El Centro de Educación
Infantil (CEI) Clara Marrero, localizado en el portuense barrio de La Vera, se
debate entre la continuidad y el cierre. Fue inaugurado en 1984, con una
primera denominación, Preescolar Las Dehesas. Estuvimos presentes entonces: aún
recordamos aquellas incesantes carreras de los niños de cuatro y cinco años que
fueron los primeros alumnos y las expresiones risueñas y gozosas de las
primeras seis profesoras especialistas, predispuestas para la enseñanza. El
centro creció, mejoró, cualificó sus
prestaciones; la comunidad educativa se hizo una piña; los procesos de
formación, en una etapa vital fundamental, se fueron completando; proyectos innovadores
se desarrollaron con resultados satisfactorios hasta el punto de que una cierta
fama labró en la península y en los ámbitos educativos. Varios reconocimientos
a sus iniciativas iban completando un quehacer muy apreciado, no solo por las
funciones para las que fue concebido sino por las repercusiones positivas que
fue despertando en un barrio de notables problemas sociales. El nombre de Clara
Marrero, una docente vocacional muy sensible con la educación infantil, que
recibió hace unos años, se corresponde con la relevante dimensión cobrada por
esta dotación de La Vera y al que hizo honor Severina Pérez, su directora hasta
la jubilación en junio de 2011.
Pero dificultades de distinta consideración se han cebado
con el centro, de modo que, si no se produce un cambio sustancial en los
planes, cerrará sus puertas a la modalidad de Infantil para acoger a los
alumnos del colegio público de Educación Especial Inés Fuentes, situado en Icod
de los Vinos, cuyas actuales condiciones son inaceptables para desarrollar
funciones educacionales. Los alumnos del Clara Marrero, sesenta y siete para
ser exactos, serían trasladados al Colegio Infantil Primaria (CIP) Juan Cruz
Ruiz, también en La Vera. Mientras, la lucha para evitar el cierre se ha
proyectado, incluso, en las redes sociales y plataformas civiles.
La noticia de este traslado ha suscitado una controversia
en la comunidad educativa. Las asociaciones de madres y padres de alumnos han
entrecruzado públicamente algunas apreciaciones sobre las condiciones físicas
del colegio que lleva el nombre del ilustre escritor portuense. No es buena, a
nuestro juicio, esa polémica que hay que zanjar con soluciones fehacientes y
equilibradas por parte de la consejería de Educación del Gobierno de Canarias.
Enrarece el ambiente, propende al de población que intenta sacudirse los
sambenitos y los prejuicios que pesan sobre él. Y lo que es más importante: es
consciente de que los niños no pueden ni deben verse afectados negativamente
por estas circunstancias.
Ojalá el jueves próximo salgan de dudas, cuando
representantes de las asociaciones sean recibidos por la viceconsejera del
Gobierno, Manuela de Armas. Se trata, según ha trascendido, de garantizar que
si es necesario acometer obras para
acoger en el Juan Cruz Ruiz a los alumnos del Clara Marrero, se haga de forma
consecuente. De esa forma, teóricamente, se solventaría la papeleta y no se
tendría un conflicto justo en el comienzo del próximo curso escolar.
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