El
diputado al Parlamento de Canarias por Nueva Canarias y ex presidente
del Gobierno autonómico, Román Rodríguez, ha aportado una racional
y necesaria dosis de realismo al debate sobre la construcción de una
infraestructura marítimo-portuaria en el Puerto de la Cruz, cuya
viabilidad económico-fianciera, como era fácil de deducir, es todo
menos un chiste fácil o una operación simple de sumas y restas.
Ha
dicho Rodríguez que el organismo Puertos Canarios carece de la
dotación de veinte millones de euros que el presidente del
ejecutivo, Fernando Clavijo, anunció tras el curso de una reunión
en la que fue analizada la actuación a raíz de la que mantuvieron
el presidente del Cabildo Insular, Carlos Alonso, el alcalde de la
ciudad, Lope Afonso, y los portavoces de los grupos corporativos en
la que acordaron declarar intenciones y diseñar una hoja de ruta
para intentar materializar los propósitos. Sí al puerto del Puerto,
pero...
Llegó
Román... y mandó a parar (al menos, momentáneamente) la euforia
con que algunos sectores acogieron el entendimiento inicial. Otros
siguen igual de incrédulos o escépticos: han sido tantos los
anuncios en el pasado que luego, por las razones que sea, no han
fructificado, que es difícil soslayar la frustración. La
trascendencia del asunto cobrada en alguna red social, donde han sido
creados grupos específicos y se entrecruzan opiniones de todo tipo,
ha alimentado la controversia mientras se palpan los intentos de
impulsar y agilizar los trámites para aprobar los proyectos y
licitar las obras. Para llegar a ello, sin querer pecar de
aguafiestas, aún queda mucho tramo que recorrer. Cierto que hay unas
bases mínimamente consensuadas, válidas para arrancar, pero hay que
dar muchos pasos todavía y alguna cuesta es lo suficientemente
empinada como para evitar alharacas y anticipos jubilares.
Llegó
Román, decíamos, que de esto, de manejo presupuestario sabe un
rato, y puso las cosas en su sitio. ¿Dónde están las perras?,
condensó su mensaje para advertir que la inversión pública puede
verse condicionada por el cumplimiento de la estatal regla de gasto a
cargo del Cabildo Insular de Tenerife y por la planificación
prevista por Puertos Canarios, ya informada, por cierto, en sede
parlamentaria. La realidad, ahora mismo, es que en los Presupuestos
Generales de la Comunidad Autónoma para el presente ejercicio apenas
hay 1,5 millones de euros para afrontar las actuaciones previstas, y
que los veinte millones anunciados por el presidente están
supeditados, cuando menos, a la distribución final de los recursos
del Impuesto General por el Tráfico de Empresas. Los setenta y dos
millones de los que se viene hablando desde el Cabildo Insular, aún
en el supuesto de que estuvieran garantizados o fuesen inamovibles,
son a todas luces insuficientes para acometer la totalidad de la
actuación.
Lo
demás, diatribas políticas, que son inevitables dadas las
características de la actuación y la trascendencia social que ha
generado, incluso ya con agravios interinsulares porque esta tierra
es como es y difícilmente tiene arreglo plenamente satisfactorio.
Así que menos expectativas. O ilusiones, las justas. Que no están
los tiempos para zambullirse sin hacer pie, esto es, sin seguridad.
Sobre todo, en materia infraestructural. Porque seguro que otro
Garachico y otro Tazacorte nadie quiere, ¿verdad?
Román
Rodríguez ha venido a echar un jarro de agua no fría sino realista.
Si se quiere contrarrestar, habrá que poner sobre la mesa fichas
financieras claras y concluyentes que sustancien la voluntad
política. Así de sencillo.
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