicadores, ahora mismo, son inquietantes. Menos turistas, menor volumen de gastos y estancamiento tanto en inversiones públicas como en creación de empleo. De ese Plan Integral hay mucho que esperar y mucho que exigir. Que se sepa.
viernes, 1 de junio de 2012
ALTERNATIVA PARA UN MODELO DE GESTIÓN (y III)
La
inminente desaparición de la cooperativa ‘Cosmar’, que tiene a su cargo, desde
hace varios años, la explotación de los servicios que ofrece el complejo
turístico “Costa Martiánez”, inspiró la elaboración de esta serie de artículos
cuya conclusión es la necesidad de afrontar un nuevo modelo de gestión que
permita recupera y revitalizar la considerada “joya de la Corona” de la ciudad.
Las circunstancias actuales son
distintas a las del año 2007, cuando las informaciones de una gestión indirecta
o privatización, mediante una concesión administrativa del Ayuntamiento, se
extendieron significativamente. Entonces, tratando de preservar a toda costa la
titularidad pública y aprovechar la experiencia acumulada, abogamos por el
mantenimiento del ‘statu quo’. Era nuestra recta final en el Grupo Municipal
Socialista del que formábamos parte y la iniciativa sirvió para frenar las
intenciones que se tenían. Quizá la proximidad de las elecciones locales de
mayo de aquel año hizo dudar al gobierno local de entonces, hasta el punto de
que, según nos dijeron algunas fuentes, unos estudios preliminares de los que
disponía quedaron en la gaveta. Ni siquiera se atrevieron a incluir la
pretendida privatización en el programa electoral respectivo.
El pleno de la corporación, reunido el
15 de enero de 2007, en sesión extraordinaria, trató la propuesta de acuerdo
socialista que se transcribe a continuación:
“El complejo turístico “Costa Martiánez”
constituye una de las señas de identidad del Puerto de la Cruz.
En
efecto, el tratamiento dado durante más de una década a una amplia extensión
del litoral del municipio, precisamente la más próxima a una de sus principales
concentraciones alojativas, representa una singular concepción de instalaciones
que ha significado un núcleo esencial en la oferta turística.
Hay
aportaciones valiosísimas de entidades, personas y profesionales que volcaron
imaginación y energías en la materialización de una actuación sin precedentes
en Canarias. Valga resumir el conjunto de las mismas en la figura de César
Manrique, genio universal e inspirador de una realización emblemática así como
director de un extraordinario grupo de profesionales y técnicos.
Hoy
en día, el complejo engloba desde las antiguas piscinas del desaparecido ‘Lido
San Telmo’ hasta el “Monumento al mar” que limita con la escollera de
protección de la playa Martiánez. Comprende una superficie de cuarenta y seis
mil metros cuadrados. Se halla dividida en tres zonas: una primera conformada
por las citadas piscinas de San Telmo; la segunda, parte central, configurada
en “Los Alisios”, donde figuran un original grupo escultórico móvil y “La
Jibia”, que imita con suaves ondulaciones la morbidez de un enorme cefalópodo;
y una tercera, en el Levante, que constituye el “Lago”, con cinco islotes de
forma asimétrica, expresión o vocablo coloquial con el que se identifica la
gran obra y el complejo en sí mismo considerado. El mayor de esos islotes
cuenta con una estructura cimentada bajo el nivel del mar y varias esculturas
entre las que destacan los monumentos “Homenaje al mar”, “Barlovento”, “Las
raíces al cielo” y “Homenaje a William Reich”.
Forma
parte del conjunto un paseo que discurre junto a la avenida de Colón, dotado de
parterres, jardines, pérgolas, bancadas y superficies blanqueadas.
La
Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias aprobó, en
junio de 2005 (Boletín Oficial de Canarias, número 108, del viernes 3 de junio)
la declaración del “Lago de la Costa de Martiánez” como Bien de Interés
Cultural (BIC), con categoría de Jardín Histórico.
En el
año 2006, por cierto, culminaron las obras de reacondicionamiento convenidas
con el Cabildo Insular de Tenerife
durante el mandato 1999-2003 así como el traslado de las instalaciones y
dependencias del antiguo Casino Taoro, respondiendo así a la visión de futuro
que derivaba de la voluntad de la revitalización del acuñado “corazón turístico
de la ciudad” que incluía, dicho sea de paso, actuaciones en la línea de
dominio marítimo-terrestre que próximamente serán ejecutadas. Todo hecho con
dinero público. La inversión total se acerca a 50 millones de euros.
A
propósito: las obras a que se hace referencia en el párrafo anterior fueron
dirigidas y supervisadas por los mismos ingenieros, arquitectos y profesionales
técnicos que décadas anteriores habían
trabajado con el sin par artista lanzaroteño. El proyecto contó con la
aprobación de la Comisión Insular de Patrimonio y de la Fundación “César
Manrique” que llegó a introducir correcciones para preservar aspectos originales
de su diseño.
No se
entiende el desarrollo del Puerto de la Cruz sin el haber del complejo “Costa
Martiánez”. Significó un cambio extraordinario en la evolución de la oferta del
municipio hasta resultar determinante para erigirse en un destino turístico
diferenciado.
Convertir
aquella amplia extensión de bajío y playa, ganando superficie al mar,
protegiéndola adecuadamente y dotándola a posteriori, en distintas etapas, de
atracciones y llamativos reclamos, fue una obra de colosal dimensión en la que
hay que consignar, por derecho propio, la generosidad del pueblo portuense que
supo entender cómo su “playa natural de toda la vida” se convertía en moderna
instalación acuática, recreativa y de ocio para cuyo disfrute contó siempre con
precios ventajosos. Era, en el fondo, todo un derecho.
El complejo “Costa Martiánez” debe
seguir siendo un recurso primordial de la oferta turística del municipio. Los
antecedentes y las características del espacio aconsejan que éste siga siendo
de titularidad pública y que su gestión continúe bajo el control de la
institución municipal, máxime cuando desde su construcción inicial hasta el
remozamiento último (30 millones de euros), pasando por sucesivas reformas, han
significado inversiones públicas hechas por distintas administraciones.
Todo
lo señalado reafirma la vocación de bien público con la que fue concebida el
complejo. Se trata de una infraestructura no para hacer negocio sino para ser
disfrutada y proyectada convenientemente. Es una instalación modélica a los
ojos del turismo que nos visita, cuya titularidad, cuyo cuidado y mantenimiento
forman parte de las obligaciones que asume la administración local para
cualificar la oferta turística del municipio. Es un patrimonio de todos, el
patrimonio con el que se identifica todo un pueblo que interpreta cómo descansa
o reside allí la inmensa obra de transformación de la naturaleza hecha por la
mano del hombre.
Por
todo lo expuesto, se propone que el pleno adopte acuerdo del siguiente tenor:
1º
Garantizar, a cargo del Ayuntamiento, la
continuidad de la gestión del complejo “Costa Martiánez” en los términos
actuales, tanto de los recursos humanos como los técnicos.
2º
Encargar, mediante la convocatoria de un concurso, una edición que condense la
historia del complejo, disponiendo, conforme proceda, la previsión económica correspondiente.
3º
Facultar al alcalde-presidente para que disponga lo que sea procedente con el
fin de producir y ejecutar el acuerdo adoptado.”
El acta de la sesión refleja el resultado de la votación
en los
siguientes
términos:
“Se da cuenta también de una enmienda
a tal dictamen suscrita por el Sr. Alcalde en nombre del grupo municipal de
gobierno proponiendo se efectuara la siguiente modificación en la parte
dispositiva de la propuesta de acuerdo:
§
Sustituir el texto del apartado primero por este otro:
1.- Garantizar, a cargo del Ayuntamiento, la continuidad de la
gestión del complejo “Costa Martiánez” en los términos actuales, tanto de los
recursos humanos como los técnicos, en el presente mandato.
Debatido el asunto se entró en
el desarrollo de la fase de votación, con el siguiente resultado:
Votación sobre la enmienda
presentada por el grupo de gobierno municipal
·
Votos a favor: 13 (los de los 10 concejales del
Grupo Municipal de Coalición Canaria; los 2 de los miembros del Grupo Popular;
y el del Concejal no adscrito, D. Luís Gómez Pérez).
·
Votos en contra: 8 de los concejales
del Grupo Municipal Socialista.
En
consecuencia, el Excmo. Ayuntamiento Pleno, al aceptarse la anterior
enmienda, por mayoría, acuerda lo siguiente:
Primero.-
Garantizar, a cargo del Ayuntamiento, la continuidad de la gestión del
complejo “Costa Martiánez” en los términos actuales, tanto de los recursos
humanos como los técnicos, en el presente mandato.
Segundo.-
Encargar, mediante la convocatoria de un concurso, una edición que condense la
historia del complejo, disponiendo, conforme proceda, la previsión
económica correspondiente.
Tercero.-
Facultar al alcalde-presidente para que disponga lo que sea procedente con el
fin de producir y ejecutar el acuerdo adoptado.”
Razones para ponderar un patrimonio singular
El
acta de aquella fecha recoge también la deliberación que suscitó la iniciativa:
“Debemos empezar –dijo el concejal socialista don Salvador García Llanos
en su turno de defensa de la propuesta– por dar por reproducidas todas las
manifestaciones hechas en el punto anterior sobre la interpretación de la
aplicación reglamentaria hecha en relación con la tramitación seguida. Es de
obligado cumplimiento hacerlo constar so pena de que se pueda interpretar que
para una propuesta adoptamos una postura y para otra adoptamos otra.
Con nuestra propuesta –entró a defenderla– lo que pretendemos es que se
garantice por este Consistorio la gestión pública del Complejo Turístico “Costa
de Martiánez”, una auténtica joya para todos. Tratamos de preservar su
condición de emblema de la ciudad. Tratamos de ser consecuentes con el espíritu
que anidó en los años setenta cuando quienes lo concibieron afrontaron la
ejecución de las obras. Desde entonces se viene insistiendo y se viene
repitiendo que el Lago fue construido con recursos propios, con dinero público
fruto de la aportación de los portuenses, de los contribuyentes. Sólo al final
es cuando se producen algunas ayudas pero básicamente es el dinero local el que
fomentó esta gran obra. No debe eludirse, en ese sentido, un planteamiento que
cuajó en buena parte de la ciudadanía. Era la playa natural, mejor o peor, más
o menos enarenada, era el lugar de ocio acuático más amplio. Hablamos del Charco
de la Soga, hablamos de La Coronela, hablamos del Acantilado de Martiánez
siempre recordado por el malogrado Telesforo Bravo. Cuando se decide construir
aquella inmensa obra, que incluso muchos al principio no sabían exactamente
cómo iba a terminar, se enquistó en una parte de la opinión pública portuense
la opinión de que era una playa arrebatada al pueblo. Eso llevó a los
gobernantes de entonces a tomar una determinación política que consistió en
favorecer de alguna manera el acceso al Complejo de los portuenses, de los
nacidos, de los residentes, aplicando unas bonificaciones en las tarifas de
acceso, con el fin restituir, de alguna manera algo que formaba parte del
patrimonio colectivo que debía ser, en todo caso, respetado. Esta y no otra es
la razón que inspira la proposición que estamos presentando. Ha venido así
funcionando desde hace muchísimo tiempo con una variante que ha sido la
inclusión hace pocas fechas, el año pasado, de los servicios del Casino de
Juego (antiguo Casino de Taoro). El ayuntamiento conserva aún la gestión de una
parte de los servicios, que le han reportado, como todos sabemos, un volumen
importante de ingresos que le han permitido afrontar situaciones de tesorería y
financiar, incluso, muchísimas actuaciones. Lo que pedimos –reiteró– es
garantizar la gestión pública, que el Complejo siga teniendo ese carácter con
el propósito de no perder su identificación, sus raíces, su esencia. Ello debe
estar reforzado y por ello planteamos, como segundo apartado dispositivo de
nuestra propuesta, el encargo de una publicación que condense la historia del
Complejo”.
Le correspondió a la concejala delegada de
Administración Financiera, Patrimonio y Empresas Públicas, Sandra Rodríguez
González, la defensa de los criterios para rechazar la propuesta. Dijo
compartir el sentimiento pero quiso diferenciarlo claramente con la forma de
gestión:
“Coincidimos
-se lee en el acta- en que el Complejo “Costa Martiánez” debe seguir siendo de
titularidad municipal, que la gestión debe seguir estando bajo el control
institucional. En eso estamos absolutamente de acuerdo pero lo que está claro
es que, dentro de la gestión institucional, hay distintas alternativas,
distintas posibilidades… Seguimos defendiendo lo público pero no coincidimos
con el grupo proponente en la forma de ver la prestación de los servicios… Estamos
totalmente de acuerdo con el fondo de la propuesta, tanto con la parte
expositiva como con la parte dispositiva, pero constriñéndola a lo que queda de
este mandato, para no cercenar la actuación del futuro gobierno que salga de
las elecciones del próximo mes de mayo”.
La portavoz del Grupo Popular en aquel pleno fue Eva
Navarro González. Dijo, entre otras cosas, que “esto nunca va a dejar de ser un
bien público. No puede nunca dejar de serlo. Es un patrimonio que pertenece al
pueblo”. Fue más precisa en otro momento de su intervención:
“Otra cosa es
la forma de gestión que se elija, siempre bajo el control de la institución
municipal.
Se plantea un
futurible de que la forma de gestión debe ser siempre como la actual y eso
puede ser así o no ser así. Nosotros no hemos visto, hasta ahora, ninguna
propuesta de cambio de forma de gestión, no se nos ha presentado en el Pleno
ninguna propuesta en tal sentido ni se nos ha hecho ninguna indicación por
parte del actual gobierno de que se está planteando hacer ese cambio, de que lo
está analizando. Lo que ha dicho hoy claramente, por medio de su concejala Dª
Sandra Rodríguez González, es que no tiene previsto en lo que queda de mandato
hacer ninguna modificación del modelo de gestión. Hecha esa salvedad nosotros
no tenemos que hacer ningún reparo”.
Ya en la última fase del debate, fijando posiciones,
el acta expresa lo que sigue por nuestra parte:
“No se trata
de hipotecar absolutamente nada de cara al futuro –indicó el Sr. García
Llanos (PSOE) en una nueva intervención– y nadie cuestiona la pérdida de la
titularidad pública del Complejo. En lo que sí estamos de acuerdo es en que se
preserve la gestión pública del Complejo porque es lo que puede dar seguridad,
lo que puede dar garantía. Si nuestros cálculos no están errados no menos de
diez mil millones de las antiguas pesetas, sumando la actuación en el Complejo
y en el entorno, se han invertido allí y nos duele que de ese dinero público se
puedan beneficiar terceros. Somos respetuosos con los distintos modos de
gestión. No ignoramos que en ayuntamientos gobernados por el partido socialista
se ha aplicado el modelo de gestión indirecta. Pero, en este caso, estamos ante
algo distinto, estamos planteando la preservación de algo que nos es
absolutamente de todos. Nos sentimos obligados a impedir la desaparición del
sector público. Queremos poner freno a las tentaciones, para el presente y para
el futuro. Esto es algo distinto a un mero servicio. Esto es patrimonio, es
algo que es de todos y que merece ser conservado para que no se pierda, para
que no se desvirtúe esa raíz popular. Manifestemos una voluntad política,
dejemos claro cuáles son las sensibilidades, cuáles son las identificaciones
con algo que es de todos. No parezca nuestra defensa, exclusiva, singular de la
posición socialista sobre el Lago. El Lago es de todos. ¡Bendita sea la
hipoteca si se cumple y se mantiene el primer dispositivo de nuestra propuesta!
¡Bendita sea la hipoteca y que siga el Lago gestionado en los términos
actuales! Eso generará empleo, eso garantizará la calidad de la prestación del
servicio. Nadie nos puede asegurar que un servicio prestado por una empresa no
pública es de mejor calidad, dé mejores prestaciones que el que hasta el
momento se ha venido prestando el personal que históricamente ha desarrollado
allí su trayectoria profesional, a quien rendimos tributo agradeciéndole el
trabajo desarrollado”.
Tras insistir la portavoz de Coalición Canaria
en que, desde su punto de vista, acordar lo que se propone “sería mermar las
posibilidades de decisión de la corporación futura, pero lo que sí podríamos
hacer es establecer ese compromiso referido sólo a lo que resta del actual
mandato”, nuestro último turno quedó reflejado en los siguientes términos:
“No creemos tener un concepto trasnochado –le contrarreplicó el Sr. García
Llanos (PSOE)–. Nuestro planteamiento no lo hemos planteado como una dicotomía
entre lo público y lo privado. Hemos huido de ese debate. Lo que quiero decir
es que nuestro planteamiento no vincula. Lo que sí defendemos es que el
Complejo, de cuya titularidad pública no dudamos, siga siendo gestionado en los
términos actuales, que no han sido malos, negativos, para este Ayuntamiento.
Hoy tenemos una excelente oportunidad de transmitir a los ciudadanos que el
Complejo no va a caer en otras manos que no sea las de los portuenses,
representados por su Corporación Municipal”.
Hacia
una empresa mixta
En aquel momento, pues, se frenó el
intento de acometer una gestión indirecta o privatización. Se materializó un
proyecto de remozamiento de las instalaciones, derivado de un ventajoso
convenio para el Ayuntamiento suscrito con el Cabildo Insular, aprovechando el
traslado del Casino Taoro. Y nunca más se supo, porque en el siguiente mandato
2007-11 no se volvió a plantear la cuestión. En el presente, ya lo saben:
situación límite, una cooperativa que desaparece, una deuda contraída con el Ayuntamiento
por importe cercano a los tres millones de euros, deterioro evidente de las
instalaciones, merma de la calidad en la prestación de los servicios, menguada
profesionalidad, instrumentalización política en la contratación de personal y
escasa sensibilidad por parte de los responsables directos…
Procede, pues, un cambio en el modelo
de gestión. Las circunstancias han cambiado; pero para ser consecuentes con los
planteamientos defendidos hace más de cinco años, aportamos la alternativa de
una empresa mixta, con capital mayoritario del Ayuntamiento. Es una manera de
comprometerse y de hacer que prepondere lo institucional, lo público. Es una
modalidad garantista, en la que personas privadas y la Administración, en este
caso, la local, son propietarios del capital y, por consiguiente, se toman las
decisiones de forma conjunta. La participación dependerá de los derechos y
acciones que las partes tengan en la empresa. Con la empresa mixta se trataría
de optimizar el desempeño que el Ayuntamiento ha de acometer para afrontar un
hecho crucial en un complejo turístico cuyas características han quedado
suficientemente descritas en esta serie. Un desempeño que ha de estar
caracterizado, en todo momento, por la profesionalidad y por el rendimiento
positivo.
Todo, pensando en el interés general y
en la revitalización de unas instalaciones únicas, el primer parque marítimo de
Canarias, que ha generado unos estimables niveles de riqueza y no sólo
económica. Claro que para esta consecución se
requiere un amplio consenso político. Y también, igual de claro, un
Ayuntamiento en mejores condiciones económico-financieras. Acaso estribe aquí
la gran dificultad. Pero el asunto es inaplazable y alguna solución hay que
adoptar. Es una de las claves del mandato.