Fue a mediados de diciembre pasado cuando el presidente del
Cabildo Insular de Tenerife y del
Consorcio Urbanístico para la Rehabilitación del Puerto de la Cruz, Carlos
Alonso, anunció una inversión de 1,6 millones de euros para distintas
actuaciones en el municipio. Alguna de ellas, como el remozamiento del paseo
Quintana, ya está en marcha. Las obras de mejora de un tramo del Camino de la
Costa se iniciaron recientemente. Y otras, como la remodelación del paseo San
Telmo -absolutamente discutible desde el ángulo de la destrucción del
patrimonio y desde el acabado de la obra- o el tratamiento de la plazoleta
Pérez Galdós, están terminadas.
Cabe congratularse de esta iniciativa del Cabildo, acaso la
institución que más en serio se ha tomado la naturaleza y el cometido del
Consorcio. Lo poco que se hace en el municipio desde hace unos años lleva el
sello cabildicio, aunque para muchos no satisface a plenitud. Pero no puede negarse
el celo y la dedicación de su presidente para intentar sacar a la ciudad del
marasmo derivado de políticas clientelares sin visión de futuro y de un
auténtico anquilosamiento económico-financiero. Los más críticos, siquiera en
privado, interpretan que, de alguna manera, el Puerto está intervenido por el
Cabildo, o lo que es igual, solo se hace lo que éste consigna en sus planes y
presupuestos.
Alonso, quizá en un alarde de generoso optimismo, dijo
entonces que “la renovación del Puerto de la Cruz, un proceso que llevamos
fraguando desde hace años, tras la aprobación del Plan de Modernización, ha
encontrado el impulso definitivo”. Su afirmación se basa no solo en actuaciones
completadas en el ámbito urbano sino en aquellas otras ya planificadas con el claro
objetivo de potenciar instalaciones y atractivos turísticos. Recordemos, en ese
sentido, que aún están pendientes de ejecución la rehabilitación del parque San
Francisco, el proyecto de la playa Martiánez y la dotación del centro de
interpretación de la obra de César Manrique ajustado, principalmente al
complejo turístico que, dicho sea de paso, continúa con serios problemas
internos cuya resolución compete exclusivamente al Ayuntamiento. Bueno, y
también a la justicia (La de dinero que no ingresan las arcas públicas es
dolorosa).
Y como el personal quiere ver hechos, a ver si esa pretendida
Ventanilla Única para la tramitación de obras y proyectos relacionados con el
Plan de Modernización, anunciada igualmente por Carlos Alonso en diciembre
pasado, empieza a funcionar y sirve para agilizar los procesos vinculados al
Plan que se pongan en marcha.
Hoy, precisamente, el consistorio portuense se propone
aprobar sus presupuestos para el presente año. No se esperan milagros. En
realidad, lo que se necesita son revulsivos en la gestión y hasta ahora brillan
por su ausencia, de modo que habrá que seguir encomendados a ‘papá Cabildo’ y a
los impulsos capaz de proporcionar a un municipio al que está costando Dios y
ayuda superar su decadencia.
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