Pensar que hubo quienes se burlaron cuando la iniciativa se
puso en marcha y ahora quizás sean los mismos que, en su permanente lamento,
claman por una sensible reducción operada en los mismísimos Presupuestos
Generales del Estado (PGE). Durante los últimos años, el programa sirvió, entre
otras cosas, para luchar contra la estacionalidad, considerada como un mal
endémico en varios destinos turísticos del país, tal fue así que apenas hace
tres años ofertaba un millón doscientas mil plazas que ahora, para el período
2012-13, una disminución del 27% en las dotaciones presupuestarias del
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, las deja en novecientas
mil.
Es el
programa de vacaciones subvencionadas por el Imserso para personas mayores.
Miles y miles de pensionistas y jubilados han hecho uso de él y han podido
conocer otras latitudes, agitando el sector turístico y otros subsectores de
actividades en horas bajas, permitiendo mantener niveles de empleo y hasta
impidiendo el cierre de establecimientos al que algunos parecían abocados. La
conclusión es clara: si hay menos Imserso, habrá más estacionalidad y los
riesgos de empeoramiento de las condiciones de la productividad en un segmento
determinante de nuestra economía son evidentes.
Desde luego,
quienes se quejan del castigo que para Canarias significan los PGE 2013, tienen
aquí otra prueba. Algunos empresarios turísticos canarios hablan, por cierto,
de un duro golpe que lo acusarán, principalmente, destinos como el Puerto de la
Cruz que había ya consolidado esta modalidad clientelar turística para intentar
remontar sus horas más bajas. No es que fueran la panacea pero ayudan a
mantener ciertos niveles y a cubrir gastos. Con menos pensionistas, por
supuesto, menguará la ocupación, habrá menos animación en los establecimientos
y menos movimiento en lo que se desenvuelve alrededor. Y habrá menos opciones
de recuperar otros mercados. Se perderá empleo. En fin, mermará la
competitividad.
Con los PGE en la mano y con los registros
comparativos de cuenta de resultados, las voces críticas empresariales alertan
de posibles cierres que, añadidos a los ya producidos, devaluarán el conjunto
de la oferta. Pocas estampas más deprimentes que hoteles y establecimientos
cerrados, ilustrativa no sólo de crisis sino de incapacidades para remontar. En
los últimos años, las islas se convirtieron en el principal destino de los
programas del Imserso: en el pasado ejercicio, ciento sesenta mil pensionistas
viajaron a Canarias. Y Tenerife fue la opción preferida, al acoger a ciento
cuarenta mil, en tanto que el resto escogió destinos de la provincia oriental.
“A nadie gusta que le quiten los clientes que te dan
de comer”, ha dicho un dirigente de la patronal hotelera tinerfeña. Es una
frase que lo resume todo, incluso la necesidad de seguir remando conscientes de
que, acabados ciertos soportes, es indispensable emprender otros rumbos para
captar y fidelizar clientes.
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