Algunos datos conocidos hace
pocas fechas ponen de relieve que la reforma laboral también ha impactado
negativamente en la igualdad, un empeño en el que habrá que seguir volcando
esfuerzos con tal, al menos, de reducir la brecha abierta. La población
femenina tiene razones, desde luego, para sentirse defraudada y molesta: salvo
honrosas excepciones, las mujeres con responsabilidades públicas en el Partido
Popular (PP) se han ido desentendiendo y su activismo prácticamente ha
desaparecido. Se ve que el poder condiciona.
El primero de esos registros:
un índice de desempleadas cercano al 27%. Muy elevado. El segundo: durante el
período de gobierno de Rajoy, se han perdido unos trescientos mil empleos
femeninos. Muchos, no; demasiados. Tercer dato: 1,2 millones de mujeres no
perciben prestación alguna por desempleo. Tremendo. Más: casi tres millones de
mujeres están en paro. No hacen falta comentarios. Y finalmente, las partidas
presupuestarias asignadas a políticas específicas de empleo se han reducido en
cuatro mil millones de euros. Se explica, con ello, muchas cosas.
Así los datos, es natural que
haya crecido el torrente crítico, no solo el que cruza partidos políticos y
sindicatos. Por ejemplo, Borja Suárez, doctor en Derecho por la Universidad
Autónoma de Madrid, señaló recientemente que las mujeres ocupan una peor
posición en el sistema de la Seguridad Social al recibir pensiones muy
desproporcionadas, un 40% de diferencia entre las masculinas y las femeninas.
En su opinión, la situación es particularmente grave en nuestro país, “ya que
el peso de las mujeres sigue siendo decisivo en la articulación de políticas
sociales y en el sostenimiento del Estado de bienestar”.
La igualdad, por tanto, tiene
que seguir siendo algo más que una aspiración, tiene que ser una causa. A pesar
de las conquistas, que las ha habido, la crisis económica ha agrandado la
brecha de la desigualdad, sobre todo en el ámbito laboral. La sociedad de
iguales es posible, claro que sí, sobre todo a medida que ha sido posible
lograr la superación de ciertos estereotipos y patrones de conducta. El cambio
hacia ese modelo social de igualdad requiere aún de muchos compromisos y de
avances que las mujeres seguro que quieren más rápidos y más operativos de lo
que vienen conociendo.
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