Quienes nos preguntamos qué o
cómo será el periodismo del futuro, debemos ser conscientes del vértigo de los
cambios. Nunca antes se produjeron a tal velocidad: la revolución tecnológica
ha sido determinante y quienes saltamos de la máquina de escribir al ordenador,
de los cuatro hilos a la conexión digital y del telecine a la transmisión de
imágenes vía móvil, sabemos que a tales impresionantes avances sucederán otros
que casi nos harán hablar de milagros para contrastar costos y productos
periodísticos aptos para el consumo y las audiencias crecientes.
La prensa se vio en su día amenazada por la inmediatez de la
radio pero siempre hubo que aguardar a la edición impresa para leer o
asegurarnos lo que ya sabíamos. Durante décadas funcionó el convencionalismo de
enterarnos en los periódicos al día siguiente de los hechos. La radio estaba
ahí, en directo, transmitiendo acontecimientos para alimentar la imaginación.
Hasta que la televisión proporcionó la imagen de lo que sucedía cerca de casa o
en todo el mundo y ya estábamos debidamente informados, manipulaciones o sesgos
aparte, que ese es otro debate. Y ahora es Internet con la que se accede a la
información del futuro inmediato: proyectar el porvenir casi (o sin casi) para
anticiparlo.
En efecto, nada parece imposible. Los avances no se
detienen. Ni ralentizan su marcha siquiera mientras la crisis sigue golpeando
al sector y a la profesión misma. Por eso los periodistas debemos esforzarnos
en nuestro cometido para estar a la altura de estos cambios que, a su vez,
generan altos niveles de exigencias en la sociedad de nuestros días. Si la
competencia siempre fue un concepto a tener en cuenta para superarse, la
competitividad adquiere en nuestros días mayor importancia para ganar la
confianza y la credibilidad.
Los cada vez más perfeccionados soportes, los nuevos
formatos narrativos audiovisuales, los audaces diseños y los servicios
complementarios obligan al periodismo a esmerarse para dar respuestas adecuadas
y convincentes y para afrontar retos comerciales apremiantes. Los periodistas
buscan la información y la redactan cuando la obtienen pero alguna teoría
defiende ya, abiertamente, su papel simultáneo de productores, diseñadores y
ejecutivos de proyectos. Esa es, a grandes
rasgos, la dimensión del cambio que les afecta.
Fran Barquilla, periodista multitarea y consultor de
comunicación, se ocupa en uno de sus trabajos de ese futuro periodístico.
Arranca de una premisa: la información, hoy por hoy, se articula a partir de la
imagen. Es la hora del denominado periodismo visual. O lo que es igual: los
recursos audiovisuales son lo primero… para todo.
Recomienda expresamente que no se debe olvidar el periodismo
prospectivo: el profesional está para informar y ayudar a entender las
características del mundo que está llegando. El prospectivo -dice Barquilla- es
un periodismo decididamente orientado hacia el futuro para el beneficio de la
sociedad.
Finalmente, habla del periodismo como proyecto. Y detalla:
“Un proyecto en el que los objetivos editoriales también están orientados a
grandes eventos, a organizar, a alinear, planificar, gestionar el equipo y la
acción, detener, reiniciar, probar, repetir esquemas. Por eso son muchos los
actores que participan de esta construcción y, por lo mismo, el papel del
editor o del redactor-jefe es más que el de un mero selector de temas”.
Lo estamos comprobando en los tiempos más recientes, en esta
época de campañas electorales. Los medios escritos ensayan fórmulas y formatos
que resulten atractivos para ganar lectores o para una mejor y mayor cobertura.
Deben procurar, en cualquier caso, que no se desvirtúe el producto periodístico
y que prime el interés informativo. Ahí reside el valor del proyecto o de la
iniciativa informativa que querrán madurar y consolidar.
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