El
profesor Antonio Galindo Brito rescató al 'Thermal Palace' de su
limitado conocimiento en la historia del municipio y rindió un
descriptivo y documentado tributo en el pregón de las Fiestas de
Julio 2016 a aquella que debió ser modernísima instalación
balnearia y multiusos de principios del siglo XX, iniciativa de los
hermanos Gustavo y Guillermo Wildpret, algunos de cuyos familiares
vivos, por cierto, estaban presentes en el acto.
Con
la sobriedad acostumbrada -de pie, como ha tenido que hablar toda la
vida en las aulas-, intercalando algún sarcasmo, explicando
fotografías y planos, el pregonero logró concentrar el interés de
quienes tenían una remota referencia del 'Thermal Palace',
probablemente el primer edificio prefabricado que hubo en Canarias,
donde los ingleses ya se habían fijado para descansar y disfrutar de
sus bondades naturales.
Abierta
en 1912, la instalación es la prueba de la voluntad del hombre en
complementar la playa Martiánez con dotaciones de uso lúdico y
recreativo. En aquellos años, no podía hablarse de turismo, al
menos tal como lo entendemos ahora, pero era claro que fue concebida
para ese uso, para que los primeros visitantes gozaran, en un marco
apropiado, de opciones de espectáculos. La Primera Guerra Mundial y
sus secuelas posteriores minaron la continuidad sostenible del
'Thermal Palace' que, por tener, hasta disponía de un nombre
elegante y atractivo.
Albergaba
hasta un salón de teatro, con aforo de cuatrocientas personas,
decorado por el insigne acuarelista tinerfeño Francisco Bonnín. La
dotación interior debía ser todo un lujo: una pequeña central
eléctrica, biblioteca, comedor, gimnasio, espacio de baños (aguas
dulce y salada), canchas deportivas... Se sucedían las actuaciones
de compañías teatrales y de zarzuela, las funciones de cine mudo
amenizadas por un pianista, las exhibiciones de carreras de sortijas
a caballo, lucha canaria, peleas de gallos y los conciertos de la
banda de música municipal. Si la fachada de la edificación era
llamativa, el entorno, con arboleda y vegetación -una fotografía
coloreada de Rafa Afonso lo acreditó-, se correspondía con el nivel
de aquella instalación, sin duda un distinguido y atrayente lugar de
esparcimiento que hubo de cerrar sus puertas con la crisis europea de
entreguerras.
“Debió
ser una inversión muy alta, debió costar muchísimo dinero”,
explicó Galindo quien, a su pesar, no ha logrado dar, en sus
múltiples investigaciones, apoyadas en el archivo municipal y otros
autores, con las cantidades, siquiera a título estimativo. Téngase
en cuenta, tan solo, el transporte de piezas y materiales desde
Amsterdam o Rotterdam hasta el puerto de Santa Cruz de Tenerife y el
posterior traslado desde la capital al Puerto de la Cruz por vías
sinuosas y penosas. El 'Thermal Palace', a la sombra de la ladera y
de la fuente, iluminó Martiánez y significó la avanzadilla
turística de la ciudad. Cuando cerró sus puertas, fue desmontado,
al menos parcialmente. En su lugar, con el paso de los años, fueron
surgiendo alternativas -unas más afortunadas que otras- que
contribuyeron a la prosperidad del sector donde se concentraría el
desarrollo turístico del municipio.
Con
su rescate, el pregonero Galindo hizo que aquella instalación
balnearia, anticipo de dotaciones modernistas, sea más conocida.
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