Si se repiten
hasta cuatro sesiones que no estaban inicialmente previstas, es que la cosa ha
sido un éxito de crítica y público, que es como se decía en el argot. La puesta
en escena de En lenguas del Puerto te
veas, en la sala ‘Timanfaya’, ha significado uno de los acontecimientos del
año en el pequeño universo local. Ha servido para pulsar la creatividad de
portuenses que parieron la idea o se subieron por primera vez a un escenario.
Para que algunos conocieran, también por primera vez, el espacio donde se hacía
la función. Para que se transmitiera el mensaje autocrítico de una sociedad
conformista, muy dada a la nostalgia, como si ésta fuera a devolver el
esplendor de otrora. Para interpretar la reivindicación de una profesional del
teatro, Mónica Lorenzo, empeñada en que su pueblo no sea un páramo de
resignación y de indolencia cultural.
Ahora que este “relato elocuente del
alma portuense” empieza a ser historia, bueno será que reflexionemos sobre el
alcance de su significado, comenzando por la necesidad de contar con recursos
culturales propios. Cierto que con poco se puede hacer mucho pero no basta para
quienes se embarcan en proyectos e iniciativas que se frustran precisamente por
no contar con mínimas apoyaturas. La obra cultural es costosa, desde el punto
de vista de su emprendeduría. Se requiere, sobre todo, constancia. No
desfallecer y sobreponerse a las adversidades y a las limitaciones que se van
sucediendo es primordial. Quienes participen activamente de estas ideas han de
dedicar, sobre todo, tiempo. Y aceptar que las satisfacciones van a ser pocas y
efímeras.
Es la hora, pues, de evaluar el
esfuerzo de quienes hicieron posible En
lenguas del Puerto te veas. Para convencerse de que el termómetro cultural
del municipio tiene que funcionar y de que los recursos, los pocos que haya,
deben ser cultivados. No hay que hacerse demasiadas ilusiones con la
administración local: falta, sobre todo, sensibilidad y un compromiso claro por
el fomento de la creatividad propia. Y
eso que Mueca, Periplo o el mismo
festival sobre Agatha Christie son ejemplos de querer impulsar afanes
participativos. En fin, hay que ponderar la iniciativa y la idea de los
promotores de este montaje escénico tan exitoso: ojalá haya sido el primer
paso, otro primer paso de otras realizaciones artísticas y culturales. Aunque sigamos viéndonos en lenguas
portuenses.
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