Creíamos que no sobrevivirá. Así lo expusimos
en un trabajo realizado por alumnos de La Laguna. Estábamos convencidos de que
la crisis se llevaría por delante también la prensa escrita. Albergábamos otra
convicción, tal se deriva del sustantivo cambio en los hábitos de lectura y de
acceso a la información: la edición impresa experimentará una notable
transformación, habrá otros productos y quedará reducida a los fines de semana
o a un semanario.
Sin
embargo, estudios recientes, promovidos por el estadounidense Instituto Poynter
(una escuela dedicada a formar periodistas de calidad “para garantizar la
participación democrática”), indican lo contrario, hasta el punto de concluir
que el periodismo impreso seguirá conviviendo muchos años con el digital. Tales
estudios recogen la opinión de estudiosos y profesionales que convergen a la
hora de señalar que la modalidad digital avanza de forma imparable y eso obliga
a los editores a preparar convenientemente el terreno y las condiciones para
cuando se produzca el cruce, de aquí a unas décadas.
Surgirá
entonces un híbrido, dicen. Y estaremos ante un nuevo modelo de negocio que irá
moldeándose y para el que se requerirán, naturalmente, habilidades que sepan
combinar cuantos elementos generen nuevos productos que, por encima de todo,
serán autoexigentes -en lógica correspondencia a la evolución de las tendencias
sociales- y competitivos. Importará más la calidad de la información que el
anticipo o la inmediatez de la misma. De hecho, así se viene observando en la
sucesiva aparición de plataformas y diarios digitales.
La
reducción de ingresos (sobre todo, los publicitarios) y la minoración de las
ventas directas, unidas a otros factores de competencia, entre ellos el mercado
laboral, han hecho temer lo peor para las ediciones impresas. Ni siquiera se
sabe si prevalecerán las ayudas oficiales para la adquisición del papel. Cierto
que los lectores habituales de esta fórmula se resisten (se vuelve a compartir,
como antaño, y a recortar) pero las tiradas son cada vez más reducidas. Las
cifras que conocimos personalmente hace poco, procedentes de una impresora
local que editaba decenas de cabeceras y los ejemplares de los grandes
rotativos nacionales, son decrecientes de forma galopante e invitan a hablar de
crisis sin miramientos.
Pero
los norteamericanos quieren aguantar. El director ejecutivo de la International
News Media Marketing Association (INMA), Earl Wilkinson, es contundente en uno
de esos estudios de Poynter al afirmar que “la muerte del periódico es una de
las grandes exageraciones surgidas del colapso económico de hoy”. Es más, para
este especialista, la discusión impresión versus digital “es de ciencia ficción”.
Al admitir, en cualquier caso, que la generalización del formato digital es un
hecho imparable, se pregunta por el “cuándo” sucederá ese punto de encuentro
entre ambos modelos de aquí a 2100. Por eso señala que las empresas y los
medios de comunicación deben afanarse en los preparativos para cuando llegue
ese momento.
Entonces,
hay que aprender a convivir con esas dos modalidades, aun cuando una de ellas
parece que ha tomado la delantera y progresivamente va produciendo cambios en
las preferencias y en los hábitos de lectura. No habrá pugilato, como dice
Wilkinson, pero las percepciones que van quedando son contrarias. De ahí la
importancia de la imaginación y de las alternativas que surjan para seguir
creyendo que el periódico impreso sobrevivirá.
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