El titular de la información ya invita a que hasta el lector
más profano o más alejado se sumerja en la lectura: “Los vecinos denuncian el
pago por un servicio de agua que no tienen”. Así aparece en Diario de Avisos (viernes 10 de agosto),
para introducir la información en la que se da cuenta de una iniciativa de los
vecinos del barrio de San Antonio (Puerto de la Cruz), disconformes con tener
que abonar una tasa por un servicio que no reciben.
Eso, a primera vista, es inaudito, insólito, pero ocurre
porque en el municipio todo es posible. Y salvo que se demuestre lo contrario
-ya les gustaría a los vecinos, ya-, eleva la anomalía a un contrasentido de
marca mayor teniendo en cuenta que hay dinero por medio.
El hecho es aparentemente sencillo: los ciudadanos de San
Antonio no quieren pagar la tasa de depuración de aguas pues una muy buena
parte de las viviendas no están conectadas a la red general y, según la
información periodística, tienen que suministrarse de alumbramientos privados. Recogen
firmas para expresar su discrepancia y elevarlas ante quien proceda. Alegan
también que se produce un flagrante incumplimiento del Plan Hidrológico
Insular.
Pero las complicaciones vienen ahora: se desconoce el alcance
de la iniciativa vecinal pero si el asunto entrase en vía contenciosa, habrá
que aguardar a la resolución de los tribunales para saber si estamos ante un
cobro indebido. Los residentes en San Antonio presuntamente afectados por esta
medida hablan, por ahora, de dificultades para abonar la tasa. Es probable que
sean víctimas de procesos anteriores, de demoras considerables en la adopción
de medidas reguladoras -incluidas las judiciales- y de aplicaciones que les son
perjudiciales.
En cualquier caso, dan un paso que rompe con la quietud y la
resignación a las que hemos hecho referencia en alguna entrega anterior, cuando
hablamos de vecinos y agentes sociales anestesiados, precisamente a raíz de la
interrupción del servicio de suministro de agua de consumo durante varios días
sin que hubiera especiales alteraciones. ¡La que se hubiera armado con un
gobierno local de otro signo político!
Independientemente de que les asista la razón o no, esa
protesta, acompañada de la recogida de firmas, anima el agosto tedioso, festivo
y contenido, dicho sea este adjetivo por esa preocupante tensión que se adivina
en la población ante el otoño que viene con tantos reajustes como se anuncia.
Los vecinos de San Antonio se quejan de que ya les han subido
a lo largo del año las tasas de luz, agua y basura. Y ahora dicen que les
quieren cobrar otra por la prestación de un servicio que no reciben o no le
prestan. El contrasentido salta a la vista. Es lógico que se sientan
castigados. Y defraudados, claro.
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