La Encuesta de Población Activa (EPA), conocida ayer,
referida al primer trimestre del año, arrojó resultados que siguen
ensombreciendo el panorama. Cierto que están en consonancia con el mismo
período de años anteriores pero se constata que, pese al crecimiento económico,
el rumbo no termina de enderezarse. La tasa de desempleo ha quedado fijada en
el 21% después del incremento de once mil novecientos parados. Han desaparecido
sesenta y cuatro seiscientos puestos de trabajo, por lo que la cantidad total
de ocupados en nuestro país se queda ligeramente por encima de dieciocho
millones, un techo que había alcanzado justo al terminar el pasado año. Los
datos de la EPA, no obstante, indican que, en este apartado, el de la
destrucción de empleo, son los menos malos de los últimos años: en 2015,
disminuyó casi el doble, ciento catorce mil trescientas personas. Es el sector
privado, por cierto, donde más se nota la caída, en tanto que subió el empleo
en el público.
Los
claroscuros de la evolución de las estadísticas del empleo hacen que observemos
las expectativas canarias con mucha cautela. Hace unas semanas, cuando se
dieron a conocer las conclusiones de un informe sobre la competitividad
turística en la Comunidad Autónoma, elaborado por el Centro Atlántico de Pensamiento
Estratégico (CATPE), interpretamos que era demasiado generoso el cálculo de la
creación de cien mil empleos en Canarias (directos, indirectos y derivados) en
el plazo de diez años. Cierto que el turismo se mueve a ritmo de récords y que
ciertas coyunturas internacionales están siendo muy favorables, pero así como
éstas pueden cambiar, por mucho que el CATPE considere el turismo como “único
motor de relevancia en las islas, con potencial de creación masiva de actividad
laboral”, y por mucho que la futura Ley del Suelo, teóricamente, propicie
dinámicas y sinergias que impulsen tal creación, los riesgos del monocultivo
siguen latentes. Y Canarias ya conoce períodos históricos de crisis de algunos
sectores productivos. Además, ¿no habíamos quedado en la necesidad de
diversificar la economía? Con todos los huevos en la misma cesta, las
incertidumbres prevalecen.
En cualquier
caso, los dirigentes del CATPE continúan quejándose de un exceso de
intervencionismo, cuando, en su opinión, debería ser el mismo mercado el que
opere para acentuar la competitividad y alcanzar el máximo regulador de calidad
que, por supuesto, no es el legislativo, pero que es preciso que actúe para
evitar ciertos desmanes y los descontroles a los que tan dados somos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba su cometario. Sólo se pide respeto