La denuncia de Comisiones
Obreras (CC.OO.), referida a la inconsecuencia que significa que el empleo
turístico aumente por debajo del crecimiento del sector, pone de relieve que no
es oro todo lo que reluce en esa bonanza que atraviesa un segmento productivo
de la economía española tan importante como es el turismo. Llevamos meses, en
efecto, comentando, con datos en la mano,
índices de ocupación, aumento de los desplazamientos, consolidación de
nuevos destinos, incrementos en las
pernoctaciones o la rentabilidad de los negocios. Pero, según el sindicato,
ello no se corresponde con los registros sobre el empleo.
Por ejemplo: el empleo solo
crece un 1,85% cuando el número de turistas sube más del 6%; las pernoctaciones, un 3,9%; el nivel de ocupación por habitación, un 5,9% y la
rentabilidad, un 9,4%. Está claro que no se corresponde, que algo no cuadra,
porque aun admitiendo que se ha creado empleo, “estamos entre cien mil y ciento
cincuenta mil puestos de trabajo por debajo del nivel de antes de la crisis”,
según ha explicado el secretario de Políticas Institucionales de la central
sindical, Gonzalo Fuentes.
Después de comentar que
este nuevo empleo es precario, temporal, parcial y de bajos salarios, Fuentes
ha advertido que la hostelería es el sector con los salarios más bajos de la
economía española con un datos incontestable: en 2013, la media anual era de
trece mil ochocientos cincuenta y un euros, frente a los veintidós mil
seiscientos noventa y siete euros del resto de los sectores. La tendencia es
que se sustituye el empleo estable a tiempo completo por empleo precario.
De modo que esta vertiente
profesional o sociolaboral de la bonanza turística merece un análisis profundo,
también con implicación del empresariado que ha de esmerarse en la mejora de la
relación ‘precio-calidad-servicios’, un triple concepto básico del negocio
turístico que, no por nuevo, exige transacciones y empeños innovadores que no
pueden ni deben olvidarse de los trabajadores, vitales para que ese negocio
genere beneficios.
Invertir en recursos
humanos, en nuestra opinión, es el paso que hay que dar. Hacerlo racionalmente,
desde programas de formación a reciclaje, con incentivos laborales, pero, sobre
todo, con estabilidad en el empleo, independientemente de que éste se vea
condicionado por la estacionalidad.
Lo que no debe ocurrir es
que mejoren todos los indicadores del sector menos los del trabajo directo.
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