Hay que escribir mejor para que los lectores
superen el titular de la noticia, ha venido a decir el escritor Juan José
Millás, tan preocupado como el que más con las ediciones impresas de los periódicos,
cada vez más condenadas, entre los avances de las nuevas tecnologías y la
infinidad de aplicaciones, la pérdida de suscripciones y la reducción del poder
adquisitivo de los lectores habituales de la prensa convencional.
Superar
el titular, he ahí la cuestión. Porque a menudo nos quedamos en eso, en la
frase más o menos corta, y con ella nos damos por enterados. Es más, no solo
contrastamos apriorísticamente la tendencia del medio o del redactor sino que
hasta casi adivinamos, según el género, el contenido de la información o del
artículo.
Pero
eso induce al error. Cuántas veces, después de leer el texto, comprobamos que
el titulo no se corresponde con el contenido. O lo que es igual, que el título
va por un lado en tanto que la información ha tomado otro.
Por
eso es interesante la apreciación de Millás. Escribir mejor, hacerlo con más
calidad, ensamblar un texto periodístico con rigor -y con los recursos de que
se disponga para enriquecerlo- y con la claridad necesaria para que el lector
obtenga la mejor impresión. Se dirá que muchas veces eso es imposible: entre la
prontitud, el apremio de los cierres y otras circunstancias, las dificultades
condicionan el ejercicio del autor. Al final, tampoco está exigiendo demasiado:
es como retrotraerse al viejo principio del sujeto, verbo y predicado para
luego desarrollar -con lujo de detalles, si se quiere- la oración del hecho
noticioso o digno de ser comentado.
El
escritor valenciano llega más lejos cuando aboga por textos bien escritos para
que el periodismo sobreviva en el vértigo o en la jungla de la sociedad
mediática de nuestros días. Defiende una “relación de hechos bien encajados con
un matiz literario en el que se detalle un relato y no un cuento”. Eso se
logra, en nuestra opinión, con una buena técnica, con unas dotes de escritura
bien armadas y un afán de superación que permitan abonar con solvencia los
enfoques informativos por encima de cualquier tendenciosidad.
“A
escribir también se aprende”, concluye Juan José Millás. Todos debemos ser receptores
de ese mensaje. Se trata de cultivarse y, en
definitiva, de mejorar la capacidad o las habilidades para redactar.
Porque estamos ante otro problema de la profesión que sólo se puede resolver
con el propio esfuerzo individual y teniendo en cuenta enseñanzas como la
comentada.
No
basta con un título original o atrevido. Hay que elaborar un buen texto para
atraer o incentivar el interés del lector, sobre todo el de ediciones impresas
que sigue prefiriendo ese soporte al clic de las digitales.
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