Fue una de sus frases
célebres, ya en democracia, cuando ejercía como jefe de la oposición Manuel
Fraga: “El Gobierno solo acierta cuando rectifica”. Recobra vigencia ahora y es
de aplicación a propósito de lo dispuesto en la tristemente célebre Ley de Racionalización
y Sostenibilidad de la Administración Pública, al establecer que los municipios
de menos de veinte mil habitantes, a partir del próximo 1 de enero de 2016,
habrían de ceder sus competencias en materia de servicios sociales a favor de
la Comunidad Autónoma.
El Gobierno de la
nación ha reconsiderado esa disposición, como antes lo hizo con el sistema de
elección directa de alcaldes. Lo ha hecho, no nos engañemos, porque las elecciones están al doblar la
esquina y no era cuestión de que el asunto estallara en plena campaña y, lo que
es peor, lo hiciera en pleno período de preparativos de la nueva legislatura y
de la negociación del nuevo ejecutivo.
Algunos gobiernos de
varias comunidades autónomas y el municipalismo, prácticamente en bloque, se
oponían taxativamente. Los ejecutivos autonómicos adoptaron algunas medidas
transitorias para afrontar el trance y amparar a las corporaciones locales con
tal de evitar la incapacidad obvia y el desbarajuste en la prestación de los
servicios correspondientes. Los
profesionales del ramo también hicieron oír su voz discrepante, casi a la
desesperada. La controversia subió de tono en las últimas semanas cuando los
ayuntamientos canarios, por ejemplo, defendieron sin reservas que el Gobierno
de la Comunidad asumiera la financiación
del cien por cien de los costes de los servicios sociales.
Gestándose el clamor
de protesta, el Gobierno de la nación rectifica, acaso recordando a don Manuel,
de modo que no solo deja sin efecto las disposiciones de restar las competencias
en políticas sociales a los municipios de menos de veinte mil habitantes sino que reconoce que la asunción
de las mismas debe ser objeto de un acuerdo político en cuya negociación, por
supuesto, se consignen propuestas y términos de financiación tanto del Estado
como de comunidades autónomas y ayuntamientos.
En este sentido, es
llamativo que los municipios gobernados por el Partido Popular planteen que sea
el Gobierno de Canarias el que asuma costes pero la decisión de congelar la
entrada en vigor de la disposición prevista en la norma entraña, según admite
el ejecutivo de Rajoy, que es necesario modificar los términos de la
financiación para garantizar que hay recursos garantizados y evitar una posible
devolución de competencias.
La irresponsabilidad
mayúscula sería, desde luego, que los municipios no dispusieran de más fondos
cuando mantengan o ejerzan las competencias en políticas sociales. Hablamos de
municipios de menos de veinte mil habitantes: imaginen lo que eso significaría
a la hora de prestar, por ejemplo, algo tan básico como la atención a
discapacitados o mayores que lo necesiten.
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