Cuando
mostrábamos a los visitantes el salón de plenos del Ayuntamiento del Puerto de
la Cruz, donde cuelgan los retratos de alcaldes hechos por el exquisito José
Carlos Gracia, siempre nos deteníamos ante el de José Agustín Álvarez Rixo
(1796-1883), para explicar brevemente que había sido algo más que un regidor.
Jorge Dávila, en El Día, en un excelente y documentado reportaje, lo
resume muy bien: “...un personaje imprescindible para entender mejor no solo la
historia de la ciudad turística sino aspectos asociados a la evolución de
Tenerife y Canarias durante el siglo XIX”.
Ahora hay una excelente oportunidad de
aproximarse a la dimensión de una singular obra social, cultural y política,
reflejo de una notable capacidad estudiosa y creativa, la de Álvarez Rixo.
Hasta el próximo 20 de junio, en la Biblioetca Universitaria del campus de
Guajara, en La Laguna, se puede contemplar una exposición que se nutre de los
fondos conservados por tres bisnietos del político intelectual, las hermanas
Carmen y Rosario Fernández Álvarez y su primo, Eladio Santaella Álvarez,
quienes decidieron hace dos años donarlos, sin contraprestación alguna, a la
universidad lagunera. Sabia y generosa decisión que hay que ponderar como se
merece: es lo mejor que podían hacer. Se trata de un legado muy valioso, una
fuente merecedora de una digna y adecuada conservación (Gracias, de verdad,
Carmen, Rosario y Eladio: en un pueblo tan poco dado a valorar su historia,
haber conservado estas pruebas de un trabajo inmenso ya entraña mérito. Cederlas
para su custodia, consulta e investigación, mucho más).
La exposición, todo un acontecimiento, engloba ochocientos
manuscritos y quinientos dibujos, guardados durante tres generaciones en una
casa del siglo XIX. Un equipo de cuarenta personas -trece de ellas, docentes
universitarios- ha participado en el proceso de investigación y clasificación
del material documental de Álvarez Rixo. Paz Fernández Palomeque coordinó la
tareas de un equipo académico de lujo: Antonio Tejera Gaspar, Teresa Noreña
Salto, José Javier Hernández García, Juan Antonio Ramos Arteaga, Adán Rocío
Palmero, Francisco Javier Castillo, Clementina Calero Ruiz, Jesús Díaz Armas, Carmen
Díaz Alayón y Gonzalo Pavés Borges.
La exposición es de las que enamoran y
hace honor a la filosofía del propio Álvarez Rixo: escribir para no olvidar.
Así, gracias a la conservación y a este rescate impagable, es posible descubrir
la inquietud social de un alcalde que hizo la planimetría de la ciudad y hasta
una suerte de padrón de habitantes residenciados en La Ranilla, mientras
insistía en la necesidad de contar con un centro de asistencia hospitalaria y
bibliotecas que contribuyesen a la formación de los portuenses. Se empeñó en
que el suministro de agua potable fuera gratuito y el episodio, también
consignado en la exposición, le costó la alcaldía.
En definitiva, una iniciativa
encomiable desde todos los puntos de vista, empezando por la generosidad de los
donantes y siguiendo por el esmero de quienes han llevado a cabo un trabajo
científico de marca mayor que hace honor a la estatura política e intelectual
del alcalde por antonomasia, si se nos permite la expresión: José Agustín Álvarez Rixo.
Por alusiones: Gracias D. Salvador!
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