Nos duele a todos la ausencia de Fernando Estévez González
(La Orotava, 1953), profesor titular de Antropología Social en la Universidad
de La Laguna, coordinador del Museo de Historia y Antropología de Tenerife y
presidente de la Asociación Canaria de Antropología. Su fallecimiento ha
inundado de tristeza los círculos culturales e intelectuales de Canarias.
Cursamos juntos (con Domingo Domínguez Luis, otro orotavense)
el Preuniversitario en el antiguo colegio San Agustín de Los Realejos, allá a
finales de los sesenta. Entonces, desde entonces, entre traducciones de los
clásicos griegos, interpretaciones de textos de Juan Ramón Jiménez y partidos
de baloncesto -también hizo sus pinitos en el deporte de la canasta, en varios
equipos de la Villa-, descubrimos a la persona sensible y comprometida que
luego demostró ser. Fernando era un
inquieto cumplidor de sus obligaciones, un atento observador de cuanto le
rodeaba, un rebelde ante los desequilibrios sociales que en aquel tiempo se
dibujaban en la realidad y en el horizonte con cada vez menor espíritu de resignación.
Fernando pugnaba a su manera, igualándose a Domínguez en inconformismo y
tenacidad. Cuando coincidíamos, siempre nos acordábamos de aquel Preu
realejero.
Una trayectoria y una obra ejemplar la suya. En la docencia,
en la museología, en la investigación. Precisamente, el primer Congreso de
Museos Canarias del próximo mes de noviembre, un proyecto en el que también se
involucró, estará dedicado a su memoria. Es un acto de justicia.
Deja huella Fernando Estévez, un sabio, una celebridad.
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