Apenas medio centenar de
ciudadanos se concentraron días pasados en el recinto de la ermita San Telmo
para protestar por el abandono en que se encuentra, especialmente sin alumbrado
público desde hace meses. Llevaron velas y linternas. Llamaron la atención de
los viandantes, desde luego. Como también el juego de unas ratas que hicieron acto
de súbita aparición. Ese mismo día salía publicado en el Boletín Oficial de la
Provincia (BOP) el anuncio de la licitación de las obras del proyecto de
dotación.
Hay que ponderar el esfuerzo
de quienes, en este caso, paradójicamente, han mantenido la llama encendida.
Convenimos en que de no ser por la iniciativa popular, la oscuridad se hubiera
prolongado. Es de lo más constructivo que se ha podido seguir en redes sociales
durante los últimos meses. Pero no es menor contrasentido la insensibilidad de
muchos portuenses con su patrimonio urbano e histórico. Lo han acreditado en
otras ocasiones: el abandono de muchas cosas tiene la indiferencia por
respuesta. Es como si lo de todos no fuera con ellos. Que se deteriora, que se
cae, que se pierde… a resignarse, poco menos que fastidiarse.
El proyecto de rehabilitación
del paseo San Telmo, tan controvertido, del que nos hemos ocupado en varias
ocasiones, significó una cierta agitación social, explicitada, además, en días
de fin de semana y festivos. Los integrantes de la plataforma Maresía hicieron lo que pudieron, con
sus manifiestos, sus convocatorias, su difusión y hasta sus alegaciones en el
contencioso entablado en los tribunales. No se salvó el muro pero nadie puede
negar sus valores. Basta contrastar la cantidad de fotografías inéditas -alguna
incluso de finales del siglo XIX- que circuló por las redes para apreciar y
ponderar el carácter histórico y social.
La iluminación de la ermita
y alrededores quedó fuera de las obras ejecutadas. Por las razones que sea. Lo
importante es que la perseverancia de la citada plataforma, acreditada su
sensibilidad por la conservación y recuperación del patrimonio arquitectónico y
cultural de todos los portuenses, ha sido determinante para que la
administración, aunque con demora, ofrezca ahora una respuesta apta para
superar la oscuridad y para acondicionar adecuadamente un rincón siempre tan
atrayente y tan entrañable para los nativos y visitantes.
Una vez más se ha demostrado
que muchos pocos hacen un mucho. Por eso, aquel acuerdo del pleno del
consistorio, promovido por el Grupo Municipal Socialista, relativo a la
creación de un Consejo Municipal para la Defensa y Promoción del patrimonio
histórico -que comentaremos en otra fecha- debe coadyuvar a esa sensibilidad
ciudadana necesaria para preservar, en el mejor estado posible, las señas de
identidad.
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