Desde
Venezuela se amontonan las peores noticias. Un régimen totalitario,
una sociedad fracturada, una convivencia desasosegada, una
inseguridad ciudadana galopante, una carencia de abastecimientos y
suministros, un desamparo palpable de jubilados y pensionistas, unos
presos políticos, una manifiesta realidad de aislamiento… un
sinvivir, en fin.
En
ese contexto, expuesto de forma muy genérica, nada de lo que allí
suceda ya causa asombro. Sin ir más lejos, que el presidente del
Gobierno, Nicolás Maduro, llame en público “coño e’madre” y
“viejo malvado, perverso”, al presidente de la Asamblea
Legislativa Nacional, Henry Ramos Allup, nos hace ver hasta dónde
alcanza el irrespeto y el deterioro de la vida institucional. Una
crisis de marca mayor, de impredecible salida y de efectos
devastadores. A saber cuándo puede estabilizarse y recuperarse
Venezuela.
Y
si a todos estos males se suma el secuestro de periodistas,
preparémonos para lo peor. Desde hace tiempo, hay antecedentes de
amenazas, de cierres, de sanciones, de intimidaciones… pero ya se
ha llegado al colmo con la desaparición de Braulio Jatar Alonso,
abogado y editor del digital Reporte
Confidencial, cuya
vivienda fue allanada por funcionarios del Servicio de Inteligencia
(SEBIN, policía política) que, supuestamente, le trasladaron a
lugar desconocido.
En
el momento de redactar y editar el presente comentario, nada se sabe
de la suerte de Jatar. Los testimonios de su esposa y hermana,
visibles en youtube,
son
desgarradores. El periodista se dirigía a los estudios de la emisora
en la que habría de realizar un programa de radio. Jatar ya había
informado -mediante la difusión de videos y opiniones en redes
rápidamente convertidos en virales- de la accidentada presencia del
presidente venezolano en Villa Rosa, distrito de Porlamar (isla
Margarita), donde recibió una sonora protesta ciudadana en forma de
‘cacerolada’. Los hechos ocurrieron en la tarde-noche del viernes
pasado; en la mañana del sábado Braulio Jatar Alonso no llegó a
los estudios.
El
coordinador de Foro Penal en el estado de Nueva Esparta, Pedro
Arévalo, confirmó que Jatar fue aprehendido tras la difusión de
los videos y testimonios aludidos. A su hijo no le han facilitado
desde el SEBIN informaciones sobre el paradero, lo que precipitó su
calificación de los hechos, así recogida en varios medios
venezolanos: “Esto es un secuestro”.
A
la espera del esclarecimiento de los hechos, aprehensión o secuestro
o desaparición y la consabida falta de información ponen de relieve
que las libertades también están amenazadas en el país hermano.
Cuando es un profesional de la información quien padece esos métodos
tan característicos de ciertos regímenes, todos sabemos lo que ello
significa: pérdida de valores esenciales, de opciones de expresión,
de pluralismo, de credibilidad… de libertad, en definitiva.
Organizaciones
cívicas, profesionales y de derechos humanos se han puesto en marcha
para reclamar información sobre lo ocurrido y, lo más importante,
sobre la vida de Jatar Alonso. El gobierno venezolano no se sostiene
y mucho menos con sucesos de este tipo, absolutamente condenables.
Pensar que este mismo mes, en el mismo lugar de la desaparición o
del secuestro del periodista, se va a celebrar una cumbre del
Movimiento de Países no Alineados, a la que asistirán
representantes de ciento veinte países, es para redoblar la
protesta, la preocupación y la reivindicación de las libertades y
de los derechos.
Un
sinvivir.
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