La presidenta de la
Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), Elsa González, se ha
referido a la debilidad de los periodistas como un hecho que afecta
negativamente a la democracia. Su reflexión interesa en momentos de
incertidumbre política como son los subsiguientes a dos convocatorias
electorales tras las que concertar fórmulas de gobernabilidad está siendo harto
complicado.
González señala que, para los profesionales del periodismo,
trabajar bajo presiones de muy distinta consideración, con soportes masivos o
instantáneos, está resultando muy difícil de sobrellevar. Entre las que puedan
proceder del poder político y de la propia empresa y las propias exigencias,
para el periodista es casi un ejercicio de funambulismo. El equilibrio
informativo, en esas circunstancias, es muy complicado. Se trata de informar
con veracidad, luchando contra factores conocidos, la primicia o la inmediatez;
o contra intereses espurios, derivados de las presiones. Y se trata de hacerlo
bajo principios de máxima honestidad ética e intelectual.
De ahí que se apele a la fortaleza del periodismo para
cumplir con lo que se espera de él. En unos tiempos difíciles, en los que la
política ha adquirido una preocupante dimensión circense, proclive a ser utilizada
con fines mercantiles, como un negocio más, hay que evitar la manipulación y el
control fáciles de adivinar por parte de los poderosos.
La presidenta la FAPE insiste en la necesidad de la
autorregulación para fortalecer los principios éticos del ejercicio
profesional. Y recuerda que la organización viene mostrándose muy tajante “en
contra de las ruedas de prensa sin preguntas, los materiales enlatados o la
aplicación de los bloques electorales”.
Para Elsa González, “informar supone comprometerse con la
justicia, la convivencia y la democracia”. Luego, para hacerlo como exige la
sociedad de nuestros días, hay que fortalecerse tanto individual como
colectivamente, incluso para hacer frente a situaciones embarazosas que hagan
peligrar el puesto de trabajo, sin duda un bien preciado. El deber ético y el
rigor profesional obligan a acreditar un ejercicio permanente de credibilidad y
superación.
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