Fuimos los primeros en decirlo públicamente hace meses: la
Escuela Municipal de Música corre peligro, está en trance de desaparición.
Teníamos razón: al cabo del tiempo, todo da a entender que, si no se produce un
giro cuasi milagroso, el centro cerrará sus puertas el próximo mes de junio. Y
es que los trámites de matriculación, habitualmente realizables en abril, ni
siquiera han comenzado, en tanto que las
previsiones presupuestarias para las retribuciones del profesorado se agotan en
junio. Un panorama desolador.
El próximo
lunes entregarán en el Ayuntamiento pliegos de firmas (más de cinco mil) en
señal de disconformidad con el cierre que es también una manera de decir ‘no’ a
tanto abandono, a tanta insensibilidad. La Escuela Municipal de Música, fundada
en 1998, ha sido el núcleo de formación de muchos niños y jóvenes que se ven
ahora sin opciones para iniciar o continuar sus estudios. En un mandato
municipal tan agitado, aunque la placidez gubernamental vaya por fuera, la
desaparición será una muesca más, otra anotación en el debe de un gobierno
local quebrado y poco lúcido a la hora de encontrar alternativas a problemas
como éste.
El hecho
contrastará la indolencia de la población portuense, algunos de cuyos sectores
sueñan con actuaciones que requieren un gran esfuerzo inversor y un alto coste
interno y luego ven (casi sin inmutarse) cómo se desmoronan dotacionales y
prestaciones educativo-culturales.
El colectivo
de afectados ha hecho lo que ha podido. Ver el entusiasmo con que recogían las
firmas, en las plazas, en el exterior de ventas y establecimientos comerciales,
era merecedor de reconocimiento. Ese entusiasmo es digno de mejor premio. Han
luchado hasta donde han podido. Incluso contra la incomprensión y la
indiferencia. Las notas y las composiciones de su aprendizaje se tornaron en
una afinada reivindicación popular. Que entreguen los pliegos de firmas, claro
que sí, y que guarden copia; que quede huella en ese Ayuntamiento de su afán, de su tenacidad y de su lucha hasta
el agotamiento. Aún tienen esperanzas, como se deduce de un escrito, en el que
señalan que “el daño ya está hecho pero no es definitivo”.
Una ciudad
que espera por una infraestructura marítimo-portuaria no tiene para mantener
abierta una escuela de música. Sonará demagógico pero es la verdad. Y lo peor es lo que dicen los
afectados: “La total falta de información creíble por parte del Ayuntamiento
del Puerto de la Cruz en los últimos meses”. Eso ha promovido que los alumnos
que han podido ya hayan formalizado su preinscripción en otras escuelas de los
municipios limítrofes.
Cuánta
desidia, tanta insensibilidad. Otra cosa más que los portuenses pierden, si no
hay algo cuasi milagroso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba su cometario. Sólo se pide respeto