“El periodismo era y es un arma de
combate”, ha dicho el presidente de la Asociación de Periodistas Europeos
(APE), Miguel Ángel Aguilar a infolibre.es
para exaltar, una vez más, los valores de una profesión que atraviesa una
de las peores crisis que se recuerdan. Pero él no se rinde y mensajes como ese
lo prueban: no es un llamamiento a las barricadas sino un canto a la
creatividad, al incentivo de ideas que frenen cualquier intento de rendición.
Aquí, mientras haya vocación y ganas no solo hay que resistir sino tratar de
salir adelante con alternativas que reflejen que esto, ni mucho menos, está
agotado.
Es
el propio Aguilar quien lo prueba poniéndose al frente de uno de los grandes
sucesos periodísticos del año: reeditar, en un solo número conmemorativo, el
histórico Heraldo de Madrid, la
cabecera que aguantó hasta los últimos días de la guerra incivil española,
cuando fue intervenido por los falangistas. Hasta su desaparición. Los
contenidos de esta publicación especial evocan el ambiente y las circunstancias
de los últimos días del conflicto (una interesante aportación a la memoria
histórica) así como la visión y el tratamiento de asuntos de actualidad.
Si
los últimos periodistas del Heraldo acreditaron
compromiso y sacrificio, son estas cualidades las que deben inspirar el
ejercicio de quienes aún se mantienen en activo y poseen la fortuna de poder
informar, escribir, comunicar y opinar. Esa es la esencia del combate:
entonces, como ahora, para defender la libertad y el pluralismo. Un combate en
el que hay que ir bien pertrechado para contratacar y resistir. Un combate en
el que se han sucedido bajas, cientos, miles. Y en el que no han podido
intervenir o lo han hecho en condiciones muy precarias quienes andaban en una
suerte de reserva, la que aglutinaba, en buen número, los deseos de acceder por
primera vez al mercado laboral.
En
plena crisis, llega este estimulante mensaje, que apenas la mitiga, conform;
pero sirve para estrujarse los sesos hasta producir una oportunidad, una
alternativa. Acaso para demostrar que el periodismo está bien vivo o lo que es
igual, se resiste a fenecer.
Y
todo, porque hay que creer en lo que se hace. Lo subraya el propio Miguel Ángel
Aguilar al referirse al servicio público que entraña el periodismo activo y al
ponderar a los profesionales que “se sienten comprometidos en esa dirección”.
Un arma de combate noble para rebelarse contra la agresividad, la violencia,
los abusos y la ignominia. Tan noble como esencial.
Rescatar
el Heraldo ha sido como rendir
tributo al periodismo, de antes y de ahora, valoradas las circunstancias y los
vientos desfavorables y azarosos. Al periodismo y a los
periodistas de verdad, casi siempre dispuestos a responder desde la primera
línea de ese combate, como han acreditado quienes, en esta iniciativa,
adecuadamente coordinados, se ocuparon de los contenidos de actualidad. Aguilar
resumió ese afán y ese espíritu con una sentencia valiosa:
“Se
ha demostrado que se pueden hacer cosas, que no está escrita en ninguna parte
la fatalidad de nuestro destino”.
Cuestión
de aplicarse.
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