Pocas veces se puede estar más de acuerdo con unas
distinciones como las que ha concedido este año el Centro de Iniciativas y
Turismo (CIT) del Puerto de la Cruz. Trata la entidad, desde hace muchos años,
de reconocer la dedicación y el empeño de los operadores turísticos, colectivos
o individuales, que han acreditado su empeño, su sensibilidad y su dedicación.
Es una manera de premiar su quehacer y de estimular el de compañeros, herederos
y allegados: el turismo necesita precisamente de estímulos que mantengan
aquellas cualidades que han contribuido a hacer del Puerto de la Cruz un
destino diferenciado.
Por eso, recibe el oro Juan Farráis Rodríguez, propietario
del hotel Rui Garoé, uno de los últimos establecimientos construidos en la
ciudad. “Por su valiosa aportación al Puerto de la Cruz, con un hotel de
referencia en sus instalaciones y en la calidad de servicios”.
Y las medallas de plata son para dos profesionales del sector
que se han dejado la piel con tal de elevar el nivel de la oferta turística
portuense. Dos personas incansables cada vez que se plantea una promoción. Dos
expertos que conocen muy bien tanto las interioridades del producto local como
las demandas de quienes lo visitan.
John Lucas Carruther, en ese Sitio Litre siempre encantador, en
ese espacio lleno de historia y de sabor atrayente cualquier día del año, donde
el visitante es transportado a un lugar idílico, Lucas ha acreditado una
sobresaliente trayectoria profesional. Pero también el CIT reconoce en su
distinción “su colaboración altruista en el desarrollo del turismo en el Puerto
de la Cruz”. Y esas son palabras mayores en nuestro tiempo: colaboración
altruista.
Las mismas palabras son de aplicación para José Enrique
López-Perea, siempre vigilante a las aspas de su Molino Blanco con las que
procurado dar aire a un destino a cuya decadencia se opone con los recursos más
nobles que encuentra a su alcance. A López-Perea le reconocen su trabajo en el
sector hotelero “y su permanente colaboración con el desarrollo del turismo
local”. Siempre ha estado ahí, en promociones, proyectos, alegaciones… cuando
más se le ha necesitado y cuando otros escurrían el bulto.
Una mención también para las distinciones honoríficas: a la
cooperativa de taxis San Telmo, a Antonio Marrero Ríos y a Fernando Ortí,
empeñados todos en que la llama turística del Puerto de la Cruz permanezca
encendida. Su esfuerzo, durante años, en algunos casos día a día, ha sido
considerable: bien merecen estas distinciones honoríficas anuales del CIT.
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