Se encuentra en trámite de información pública, cooperación
interadministrativa y exclusión del procedimiento de evaluación ambiental
estratégica (ver Boletín Oficial de Canarias 253, del pasado 28 de diciembre),
el Plan de Modernización, Mejora e Incremento de la competitividad del Puerto
de la Cruz a cuyo acto de presentación, en el pabellón de congresos del Taoro,
tuvimos ocasión de asistir para contrastar, por un lado, los avances en los
trabajos del Consorcio para la Rehabilitación Turística de la ciudad; y por
otro, la falta de identificación que el sector parece dispensar a esta
iniciativa sobra la que ya hemos dicho que es una suerte de último tren para
intentar revitalizar el destino, hacerlo más competitivo y, de paso,
transformar la ciudad, preparándola para el presente y para el futuro tras
haber experimentado un período de decadencia. Hay que vencer al marasmo.
Que nadie
sea ajeno al procedimiento, que no parezca éste lejano o reservado sólo a
tecnócratas y promotores de diversa laya. Está ahí, además de para cumplir
normativas, para aprovecharlo, para exponer criterios e intentar introducir
aquellas apreciaciones que, supuestamente, contribuirán a alcanzar los
objetivos del Plan y, por ende, hacer una ciudad más atractiva y más
confortable, apta para responder a las exigencias de los turistas y de sus
propios habitantes. Sería bueno que el Consorcio insistiera entre los agentes
del sector y entre los directamente afectados con la mayor difusión posible de
los contenidos del Plan y con el estímulo de la participación, una manera
directa de superar esas dudas, esos mohínes o muecas de recelo que
emprendedores y profesionales hacen al terminar las reuniones para no expresar
abiertamente su escepticismo o su incredulidad. El Ayuntamiento también debería
implicarse más en ese campo después de haber superado los actuales gobernantes,
según se desprende de sus manifestaciones públicas, los desafectos políticos
que el Consorcio inspiraba.
El Plan de
Modernización, Mejora e Incremento de la competitividad, dicho de forma muy
sintética, gira en torno a tres ejes: destino, promoción y gestión. La
implementación del primero, concebida como línea estratégica, engloba varias
actuaciones infraestructurales y dotacionales en el espacio público, esto es,
en el litoral, en el casco histórico y también en Punta Brava. Hay que añadir
la red de dotaciones cultuales y deportivas, además de la infraestructura de
movilidad. En la misma línea estratégica, hay que consignar la rehabilitación y
mejora de la planta de alojamiento así como las actuaciones en equipamientos
privados.
No sólo es
una cuestión teórica, de planimetría y de enfoques tecnológicos avanzados que
deslumbran en sesiones masivas: la ejecución del Plan -ya hablaremos de la
financiación- comporta cambios sustanciales en la geografía urbana, en la
movilidad y en el viario, en la remodelación urbanística y en las tipologías
edificativas. Y eso obliga a estudiar y a mojarse. Y en la medida de lo
posible, a identificarse.
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